Ing. Juan Betances
La necesidad de amar y ser amado
es algo fundamental en la vida del hombre. Sin amor nadie puede vivir. Hasta
los animales, que no razonan, necesitan afecto y cariño para subsistir. Por más
que intentemos, solos y apartados de los demás no podemos vivir. Solo aquel
quien ha llenado su interior con el amor de Dios encuentra sentido y
significado a su vida. Quienes hemos experimentado el amor de Dios en nuestras
vidas podemos dar testimonio de que, un encuentro con su presencia, con su
propio ser, personal, cercano y directo, es lo único capaz de satisfacer las
necesidades más profundas del ser humano.
A precio de sangre (I)
Buscar respuesta al sentido de la vida, sin el amor que procede de Dios, no tiene sentido. Quien tiene el amor de Dios en su corazón, está completo, nada le falta, no necesita nada más para vivir con sentido y significado. “El Señor es mi pastor. Nada me falta” dice Salm. 23:1. ¿Cómo podemos accesar a ese amor? ¿Puede el hombre llegar a Dios y Dios acercarse al hombre? ¿Es posible lograr que Dios se haga presente en la tierra, el creador del universo, el que fundó y originó todo lo que existe?
Buscar respuesta al sentido de la vida, sin el amor que procede de Dios, no tiene sentido. Quien tiene el amor de Dios en su corazón, está completo, nada le falta, no necesita nada más para vivir con sentido y significado. “El Señor es mi pastor. Nada me falta” dice Salm. 23:1. ¿Cómo podemos accesar a ese amor? ¿Puede el hombre llegar a Dios y Dios acercarse al hombre? ¿Es posible lograr que Dios se haga presente en la tierra, el creador del universo, el que fundó y originó todo lo que existe?
Dios se dio a conocer a través
de Jesucristo como Dios de amor. Jesús significa Dios salva, Dios es salvación.
En el evangelio de Juan 3:16 dice que Dios amó al mundo de tal manera que envió
su Hijo unigénito al mundo, para que todo aquel que en él crea no perezca, sino
que tenga vida eterna.
Quizás alguien piense, ¿cómo
puedo estar seguro de esto? ¿Cómo es que Dios se ha dado a conocer a los hombres?
Y, ¿por qué si Dios se dio a conocer no todo el mundo lo ha recibido?
Jn. 1:10-13 dice:” Vino a lo que
era suyo, y los suyos no le recibieron. Pero a todos los que le recibieron, a
los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los
cuales no han sido engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de
voluntad de varón, sino de Dios”.
El amor de Dios es para los
hijos y hay que recibirlo, como una herencia, al creer en el nombre de Jesús.
Los judíos no recibieron a Jesús como Dios, como el Mesías, el Cristo, el que
habría de venir. Lo querían apedrear para matarlo, no por las obras que hacía,
sino porque le decían”es que tu siendo hombre, te haces igual a Dios” (Jn.
10:33). Era algo incomprensible para ellos que, el Dios que esperaban, el
Cristo, viniera como un simple hombre, como el carpintero de Nazaret.
A precio de sangre fue expresado
el amor de Dios a los hombres. A precio de sangre Dios compró el rescate del
hombre caído y perdido por el pecado. Ap. 1:4, el apóstol Juan, en carta
enviada a las siete iglesias que están en Asia dice:” Gracia y paz del que es,
y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su
trono; y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el
soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos libertó de nuestros
pecados con su sangre, e hizo de nosotros un reino, sacerdotes para su Dios y
Padre; a él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.”
El que nos amó es el testigo
fiel del amor de Dios a los hombres, Jesucristo es su nombre. El murió una vez
por nosotros y resucitó al morir, para que nosotros podamos también, al morir,
resucitar juntamente con Él.
Amor del Padre (II)
Por la desobediencia, al hacer
lo que Dios le había prohibido, se estableció una sentencia de muerte eterna
para el hombre, por el pecado del primer hombre. Es el pecado del hombre el que
arrastró la muerte como consecuencia. Pero Jesús vino a traernos una buena
noticia: Dios se hizo hombre, él mismo, nacido de mujer, mas no de varón, sino
por la acción del Espíritu Santo, y se sacrificó a sí mismo en una cruz,
venciendo la muerte, para que la muerte ya no tenga dominio sobre nosotros.
Al nacer de mujer era Hijo de
hombre. Nació engendrado por el Espíritu Santo, era Hijo de Dios. No cometió
pecado y muere por los nuestros, para taparlos y cubrirlos, para lavarlos,
destruirlos y borrarlos. El mismo Dios murió por nuestros pecados, para
libertarnos de la ley del pecado y de la muerte. A precio de sangre, Dios rescató
al hombre condenado a muerte eterna.
En Jesucristo se hizo vida el
amor del Padre. En Jn. 17:1-3 dice:” Estas cosas habló Jesús, y levantando los
ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que
también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne,
para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que
te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has
enviado”. Y en los versos 20-21, y 23 y 25-26 dice:” Mas no ruego solamente por éstos, sino
también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos
sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en
nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. (…) Yo en ellos, y tú en
mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me
enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. (…) Padre
justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido
que tú me enviaste. Y les he dado a
conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has
amado, esté en ellos, y yo en ellos”.
En Jesús hay vida eterna. El
enviado de Dios, el Cristo, adquirió a precio de su propia sangre la potestad,
la autoridad sobre cielos y tierra, y aun debajo de la tierra, de dar a conocer
al Dios verdadero.
El verdadero amor se manifiesta
en la unidad. Somos verdaderos hijos del Padre y tenemos potestad para
experimentar su amor si nos unimos, sus hijos, en un solo ser, por el vínculo
perfecto, por la unidad en el amor.
El mundo conocerá a Jesús cuando
el amor sea nuestra bandera. El mundo estará de frente a frente con el Dios
creador de cielos y tierra, cuando reciba a Jesús como el enviado de Dios y
reconozca el amor con que nos ha amado, extendiéndolo a los demás. El amor
prefecto proviene de Dios. Amar nos hace ser de Dios y conocerlo. Quien no ama
no es de Dios ni lo ha conocido, porque Dios es amor.
Pacto Eterno (III)
La Biblia dice, en Jer.
31:33-34: ” Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de
aquellos días, dice el Señor: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su
corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni
ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán,
desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el Señor; porque
perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado”.
Ya todos hemos conocido quien es
Jesucristo. Nadie es ajeno a su manifestación sublime en la tierra. Ya no hay
raza, ni lengua ni nación que pueda ignorar de su existencia en la tierra. Hay
una nueva esperanza que Dios ha traído a su pueblo.
Pero el pacto de amor hay que
firmarlo, hay que sellarlo. Hay que creerlo con la mente y llevarlo al corazón.
El mensaje ha llegado a nuestra mente, pero hay que firmarlo en el corazón,
para que el amor del Padre llegue a nuestra vida, y Él sea nuestro Dios,
nuestro pastor, y nosotros ovejas de su rebaño.
El pacto de amor de Dios con el
hombre fue hecho por Dios mismo en una cruz. Él renunció a su condición divina,
haciéndose uno como nosotros, muriendo en una cruz, para que nosotros
renunciemos a nuestra condición humana, crucificando nuestro yo, nuestros
gustos, pasiones y deseos de la carne, renunciando a lo que el mundo nos
ofrece, y tomando nuestra propia cruz, cargando en sacrificio con ella, para
hacernos uno con Dios en amor.
Dios nos pone leyes que debemos
cumplir para que le obedezcamos, de manera que vivamos, no a nuestra manera,
sino a su manera, a la manera de Dios, para que su amor pueda manifestarse en
nosotros. El pone leyes para que nuestro vivir sea un compromiso con Él.
Mucha gente quiere que Dios le
resuelva de un solo milagro todos sus problemas. Nadie puede encontrar solución
a sus problemas si no lo busca, si no se esfuerza por obtener lo que necesita o
desea. La manera de encontrar a Dios es
invocándolo, es creyendo en Él, es haciéndolo parte de tu vida. Dios no va a
llegar a tu vida permaneciendo tu igual como estás. ¿Cómo va Dios a llegar a tu
vida si tú quieres permanecer siendo el mismo? Si no permites que haya cambio
en ti, ¿cómo podrá cambiar tu situación y el amor de Dios llegar a ti? Hay que
estar dispuestos a cambiar para ver el amor de Dios.
Muchos quieren ver a Dios y
seguir en su propio mundo, haciendo lo que le plazca. Si permanecemos haciendo
lo mismo, en nuestra misma situación, seguiremos siempre igual. ¿Cómo obrara
Dios en ti si tú no lo aceptas? ¿Cómo hará la obra en ti si no lo recibes? Hay
que estar dispuestos a dejarse cambiar por Dios.
Hay herencia para los hijos de
Dios Padre. El Espíritu Santo está a tu lado, el amor de Dios, y puede ser
derramado en tu corazón, para establecer una relación de intimidad contigo y
sellar el pacto eterno de Dios con su pueblo. La manera de lograrlo es creyendo
en el Dios conocido y recibiéndolo en el corazón.
Hay luz del sol para que brille
Dios en cada día de nuestra vida; hay leyes puestas por él para que haya luz en
medio de la oscuridad de la noche, y puedan brillar la luna y las estrellas en
nuestras vidas. Aunque se agite el mar y tu vida parezca ir a la deriva, aunque
bramen las olas y sus ondas no te permitan estar tranquilo, Dios ha puesto
delante de ti una gran mansión, eterna en los cielos, y una gran morada, que se
inicia en la tierra, que te llevará a experimentar lo más sublime y grandioso
que existe: el amor sin límites e incomparable de Dios. ¿Estás dispuesto a
tener un encuentro con su amor, el amor perfecto?
. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años