Dr.
Néstor Saviñón
Cada
vez que el calendario, en su constante rodar, nos hace viajar al primero de
mayo, muchos lo tomamos como un día más y sobretodo, si es fiesta,
relativizamos su importancia.

El
mundo es cada vez más rico. Las personas poseen bienes y servicios impensados,
pero esa riqueza no se ha traducido en un reparto equitativo de dicha
prosperidad, y hay grandes bolsones de miseria y unos pocos acumulan todo.
Hemos
fallado en generar empleos seguros y bien remunerados para todos, manteniendo
explotados a unos para ampliar las riquezas de unos pocos. Cada año, miles
sufren heridas incapacitantes y millones quedan fuera de la Seguridad Social y
los planes de pensiones, que son los únicos puentes en contra de la pobreza y
olvido de los años de vejez y retiro.
Aún
millones de niños de edad escolar levantan cosechas en lugar de educarse, y
muchos trabajadores sufren vejaciones por parte de jefes abusadores.
Por
ello, este día del trabajo debe ser un momento de reflexión por parte del
Sector Público y del Privado. Los primeros deben sincerarse y buscar incentivar
la capacitación y el acceso a fuentes de empleo que generen un trabajo digno, y
el sector privado debe ayudar a crear esas condiciones, generando empleos en
sus empresas y capacitando sus empleados.
Por
ello, y aprovechando la Ley que establece la Estrategia de Plan Nacional
2010-2030, exhorto a todos los actores del sector laboral a poner de su parte y
crear fuentes de empleos por medio de la inversión de capitales, y creer en la
mano de obra local, capacitándola y tecnificándola.
Que estos propósitos no se queden en un marco
meramente propositivo, sino que se generen políticas públicas reales que
combatan esa exclusión que atenta contra la salud de la patria y la dignidad de
esos condenados de la tierra que no tienen empleos o tienen uno en condiciones
de indignidad o peligro.
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