Desde el principio Dios proveyó para el hombre todo
cuanto necesitaba para vivir, lo colocó en un espacio donde tuviera alimentos
para sostener su cuerpo, tareas para ocupar su mente y sentirse productivo,
compañía para eliminar la soledad y sentirse amado; parecía estar todo
perfecto; sin embargo, el pecado le visitó y se produjo un cambio drástico en
su estilo de vida que ha llevado al hombre al afán continuo.
Lic. Emilia de la Cruz |
Si meditamos un poquito sobre las cosas que tenemos
probablemente lleguemos a la conclusión de que son buenas, en gran manera, y
que la mayoría de ellas no han sido producto de nuestras propias fuerzas, sino
por la misericordia de Dios.
No os afanéis por
nuestra vida, que habéis de comer o que
habéis de beber; ni por nuestro cuerpo que habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el
cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni
siegan, ni recogen en graneros y vuestro Padre celestial las alimenta. No valéis vosotros mucho más que ellas?. ¿Y quién de
vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? (Mateo 6:25-27).
Si invertimos tiempo idealizando
aquellas cosas que no tenemos y nos envolvemos en el afán constante y la
ansiedad desmedida por alcanzarlas utilizando nuestros propios métodos, sin
darnos cuenta se producirá un espacio donde se alojará la duda, que es enemiga
de la fe y nos distancia de Dios, produciendo desconfianza y cansancio extremo.
Valoremos lo que tenemos y
agradezcamos a Dios por ello, sabiendo que El en su voluntad y a su tiempo nos
dará aquellas cosas que pedimos en oración y que El considera será para bien y
para glorificarlo, como consecuencia tendremos una vida plena, ocupándonos de
los asuntos de Dios y El se ocupará de
los nuestros.
No os
afanéis por el día de mañana…,No temas!, descansa, Dios está en control
.
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