Pastor Jose Miguel Tejada |
Los vientos de adversidad soplan fuertemente
en todas las direcciones. Eventualmente todos sentimos el peso de alguna
prueba, problema, desgracia o revés; tu situación actual no es lo que habías
anticipado ni planeado. ¿Por qué sucedió? ¿A quién culpar?
"En el día del bien goza del bien, y en
el día de la adversidad, reflexiona. Dios hizo tanto el uno como el otro, a fin
de que el hombre no sepa qué trae el futuro" - Eclesiastés 7.14.
¿Consciente y voluntariamente violaste tu
conciencia? ¿Es la adversidad el resultado de algún pecado de tu parte? ¿Es un
acto de maldad de parte de otra persona? ¿O es el trabajo de Dios?
La clave para vencer la adversidad está en que
la forma en que respondamos sea la apropiada. El buscar un culpable, es un
callejón sin salida. Si decides responder apropiadamente puedes convertir tu
revés es un escalón hacia un éxito mayor.
Puedes progresar a través de tu adversidad. Tu
reacción a la adversidad puede destruirte o desarrollarte en la persona que
Dios quiere que seas y para lo cual te creó, la opción es tuya.
¿Cuál es la forma correcta de responder? Es
una simple oración: ¿Dios, qué estás haciendo en mi vida? La clave para
convertir tu adversidad en progreso es verla a través de los ojos de Dios. No
importa cual pueda parecer la causa, haz que tu mente pueda aprender de ella.
Considera lo siguiente:
La adversidad es la forma de Dios para atraer
nuestra atención. Es tiempo para la auto-reexaminación.
La adversidad es la forma de Dios de
recordarnos que nos ama. El propósito es el protegerte de que te
auto-destruyas.
La adversidad es la forma en que Dios
conquista orgullo para Si.
La adversidad es la forma de Dios de
recordarnos nuestras debilidades. Cuando estas contra la pared, y no parece
haber salida, repentinamente reconoces que no eres autosuficiente.
La adversidad es la forma de Dios de
mostrarnos su fidelidad. En tu condición, en la que no hay ayuda posible, es la
oportunidad de Dios de mantener Sus promesas a ti.
La adversidad es la forma de Dios de
prepararnos para consolar a otros. Eres más útil hacia Dios y otros a través
del sufrimiento.
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