Nadando entre las aguas
Ing. Juan Betances
Al caminar por este mundo terrenal no sabemos qué ocurrirá cada día; nuevas sorpresas pueden ocurrirnos, las cuales no dominamos. Podemos enfermar, enfrentar un fenómeno de la naturaleza, alguien puede morir cercano a nosotros; a fin de cuentas, no sabemos lo que nos depara el futuro.
La actitud del hombre sabio es reconocer que debe aceptar las cosas que no puede cambiar, enfrentar las que si puede y dejar que pasen aquellas que no puede controlar. Ahora bien, el hombre maduro espiritualmente es quien es capaz de reconocer que Dios siempre tiene el control de todas las cosas y que, por tanto, nada debe preocuparnos ni desesperarnos y mucho menos angustiarnos. Aunque no entendamos lo que suceda, hay un propósito en Dios en cada hecho, cada realidad que vivimos, cada experiencia que padecemos. Por más que intentemos actuar queriendo controlar las cosas por nuestras propias fuerzas, conforme a nuestro criterio y a nuestros propios deseos, el control de la vida y de la muerte pertenece a Dios.
1). Caminando en el espíritu
En Dn: 4:17 la Biblia dice: “Por sentencia de los centinelas se acuerda el negocio, y por dicho de los santos la demanda: para que conozcan los vivientes que el Altísimo se enseñorea del reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres”. Y más adelante dice: “Esta es la declaración, oh rey, y la sentencia del Altísimo, que ha venido sobre el rey mi señor: que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que entiendas que el Altísimo se enseñorea del reino de los hombres, y que a quien él quisiere lo dará”. (Dn: 4:24-25)
El hombre que opta por vivir una vida en el espíritu, no anda buscando explicaciones a los hechos de este mundo, sino que le pregunta al Dios viviente, a su Espíritu Santo, el propósito, la intención, el fin último que persigue al permitir lo que nos ocurre. Nadar en las aguas por nosotros mismos nos conducirá al fracaso. Nadar entre las aguas aceptando que el Autor de la vida es Dios y que, en consecuencia, tiene poder sobre la vida, es el principio de la vida en el espíritu.
Podemos caminar en la vida bajo el temor de Dios y conoceremos el amor de Dios, como de oídas; pero CAMINAR EN LA VIDA BAJO LA PRESENCIA DE DIOS, ES EXPERIMENTAR SU AMOR. Hay una gran diferencia entre ambas cosas. Seguir Leyendo
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