miércoles, 6 de marzo de 2013

AMOR ETERNO

Ing. Juan Betances
 
La necesidad de amar y ser amado es algo fundamental en la vida del hombre. Sin amor nadie puede vivir. Hasta los animales, que no razonan, necesitan afecto y cariño para subsistir. Por más que intentemos, solos y apartados de los demás no podemos vivir. Solo aquel quien ha llenado su interior con el amor de Dios encuentra sentido y significado a su vida. Quienes hemos experimentado el amor de Dios en nuestras vidas podemos dar testimonio de que, un encuentro con su presencia, con su propio ser, personal, cercano y directo, es lo único capaz de satisfacer las necesidades más profundas del ser humano.
 
A precio de sangre (I)
Buscar respuesta al sentido de la vida, sin el amor que procede de Dios, no tiene sentido. Quien tiene el amor de Dios en su corazón, está completo, nada le falta, no necesita nada más para vivir con sentido y significado. “El Señor es mi pastor. Nada me falta” dice Salm. 23:1. ¿Cómo podemos accesar a ese amor? ¿Puede el hombre llegar a Dios y Dios acercarse al hombre? ¿Es posible lograr que Dios se haga presente en la tierra, el creador del universo, el que fundó y originó todo lo que existe?
 
Dios se dio a conocer a través de Jesucristo como Dios de amor. Jesús significa Dios salva, Dios es salvación. En el evangelio de Juan 3:16 dice que Dios amó al mundo de tal manera que envió su Hijo unigénito al mundo, para que todo aquel que en él crea no perezca, sino que tenga vida eterna.
 
“De tal manera nos amó Dios” dice. El amor de Dios es demasiado grande e incomprensible. Nuestra mente humana, limitada y finita, no puede alcanzar a comprender la dimensión de tan grande amor, ¡cómo  Dios se despoja de su condición divina, se desprende de su lugar, el cielo, para hacerse uno igual a nosotros, menos en el pecado, entregando su vida por completo en una cruz, de manera que la muerte ya no tenga poder sobre el hombre, sino que por la fe en Jesús, en el Dios de salvación,  podamos tener vida eterna!
 
Quizás alguien piense, ¿cómo puedo estar seguro de esto? ¿Cómo es que Dios se ha dado a conocer a los hombres? Y, ¿por qué si Dios se dio a conocer no todo el mundo lo ha recibido?
 
Jn. 1:10-13 dice:” Vino a lo que era suyo, y los suyos no le recibieron. Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no han sido engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.
 
El amor de Dios es para los hijos y hay que recibirlo, como una herencia, al creer en el nombre de Jesús. Los judíos no recibieron a Jesús como Dios, como el Mesías, el Cristo, el que habría de venir. Lo querían apedrear para matarlo, no por las obras que hacía, sino porque le decían”es que tu siendo hombre, te haces igual a Dios” (Jn. 10:33). Era algo incomprensible para ellos que, el Dios que esperaban, el Cristo, viniera como un simple hombre, como el carpintero de Nazaret.
 
A precio de sangre fue expresado el amor de Dios a los hombres. A precio de sangre Dios compró el rescate del hombre caído y perdido por el pecado. Ap. 1:4, el apóstol Juan, en carta enviada a las siete iglesias que están en Asia dice:” Gracia y paz del que es, y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos libertó de nuestros pecados con su sangre, e hizo de nosotros un reino, sacerdotes para su Dios y Padre; a él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.”
 
El que nos amó es el testigo fiel del amor de Dios a los hombres, Jesucristo es su nombre. El murió una vez por nosotros y resucitó al morir, para que nosotros podamos también, al morir, resucitar juntamente con Él.
 
Amor del Padre (II)
Por la desobediencia, al hacer lo que Dios le había prohibido, se estableció una sentencia de muerte eterna para el hombre, por el pecado del primer hombre. Es el pecado del hombre el que arrastró la muerte como consecuencia. Pero Jesús vino a traernos una buena noticia: Dios se hizo hombre, él mismo, nacido de mujer, mas no de varón, sino por la acción del Espíritu Santo, y se sacrificó a sí mismo en una cruz, venciendo la muerte, para que la muerte ya no tenga dominio sobre nosotros.

 
Al nacer de mujer era Hijo de hombre. Nació engendrado por el Espíritu Santo, era Hijo de Dios. No cometió pecado y muere por los nuestros, para taparlos y cubrirlos, para lavarlos, destruirlos y borrarlos. El mismo Dios murió por nuestros pecados, para libertarnos de la ley del pecado y de la muerte. A precio de sangre, Dios rescató al hombre condenado a muerte eterna.
 
En Jesucristo se hizo vida el amor del Padre. En Jn. 17:1-3 dice:” Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Y en los versos 20-21, y 23 y 25-26 dice:”  Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. (…) Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. (…) Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.  Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos”.
 
En Jesús hay vida eterna. El enviado de Dios, el Cristo, adquirió a precio de su propia sangre la potestad, la autoridad sobre cielos y tierra, y aun debajo de la tierra, de dar a conocer al Dios verdadero.
 
El verdadero amor se manifiesta en la unidad. Somos verdaderos hijos del Padre y tenemos potestad para experimentar su amor si nos unimos, sus hijos, en un solo ser, por el vínculo perfecto, por la unidad en el amor.
 
El mundo conocerá a Jesús cuando el amor sea nuestra bandera. El mundo estará de frente a frente con el Dios creador de cielos y tierra, cuando reciba a Jesús como el enviado de Dios y reconozca el amor con que nos ha amado, extendiéndolo a los demás. El amor prefecto proviene de Dios. Amar nos hace ser de Dios y conocerlo. Quien no ama no es de Dios ni lo ha conocido, porque Dios es amor.
 
Pacto Eterno (III)
La Biblia dice, en Jer. 31:33-34: ” Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.  Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el Señor; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado”.
 
Ya todos hemos conocido quien es Jesucristo. Nadie es ajeno a su manifestación sublime en la tierra. Ya no hay raza, ni lengua ni nación que pueda ignorar de su existencia en la tierra. Hay una nueva esperanza que Dios ha traído a su pueblo.
 
Pero el pacto de amor hay que firmarlo, hay que sellarlo. Hay que creerlo con la mente y llevarlo al corazón. El mensaje ha llegado a nuestra mente, pero hay que firmarlo en el corazón, para que el amor del Padre llegue a nuestra vida, y Él sea nuestro Dios, nuestro pastor, y nosotros ovejas de su rebaño.
 
El pacto de amor de Dios con el hombre fue hecho por Dios mismo en una cruz. Él renunció a su condición divina, haciéndose uno como nosotros, muriendo en una cruz, para que nosotros renunciemos a nuestra condición humana, crucificando nuestro yo, nuestros gustos, pasiones y deseos de la carne, renunciando a lo que el mundo nos ofrece, y tomando nuestra propia cruz, cargando en sacrificio con ella, para hacernos uno con Dios en amor.
 
Dios nos pone leyes que debemos cumplir para que le obedezcamos, de manera que vivamos, no a nuestra manera, sino a su manera, a la manera de Dios, para que su amor pueda manifestarse en nosotros. El pone leyes para que nuestro vivir sea un compromiso con Él.
 
Mucha gente quiere que Dios le resuelva de un solo milagro todos sus problemas. Nadie puede encontrar solución a sus problemas si no lo busca, si no se esfuerza por obtener lo que necesita o desea. La manera de encontrar  a Dios es invocándolo, es creyendo en Él, es haciéndolo parte de tu vida. Dios no va a llegar a tu vida permaneciendo tu igual como estás. ¿Cómo va Dios a llegar a tu vida si tú quieres permanecer siendo el mismo? Si no permites que haya cambio en ti, ¿cómo podrá cambiar tu situación y el amor de Dios llegar a ti? Hay que estar dispuestos a cambiar para ver el amor de Dios.
 
Muchos quieren ver a Dios y seguir en su propio mundo, haciendo lo que le plazca. Si permanecemos haciendo lo mismo, en nuestra misma situación, seguiremos siempre igual. ¿Cómo obrara Dios en ti si tú no lo aceptas? ¿Cómo hará la obra en ti si no lo recibes? Hay que estar dispuestos a dejarse cambiar por Dios.
 
Hay herencia para los hijos de Dios Padre. El Espíritu Santo está a tu lado, el amor de Dios, y puede ser derramado en tu corazón, para establecer una relación de intimidad contigo y sellar el pacto eterno de Dios con su pueblo. La manera de lograrlo es creyendo en el Dios conocido y recibiéndolo en el corazón.
 
Hay luz del sol para que brille Dios en cada día de nuestra vida; hay leyes puestas por él para que haya luz en medio de la oscuridad de la noche, y puedan brillar la luna y las estrellas en nuestras vidas. Aunque se agite el mar y tu vida parezca ir a la deriva, aunque bramen las olas y sus ondas no te permitan estar tranquilo, Dios ha puesto delante de ti una gran mansión, eterna en los cielos, y una gran morada, que se inicia en la tierra, que te llevará a experimentar lo más sublime y grandioso que existe: el amor sin límites e incomparable de Dios. ¿Estás dispuesto a tener un encuentro con su amor, el amor perfecto?
 
 

1 comentario:

  1. . COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
    EN LA CONDUCCION DIARIA

    Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

    Ejemplo:

    Ceder el paso a un peatón.

    Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

    Poner un intermitente

    Cada vez que cedes el paso a un peatón

    o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


    Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


    Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


    Atentamente:
    Joaquin Gorreta 55 años

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