DEFINICIONES
DE POLÍTICA
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Pastor Luis Reyes |
Foy Valentine expresa que la
política es el arte o ciencia de gobernar, el arte de lo posible, la lucha por
el poder, la búsqueda y el ejercicio entre grupos, el proceso de determinar
quién consigue qué, cuándo y cómo, la relación entre los gobernantes y los que
son gobernados, y el proceso de trasladar las presiones sociales en leyes
publicas. En consecuencia, el concepto de política se define en tres sentidos
básicos: como lucha por el poder, como conjunto de instituciones por medio de
las cuales se ejerce el mismo, y como reflexión teórica sobre su origen,
estructura y razón de ser.
La historia humana es la historia de
la lucha política protagonizada por individuos, grupos, o naciones para
conquistar, mantener o extender el poder político. Esa lucha por el poder puede
ser pacífica o violenta. Los procesos de lucha por el poder indican un estado
avanzado de civilización y una mayor sensatez en el ejercicio de la política.
Las guerras constituyen la forma mas
extrema del enfrentamiento político, cuyo fin es la destrucción del adversario.
La política tiene el poder como su objetivo principal de donde se desprende que,
sin poder, no habría política. Su método primario es la negociación, para
lograr que se lleven a cabo las decisiones de bien público como su objetivo
esencial.
Pablo A. Deiros dice: la política es
la preocupación por todo lo que tiene que ver con el bienestar común en
términos de una nación, en sus relaciones internas y externas. El ejercicio
político implica preocupación por el país y su destino histórico. Alguien dijo
“como quiera que definamos la política nunca es tan mala para justificar que
los cristianos nos retiremos de participar de nuestros deberes ciudadanos, ni
tan buena que no sintamos la necesidad de impregnarla constantemente con los
valores éticos de la fe cristiana”. Los cristianos estamos llamados a
evangelizar la política. Albert Butterfield, historiador cristiano inglés,
dijo: “ningún hombre ha inventado todavía una estructura política, sin que la
inventiva del diablo no encuentre la manera de explotarla para sus fines
perversos”.
EL
GOBIERNO CIVIL, INSTITUCIÓN DE DIOS
Dios es la suprema autoridad del
universo y por él han sido establecidas las instituciones terrenales y sus
autoridades. La Biblia
enseña que esas instituciones de poder son: la familia, la nación y la iglesia.
El estado ha sido construido por Dios para hacer posible la vida ordenada y
pacífica de los seres humanos en sociedad, mientras dure este sistema de cosas
en este mundo. Pueblo, territorio y poder son los elementos básicos que conforman un Estado. La nación es una
comunidad humana que posee elementos históricos, tradicionales, culturales y
económicos comunes. El territorio es el espacio físico donde habita el pueblo y
es también donde se ejerce el poder político.
El poder es la capacidad que tiene
el Estado de imponer a los ciudadanos la aceptación y el cumplimiento de sus
decisiones determinadas por medio de sus tres ramas: el Poder Ejecutivo, Poder
Legislativo y Poder Judicial. El Poder Ejecutivo es el órgano ejecutivo del
Estado y dispone de tres elementos básicos para su funcionamiento:
Administrativo (gobierno, ministerios, gobiernos regionales, tribunales,
policía, etc.); las Fuerzas Armadas, que tienen como función la defensa de la
soberanía nacional, y Hacienda, que se ocupa de la recaudación de los fondos
necesarios para el sostenimiento de todo el aparato estatal y la realización de
los programas sociales del país.
El poder político institucionalizado
en el Estado es un hecho cuya realidad histórica no necesita comprobación, el
cual desde la perspectiva de la fe queda evidenciado en los pasajes bíblicos de
Mat.22:17-22, Rm. 13:1-7, 1 Tm. 2:1-2 y 1
P. 2:13-17. William Barclay, gran erudito de escritos sagrados dice: “ningún hombre puede vivir completamente
separado de la sociedad de la que es miembro”. Como parte de la nación,
goza de beneficios que no obtendría aislándose. No es razonable reclamar los
privilegios y negarse a los deberes. El hombre tienen deberes para con el
Estado y debe cumplirlos aunque sea Nerón quien está sentado en el trono. Platón
dijo: “el Estado existe por razón de
justicia y seguridad”. Sin Estado, sin leyes y sin el compromiso de
obedecerla, los más fuertes gobiernan con egoísmo perversidades e injusticias y
los débiles serian abusados, la vida se regiría por la ley de la selva.
Jesús, en Mt. 22 separó lo de Dios de lo del Cesar (gobierno civil), pero no significa que lo de Cesar es
independiente de lo de Dios. Al contrario, la autoridad que reside en el Estado
de cualquier nación ha sido establecida y sustentada por Dios. El apóstol Pablo
expresa su visión principal acerca del Estado aseverando que el imperio romano
y la pax romana, era el instrumento de Dios para librar al mundo del caos. (Rm. 13:1-7) Idealmente, los hombres
debían estar unidos por el amor cristiano, pero no lo están; el Estado es el
instrumento de Dios para que el pueblo se mantenga unido y en paz. Por tanto,
es deber de los cristianos colaborar y no estorbar a los que administran el
Estado, porque lo sepan o no, las autoridades políticas cumplen un deber
encomendado por Dios. Su deber es fomentar el bien y castigar el mal. Pablo
insiste que el Estado guarda relación con el propósito ordenado de Dios para la
sociedad, con el fin de evitar la anarquía. Con todas sus limitaciones, el
Estado cumple un propósito dentro del ordenamiento providencial de Dios en la
nación.
¿DEBE EL
CRISTIANO PARTICIPAR EN POLÍTICA?
Generalmente, los cristianos de
todos los tiempos se han marginado de la política por diversas razones. Los
creyentes hispanos no somos una excepción. Muchos ven la política como una
actividad perniciosa que gradualmente puede corromper la conciencia del
cristiano, que según el Señor Jesús dijo: “están
en el mundo… pero no son del mundo” (Jn. 17:11 y 16), y Pablo dice que
nuestra ciudadanía está en el reino de los cielos (Fl. 3:20). No somos del
mundo porque no practicamos las obras pecaminosas de las tinieblas que Satanás,
con engaño, ha sistematizado en el mundo. Pero Dios ama el mundo (al ser humano) y por el mundo murió
Cristo para salvación. Además, nuestra misión es ese mundo sin Cristo. Por otra
parte, somos ciudadanos del Reino de los cielos pero también de la nación donde
nacimos.
Los cristianos somos hombres y
mujeres de dos mundos, el físico y el espiritual, del reino de los cielos y de la República Dominicana ,
si somos dominicanos. No existe un solo pasaje bíblico que ordene al cristiano
aislarse de los problemas y necesidades
de su nación y renunciar a su papel de ser luz, sal y levadura del mundo. (Mt. 5:13-16 y 13:33) Lo más fácil es
enajenarse de los grandes problemas nacionales y sus soluciones y refugiarse en
las cuatro paredes de un templo. La
Biblia enseña el ejemplo de hombres como José, Daniel, Nehemías
e Isaías que influyeron positivamente sobre el poder político de su época. Los
casos de Deborah, Esther y Betzabe, mujeres protagonistas que ejercieron poder
político con la sabiduría de Dios. Es digno de mencionar el caso del hermano
Erasto, tesorero de la ciudad de Roma, del cual se habla poco, pero desempeñó
responsablemente un puesto político delicadísimo, a pesar de las presiones de
los intereses de diversos sectores de la ciudad y el gobierno de Roma.
El cristiano que tiene una profunda
devoción con Dios, una preparación diversa en la educación secular y una
probada vocación de servicio a la comunidad, puede hacer vida política en
beneficio de su ciudad o nación, dando mayor importancia a su vida de fe, para
que los valores de la espiritualidad verdadera lo alejen de las distorsiones en
que puede caer el hombre en el ejercicio de la actividad política. Todo
cristiano que incursiona en política sabe que es un campo bien difícil, donde
resulta fácil resbalar por errores propios, por zancadillas, y trampas que
tienden enemigos políticos. La calumnia y la difamación es parte del juego.
Para el creyente es difícil porque no siempre se puede aplicar los principios
cristianos al pie de la letra, que es de lo que se tiene que cuidar el
cristiano para mantener su corazón en integridad.
En cuanto a la iglesia, como
organismo viviente, cuna del reino y de la autoridad de Dios, sabemos que su
misión en la tierra es predicar el evangelio de Jesucristo, trabajar por los
sectores vulnerables de la sociedad y cumplir con su rol profético de proclamar
justicia social en la nación. Para nada es su misión el incursionar en la
política partidista. En cuanto a los partidos políticos cristianos, puede ser
legal pero innecesario para la sociedad y peligroso para la propia fe evangélica.
La experiencia histórica aconseja no fomentar partidos confesionales, pues ya
fracasaron en la Europa
del siglo XVIII.
CONCIENCIA
CRISTIANA AL VOTAR
Los partidos políticos son una
expresión de la democracia representativa. Se entiende que cada uno cree tener
la verdad absoluta y el programa de gobierno que es el más justo y conveniente
para la sociedad. En su lucha por el poder mienten, denigran, acusan y dañan
reputaciones, etc. El asunto es que ninguno tiene la verdad completa y muchas
veces exageran faltando a la sensatez y a la justicia. Los cristianos fieles
deben ser muy cuidadosos en vincularse excesivamente a un partido político
determinado, para no caer en emocionalismo político radical que debilite su
consagración espiritual.
Es importante evaluar los principios
de los partidos políticos y verificar si están en sintonía con los valores
bíblicos; tales como la honestidad, justicia, libertad, verdad, respeto a la
vida y a la dignidad humana, la defensa y protección de los inocentes, y ayuda
a los sectores vulnerables de la sociedad. En cuanto a los candidatos, es bueno
evaluar su historial moral. Si ha servido a la comunidad o se ha aprovechado de
ella, quienes lo apoyan económicamente, si habla siempre la verdad o solo
cuando está en campaña. ¿En qué comprende su programa de gobierno? ¿Es
inteligente, educado, humilde y compasivo para servir al pueblo? ¿Tiene un
carácter templado y una familia estable? ¿Cuál es su afiliación política? ¿Cuál
es su condición espiritual? ¿Tiene temor de Dios? ¿Se preocupa por los
problemas de las comunidades? ¿Cuándo sea elegido, cumplirá con las promesas de
campaña?
El cristiano debe emitir su voto por
aquel candidato que tenga temor de Dios, y que más se acerque al justo y
solemne compromiso de buscar soluciones sabias a los grandes problemas
nacionales. Lleno de coraje y de la voluntad política indeclinable, de pasar de
las meras palabras a los hechos.
El 20 de Mayo se celebrará las
elecciones presidenciales. Dominicanos y dominicanas, estamos comprometidos
ante Dios, la nación y nuestras conciencias, a usar nuestro derecho al voto sabiamente
en beneficio del engrandecimiento de cada familia dominicana.
Que el Señor nos bendiga con paz y
comprensión para que el amor, la justicia y el bienestar prevalezcan, a fin que
la nación se encamine bajo el eterno señorío de Jesucristo.
Citas.
-Diccionario de la Real Academia de la
lengua. -Los Evangélicos y la política. (José
Luis Martínez). -Comentario de la Biblia. (Matthew
Henry).
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