lunes, 19 de diciembre de 2011

El Poder de la Influencia Sobre Nuestros Hogares


Pastor Otoniel Font 



La casa de oración es el lugar de relación con Dios. Lo que tenemos que entender es que entramos en la casa de oración, en una relación con Dios, no a través de un sacerdote, no a través de un pastor, no a través de una religión, sino a través de la sangre del Hijo de Dios, porque es a través de esa sangre que Dios nos ve perfectos. 

Son las exigencias excesivas las que nos mantienen ciegos y cojos. Cuando tenemos un encuentro con Cristo, lo primero que pasa es que se abren nuestros ojos para ver, no la vida que tenemos, ni la vida que queremos, sino la vida que ahora podemos tener, la vida que Dios tiene para nosotros. Y si logramos ver la vida que Dios tiene para nosotros, no volvemos atrás.

Somos nosotros mismos quienes nos limitamos, porque conocemos qué tan buenos somos, pero ignoramos lo bueno que es Dios. Dice su palabra que su voluntad es buena, agradable, y perfecta. El hecho de que él haya pagado el precio no nos exime de cumplir con nuestra parte. Hay que trabajar, hay que orar, hay que ofrendar, pero no tenemos que pagar un precio excesivo para obtener algo que se obtiene por gracia y misericordia. Pero todo esto lo podemos ver sólo cuando nos limpiamos de todo aquello que nos impide ver y caminar. La palabra dice que debemos entregarle a él nuestra carga, y tomar la suya que es ligera.

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