Pastor Antonio Regalado
(Boston, Massachusetts)
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El período
que transcurre invita a la meditación en toda la nación dominicana y el mundo
porque debe haber un campo de actividad espiritual que necesitan los pueblos para desarrollarse en el universo
de personas que conviven y se relacionan dentro de una misma esfera social.
No solamente
estamos en el deber de integrarnos a un planteamiento global para buscar
soluciones a los problemas más apremiantes de la humanidad, sino también
interceder a favor de un cambio de dirección en las profundidades del alma; que
nos guíe a una reflexión que tenga como objetivo el crecimiento, progreso y
prosperidad de todo el colectivo, y donde la esperanza, perdida casi en la
mayoría de personas, vuelva a ser restaurada .
Vivimos en
medio de una agitación violenta de la vida pública y en una convulsión política
y social de tal magnitud, que de acuerdo al informe global mas reciente de
homicidios correspondiente al año 2013 de la Organización de Naciones Unidas (ONU), República Dominicana es el octavo país con más homicidios en
Latinoamérica.
Y es que poco
a poco nos hemos ido olvidando de los valores y las buenas costumbres
familiares, la ética que nos enseñaron nuestros antepasados, y de las pequeñas
cosas que nos hacen vivir, tales como hablar con Dios (orar), amar, sonreír,
saludar, decir buen día.. Dios te bendiga!!!, abrazar, solidaridad con el
prójimo, dar gracias, sentir compasión por los males ajenos y ayudar a
remediarlos, regalar una flor, comunicar una felicitación de cumpleaños, entre
otras simples acciones que como dijo el poeta Serrat, son pequeñas, pero que a
veces, nos hacen "que lloremos cuando nadie nos ve."
Es bueno
resaltar que ser santo no es asunto de un día ni de una semana, más que eso, es
un mandato de Dios que el creyente está llamado a guardar y testificar en obediencia siempre,
"Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al
Señor".(Hebreos 12:14).
Mucha gente
está a la espera de una semana en el mes de Abril llamada "santa"
para irse a diferentes lugares a
experimentar emociones que nada tienen de santidad, nada que ver con el
verdadero significado de la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor
Jesucristo.
Dios advierte
a Su Nación Santa en medio de una Semana Santa escasa de Santidad diciendo que
en los tiempos del fin aparecerían hombres "que tendrán apariencia de
piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita." 2 Timoteo 3:5.
El creyente
de Cristo debe cuidar su testimonio, y tener mucho cuidado con esa oferta de
una "supuesta semana santa" en la que de todo se ve y se practica
menos la santidad demandada por Dios, y solamente un remanente, verdaderamente
santo y separado para ÉL, mantiene una profunda comunión e intimidad con
Jesucristo, no solamente por una semana, sino por todo el resto de sus
días que le queda aquí en la tierra,
como debe ser.
Dice el
Apóstol Pedro por medio del Espíritu Santo:
"Mas vosotros
sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios,
para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable." 1 Pedro 2:9.
Somos
embajadores de Jesucristo en la tierra, y esto implica que nuestro testimonio
debe reflejar el formato de la obra redentora que Jesucristo fabricó en
nosotros con el sacrificio de su muerte en la cruz.
Déjame
decirte que el cordero inmolado vive, y continúa invitando a salvación y vida
eterna,"He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre
la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo". (Apocalipsis
3:20).
Con su muerte
nos ha resucitado juntamente con Él, siendo el pan vivo que descendió del cielo
para que el que de él come, no muera.
La nación que
se humilla y acepta a Cristo como Salvador y Señor, camina en prosperidad,
bendiciones, Santidad y en victoria.
Aquí les dejo
las siete palabras pronunciadas por Jesús antes de redimir a la humanidad de la
muerte y del pecado.
1- Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lc. 23,34)
2- En verdad,
en verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso (Lc. 23,43)
3- Mujer, he
ahí a tu hijo; hijo he ahí a tu madre (Jn. 19, 26-27)
4- ¡Dios mio,
Dios mío!, ¿Por qué me has abandonado? (Mc 15. 15,35; Mt. 27,46)
5- Tengo sed
(Jn 19,28)
6- Todo está consumado (Jn. 19, 30)
Maranatha, Dios es amor, Cristo te ama, el Señor Viene.
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