Pastor Luis Reyes |
La palabra
cielo aparece unas 550 veces en la Biblia, y procede de la acepción del griego
del Nuevo Testamento AURAZNO que se usa en referencia a los tres cielos
mencionados en las Sagradas Escrituras.
1er. Cielo:
Es el cielo atmosférico donde habitan las aves (Mt.6:26). 2do. Cielo: Es el
firmamento estelar, el lugar del sol la luna, los planetas y las estrellas (Gn.
1:16-17). 3er. Cielo: es el divino, es la habitación de Dios, es donde Dios
mora y donde están su Trono, su Reino y sus santos Ángeles (2Co. 12:1-4). Para
la Biblia, el tercer cielo es tan real como el primer y segundo cielo. El cielo
del cristianismo es diferente a los demás cielos de las religiones vivas; el
cielo del cristianismo tiene que ver con la verdad. Ni el cielo del Hinduismo,
ni del Zoroastrismo, ni del Budismo, ni del Chintoísmo, guardan relación con el
cielo cristiano. La descripción escritural del cielo cristiano es incomparable.
¿QUÉ ES LA
VIDA EN LA BIBLIA?
C.S. Lewis
dijo: “Las metáforas bíblicas son un intento simbólico por expresar lo
inexpresable”. En tanto que Omar Khayyam vio la vida como un viento sobre la
inmensidad, y dijo: “Llegué como el agua, y como el viento me voy”. En cambio,
William Shakespeare dijo: “La vida es una sombra”. Por su parte Henry Drummond
dijo: “La disciplina de la vida es una preparación para encontrarse con el
Padre”. Toda nuestra vida consiste en ir al Padre.
En la Biblia,
la vida es un relato, un peregrinar, el tamaño de una mano, un barco veloz, un
águila que se lanza sobre su presa, un soplo, la tienda de un pastor, el hilo
que corta el hilandero, un sueño, un dormir, una sombra, una flor, la lanzadera
del tejedor. La vida es como el agua derramada sobre tierra, la hierba, el
viento, la nada y la diligencia de un mensajero. La vida es corta, insegura,
irrevocable y cambiante, y tiene su fin. Por lo tanto, debemos dedicar nuestro
tiempo y sabiduría a lo eterno. El Antiguo Testamento es una escuela sin
claridad por no haber llegado la plenitud de los tiempos (Gá 4:4), que fue la
época en que el Padre envió a Cristo a este mundo. Jesús vino a decirnos cómo
vivir la vida de este lado, a fin de poder vivir del otro lado de la eternidad
(2Ti. 1:10). Su paso por la tierra aclaró la eternidad, y nos dio iluminación
para poder ver la tierra y el cielo como son en realidad.
Jesús inició
su vida pública con el Padre (Lc. 2:49), y terminó con la frase “Padre en tus
manos encomiendo mi espíritu” (Lc. 23:46). Toda la vida es un continuo ir al
Padre, un viaje cuyo destino es el Padre. Dios nos prepara en esta vida para ir
al cielo. La tierra es una escuela que nos prepara para ir al cielo. Dios está
más interesado en nuestro progreso espiritual, que en nuestro placer. Jesús
proclamó en la oración modelo; “Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre” (Mt. 6:9). “Y llamó al cielo la casa de su Padre”
(Jn. 14:2). En tanto, que Pablo dice haber sido arrebatado al tercer cielo, “si
en el cuerpo, no lo se; si fuera del cuerpo, no lo se; Dios lo sabe” (2Co.
12:2). Y a los Filipenses dice: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de
donde también esperamos al salvador, al Señor Jesucristo” (Fil. 3:20), y dice
en su impresivo a los Corintios: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré
como fui conocido (1Co. 13:12).
IDEAS DEL
CIELO EN GRUPOS ÉTNICOS
Los judíos:
vieron el cielo como el seno de Abraham, la morada de los justos después de la
muerte. Los griegos: vieron el cielo como los campos Elíseos o las islas de los
bendecidos. Según la mitología griega, si los tres jueces del mundo inferior
decidían que tales seres humanos habían llevado una vida pura, los enviaban a
los campos Elíseos después de la muerte, tierra de placeres, flores y prados.
Los esquimales: creían que el cielo se encontraba en las tierras cálidas. La
gente del desierto: veían el cielo como un placentero oasis con abundancia de
agua. El indio americano: veía el cielo como las llanuras fértiles, un lugar
donde podría cantar, comer y gozar de la vida. Otras religiones y culturas: ven
el cielo como un mundo más abajo, o un
lugar místico donde las personas flotan sobre nubes tocando arpas doradas todo
el día. El cielo cristiano: es el paraíso en el estado intermedio. En tanto que
para la eternidad; el cielo cristiano es una ciudad, la nueva Jerusalén.
NOMBRES DEL
CIELO CRISTIANO
La casa de mi
Padre (Jn. 14:2). Los cielos (Fil. 3:21). La ciudad del Dios viviente (He.
12:22). El monte de Sion (He. 12:21). La Jerusalén celestial (He. 12:22 y Ap.
21:2). El paraíso (Lc. 23:43, 2Co. 12:4 y Ap. 2:7). El tercer cielo (2Co.
12:2). Reino de los cielos (Mt. 5:20). Una patria mejor (He. 11:16). Una patria
celestial (He. 12:22). Una ciudad celestial (Ap.21:10). La ciudad santa (Ap.
21:2).
PARAISO
(Morada en el Estado Intermedio)
Paraíso:
procede del término griego PARADEISOS, cuya mención más antigua se encuentra en
el historiador griego Jenofonte, y que alude a los parques de los reyes y
príncipes persas. La acepción tiene su origen en el persa clásico PAIRIDAEZA, y
de ahí pasó al griego. PAIRIDAEZA. En la cultura persa aludía a los palacios de
los soberanos imperiales, amurallados, con grandes extensiones de tierra,
jardines, corrientes de agua, fuentes artificiales y foresta de gran verdor.
Fueron usados para el descanso de reyes y príncipes del Imperio Medo-Persa. La
versión de los LXX usó el término griego PARADEISOS-Paraíso, del huerto, Huerto
del Edén (Gn. 2:8), en otros casos (Nm. 24:6; Is. 1:30; Jer. 29:5 y
Ez.31:8-9).
En Lc. 23:43,
la promesa del Señor al ladrón arrepentido: “de cierto te digo que hoy estarás
conmigo en el paraíso”, fue cumplida en el mismo día. Cristo, en su muerte,
habiendo encomendado su espíritu al Padre, fue de inmediato en espíritu al
cielo mismo, la morada de Dios. La mención del Señor del paraíso debe haber
producido un gran aliento para el malhechor; porque para la mente oriental
expresaba la suma total de bendición. A ese lugar fue que el apóstol Pablo fue
arrebatado (2Co. 12:4), y le da nombre de “tercer cielo”. Más allá de los cielos
de la creación natural. Esta misma región es mencionada en Ap. 2:7, donde el
“Árbol de la Vida”, el anti tipo figurativo del que estuvo en Edén ofrecido al
vencedor, es mencionado como estado en “el paraíso de Dios”.
Es importante
aclarar que el paraíso es enseñado en la Biblia como el lugar de descanso de la
iglesia triunfante, aquellos que duermen en la presencia del Señor (1Ts.
4:13-14), y esperan la resurrección de los muertos. De manera que están en alma
y espíritu sin un cuerpo hasta el día de la resurrección, esta condición recibe
el nombre de estado intermedio. Es tan profundo y sublime el descanso, que en
cuestiones idiomáticas se usa la palabra griega PARADEISOS que viene de
PAIRIDEZA, término persa que alude a las quintas de descanso de los soberanos
persas. Para los orientales era lo máximo. El cielo cristiano es lo máximo.
En cuanto al
cielo cristiano, para la eternidad sabemos que se trata de una ciudad, la nueva
Jerusalén (Ap. 21). La gente cuando va a descansar se sale de las ciudades, buscando
sosiego en montañas, casa de playas, llanuras deshabitadas etc., pero el cielo
cristiano para la eternidad, es una ciudad, la nueva Jerusalén, donde gozaremos
en el cuerpo de gloria con la Santísima Trinidad, la iglesia victoriosa y los
ángeles de luz, por los siglos de los siglos.
EN EL CIELO
CRISTIANO VEREMOS
El reino de
los cielos “Reino de Dios”, (Mt. 6:10). Al Padre en su majestad (Ap. 4; Ez.
1:26). El Hijo eterno con cuerpo de gloria a su diestra (He. 1:1-3). Los tronos
del Padre y del Hijo (Dn. 7:9 y He. 1:13). Sus santos ángeles (Ap. 5:12). Los
redimidos “ahora en el estado intermedio” (paraíso,), ( 2 Co. 12:4; Ap. 5:9).
Los ángeles, que son espíritus al servicio de Dios (He. 1:14). La ciudad de
Dios, que es la habitación celestial, la “Nueva Jerusalén”, donde el pueblo de
fe gozará la eternidad con su Dios (Ap. 21:9, 22:5). Dios vivirá con su pueblo
(Ap. 21:3). Calles de oro, puertas de perlas, cimientos de piedras preciosas,
muros de jaspe, ciudad de oro puro como el cristal (Ap. 21:15-21). Dios es su
templo y el cordero, su lumbrera, Dios la ilumina (Ap. 21:23). El pueblo de
Dios vivirá allí, los que están inscritos en el Libro de la Vida del Cordero.
(Ap. 21:24). Sus puertas nunca serán cerradas (Ap. 21:25). No habrá mas noche
(Ap. 21:25). No entrará nada impuro o que haga abominación, ni mentira (Ap. 21:27).
Rio limpio que fluye del trono de Dios y del Cordero y árbol de la vida (Ap.
22:2). No habrá más maldición (Ap. 22:3). Veremos su rostro y su nombre estará
en nuestras frentes (Ap. 22:4). No hay necesidad de lámpara, ni de luz del sol
porque Dios los iluminará y el Cordero será la lumbrera, y reinarán por los
siglos de los siglos (Ap. 22:5).
PARTICULARIDADES
EN EL CIELO CRISTIANO
1. Estaremos
conscientes en el estado intermedio en el paraíso (Sal. 16:11; Mt. 8:11). (2Co.
12:4). 2. Nos conoceremos en el cielo (gozo de la reunión. comunión con Cristo
y hermanos), (Fil.1:23; Mt. 8:11 y Lc. 13:28). 3. El tiempo será continuo en el
cielo (no habrá pasado, presente y futuro), (Ap. 14:3, 5: 9; Ap. 10:6). El
tiempo no será más. 4. En el cielo no existe santidad progresiva (Ap. 21:27),
al entrar al cielo el creyente es desprovisto de pecado, por tanto, no hay
progreso en santidad en el cuerpo de gloria. 5. La vida en el cielo no es
estática, es dinámica (Jn, 10:10). Vivir: es tener comunión, pensar, ver, oír,
gozarse, es la vida dinámica del cielo. 6. En el cielo estarán presentes las
tres virtudes eternas: fe, confianza activa en Dios; esperanza, expectativa en
Dios en que él se revelará a su pueblo para gozo; y amor, la mayor de las
virtudes, identificada con Dios mismo, que es amor (1Jn. 4:4). 7. Lo finito,
entrará en contacto con lo infinito.
DEL LIBRO 90
MINUTOS EN EL CIELO (en el Paraíso)
Citamos —Don
Peter, pastor misionero del estado de Texas, sufrió un accidente en un puente
del estado con su camión, una día de mucha lluvia, y murió el 18 de enero de
1989. Un pastor en medio de la burla de paramédicos oró por él, y a los 90
minutos el Señor lo levantó, después que los paramédicos lo habían declarado
sin vida y sin pulso, y lo habían cubierto con una lona. El fue llevado al
cielo por los ángeles del Señor (Lc. 16). Al morir, Don Peter vio una luz con
un brillo que no podía describir con palabras, ni podía comprender, que le
guió; y cuando recuperó los sentidos, estaba en el cielo, de pie en "el
paraíso". Lleno de gozo miró a su alrededor y había una gran multitud de
personas, paradas frente a una fuente brillante; cuando la multitud se le
acercó. No vio a Jesús, pero si a personas que él conocía, y cuando se
acercaron, al instante supo que habían muerto durante su vida en la tierra.
Todos sonreían, gritaban y alababan a Dios. Todos lo llamaban por su nombre.
Sus rostros irradiaban una serenidad y alegría que nunca había visto en la
tierra en nadie. El tiempo no tenia significado alguno, nunca en la tierra había
recibido abrazos tan reconfortantes, y visto tanta belleza.
En el cielo
no estaba consiente de nada de lo que dejaba atrás, ni lamentaba dejar atrás
familiares y posesiones. Era como si Dios hubiera eliminado todo lo que produce
dolor y tristeza en la tierra. Se veían como los había conocido en la tierra,
pero más radiantes. Todo el que vio tenía facciones perfectas, hermosas y
agradables de ver. Luego oyó la música celestial, era el sonido más hermoso y
placentero que jamás había escuchado, era como una canción que continuaba
eternamente. No es que oía música solamente, era como si formara parte de la
música. Percibí que lo sabía todo y que no tenía nada que preguntar. “Dice la
Biblia que los salvos vamos a tener un conocimiento perfecto” (1Co. 13:9-10).
Percibía que millones de sonidos le llenaban la mente y el corazón. Se cantaban
cientos de canciones al mismo tiempo, todas, adorando a Dios. Había melodías y
tonos que nunca había oído antes. En medio de toda la música, se oían palabras
resonantes tales como: aleluya, alabado, gloria a Dios, alabado sea el Rey.
Cada sonido se mezclaba con el otro en una gran sinfonía llena de sublimidad.
Música que le llenaba de una profunda paz y una felicidad infinita. Toda era
alabanza en torno al reinado de Cristo como rey de reyes, y adoración por todo
lo que él ha hecho por nosotros y lo maravilloso que es.— Termina
la cita.
La iglesia de
Jesucristo tiene la mejor esperanza que tiene pueblo alguno en este mundo.
Seamos fieles, dando en nuestras vidas el primer lugar al Señor y atención
máxima a nuestra salvación. A los pecadores, alentamos a que acepten a Cristo
como Salvador personal y laven sus pecados en su Sangre Purísima, para que
también tengan la esperanza del cielo cristiano, Dios te bendiga.
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