Dr. Nestor Saviñón |
La República Dominicana es fiestera. Tiene
todo tipo de conmemoraciones, pero una de las pocas que es olvidada por la gran
mayoría y menospreciada es el Día del Padre. Desconozco a qué se debe esa
actitud, pero se comete una injusticia grave.
Así como no toda mujer es madre, ya que la
verdadera madre no es la que engendra, sino la que cría, no todo hombre con
hijos es padre.
El ser padre es un papel complejo. Debe
ser modelo ante sus hijos, despojarse de
todo para el desarrollo integral y prepararlos para la vida. Debe ser, junto a
la madre, una fuente de principios y valores de donde los hijos aprendan lo
debido para ser hombres y mujeres para los demás.
El padre debe enseñarles a sus hijos el
valor del trabajo y la satisfacción del ser cumplido, y debe compartir con sus
hijos con el fin de orientarlos. Y ante todo, ser un ejemplo coherente de vida.
Si hablan de honestidad o laboriosidad, deben enseñar con el ejemplo, y así
poder sembrar esos valores.
Deseo recalcar este método y su efectividad
con lo que he vivido con mi padre. Su padre, hoy desaparecido, era trabajador y
siempre insistió en el estudio y la disciplina como medios de superación
personal, y esos valores fueron adoptados por él, quien los interioriza y los
hace suyos.
Mi padre es chapado a la antigua. Cree en el
honor, cree en el trabajo, cree en la dignidad, cree en luchar y no
desfallecer. Y aunque no habla mucho, es un ejemplo andante de todo lo antes
expresado. Respira y vive cada uno de esos valores.
Cuando decide formar familia, decide
transmitir esos valores a sus tres hijos, y actualmente, en cierta forma, a sus
nietos, lo cual quiere decir que creemos en esos conceptos tan valiosos y mal
entendidos como son la disciplina y la fe, y tratamos de vivir acorde a los
mismos.
Este breve escrito es para en la persona de
mi padre felicitar a todos los padres que deciden ser ejemplos, educar,
acompañar y ser dignos de emulación por sus hijos, y para llamar a la reflexión
que esta fiesta, más allá de cualquier regalo, es para agradecer a ese hombre
que decide ser ejemplo para que sus
hijos sean hombres y mujeres de bien.
Esos hombres dejan una gran herencia, que es la práctica de las
virtudes, porque quienes los practican se distinguen de los demás.
El hecho que existan aún muchos hombres y
mujeres con valores en nuestra sociedad, demuestra que hay muchas personas que
deciden ser sal de la tierra y ser el ejemplo por medio de virtudes. Y uno de
los actores principales, junto a las madres, es ese hombre abnegado al que
llamamos Papá.
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