Pastor Luis Reyes |
Con los desafíos que presenta el
nuevo año, en lo personal, para la familia y la nación, amerita que
manifestemos fe en Dios a través de Jesucristo, Salvador y Señor nuestro. A
propósito de fe, la mejor definición la tenemos en las Sagradas Escrituras, en
Hebreos 11:1, texto que diversas versiones de la Biblia lo describen de la
manera siguiente:
“Es, pues, la fe la certeza de
lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, (versión Reina Valera).
“Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar
convencido de la realidad de cosas que no vemos”, (Dios Habla Hoy). “Es, pues,
la fe el fundamento o firme persuasión de las cosas que se esperan, y un
convencimiento de las cosas que no se ven”, (Nacar-Columga). “Ahora bien, fe es
la realidad de lo que esperamos. Es la prueba palpable de lo que no podemos
ver”, (la Palabra de Dios para Todos). “Es la fe base segura de lo que se
espera, prueba de realidades que no se ven”, (Nuevo Testamento greco-español de
Francisco Lacueva). “La fe es la confianza de que en verdad sucederá lo que
esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver”,
(Biblia Nueva Traducción Viviente). “Ahora bien, la fe es la convicción de las
cosas que se esperan como si ya fueran realidad, es la revelación de las cosas
que no se ven’, (Biblia Peshitta). “La fe es la constancia de las cosas que se
esperan, la comprobación de los hechos que no se ven”, (Biblia mundo hispano).
“Ahora bien, tener fe es estar seguro de lo que se espera, es estar convencido
de lo que no se ve”, (Reina Valera Contemporánea). “La fe es la garantía de lo
que se espera, la certeza de lo que no se ve”, (Nueva Versión Internacional).
“Es la fe seguridad de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve’,
(Biblia textual).
PALABRAS HEBREA Y GRIEGA PARA FE
El termino fe proviene del
hebreo clásico EMUNAH que comúnmente significa “Fidelidad” (Hab. 2:4 y Sal.
36:5); la palabra más común en el
Antiguo Testamento es creer, estar firme o establecido, inmutable, considerarse
establecido, considerar verdadero o creer. Por un lado, significa descanso
seguro y, por otro, significa la aprobación dada a un testimonio que acepta
como verdadero.
EMUNAH: también significa
esconderse en el testimonio de otro. En este sentido, el uso de fe en el lado
izquierdo de la Biblia, se usa para denotar la convicción de que el testimonio
de otro es verdadero y lo que promete será hecho. Una convicción fundada sobre
su reconocida veracidad y fidelidad. Es un aceptar lo que otro dice fundándose
en la confianza que inspira. BUTACH: es otra acepción hebrea usada para fe, y
significa confiar en, apoyarse sobre o tener fe, confiado descanso.
En tanto, que en la septuaginta
se utilizan dos términos del griego clásico: PISTEUO y CHASAH. PISTEUO alude al
hombre que confía en Dios y que afirma toda su esperanza para el presente y el
futuro en él. CHASAH se usa con menos frecuencia y significa “esconderse uno o
huir para refugiarse”. En el uso de esta palabra, también el elemento de
confianza sobresale con claridad. En el griego del Nuevo Testamento, el término
PISTIS, es el sustantivo más usado y su verbo PISTEUEIN.
En el griego clásico el término
PISTIS tiene dos significados: a) Una convicción fundada sobre la confianza en
una persona y su testimonio, el cual según su carácter se distingue del
conocimiento que descansa sobre la investigación personal. b) También,
significa la confianza misma sobre la que descansa una convicción. Esta es más
que una mera convicción intelectual de que una persona es digna de confianza.
Presupone una relación personal con la persona de la confianza (Cristo); es un
salir de uno mismo para descansar en otro.
En el griego del Nuevo
Testamento, PISTIS significa fe, confianza, confianza segura en Dios y en
Cristo, transitar por un solo camino, en tanto que APISTIS significa duda y se
define por mantener una actitud de indecisión entre dos caminos, porque no sabe
cual tomar. En cuanto a PISTEUEIN: expresa la idea de fe en el sentido de
asentir con la palabra de Dios y el de confiada fe en él. En el Nuevo
Testamento, significa fidelidad o fidedigno. Es una fe que descansa en el
testimonio de otro (de Dios en Cristo)
y, por tanto, está fundada sobre la confianza en ese otro, más bien que
en investigación humana. (Cfr. Fil. 1:27, 2Co. 4:13 y 2Ts. 2:13)
El orden en las etapas sucesivas
de la fe es como sigue: a) confianza general en Dios y Cristo. b) Aceptación de
su testimonio sobre la base de aquella confianza. c) Sumisión a Cristo y
confianza en él, para salvación y sustentación en este mundo. De manera que
todo el que ha creído puede tener ese descanso y esa paz en el corazón que se
desprende de la confianza en Dios o de manera más particular en Jesucristo, el
Hijo Eterno, Señor y Salvador nuestro.
PARTICULARIDADES DE LA FE
La fe es una ley fundamental en
el Reino de Dios. Un buen ejemplo lo tenemos en la proclama de Hebreos 11:6:
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se
acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.
Significa que una fe bien enfocada en el Padre, mediante Jesucristo, nos
posiciona para tratar con Dios correctamente y alcanzar lo que él ha prometido
en Cristo, por la fe mediante la vigencia del nuevo pacto. La fe fluye
básicamente por el sentido del oído, por el oír del oír la palabra de Dios (Ro.
10:17). Por repetir la palabra de Dios (Jn. 17:20) y por la acción del Espíritu
Santo en el cristiano mediante el fruto (Gal. 5:22) y el don de fe (1Co.
12:8-10).
Hay varias clases de fe:
salvadora (Ro. 10:9-10), temporal (Stg. 2:19), muerta (Stg. 2:17 y 20),
libertadora (Mt. 17:14-21). La salvación opera por gracia mediante la fe (Ef.
2:8), Cristo es nuestra propiciación por medio de la fe en su sangre (Ro.3:25).
Para ser salvo, hay que creer en el corazón (Ro. 10:9-10). Es importante
puntualizar que la fe es descrita en el Nuevo Testamento como atrevida (Mt.
14:28-29), escasa (Mt. 8:26), grande (Mt. 8:10), humilde (Lc. 7:6-7), pequeña
(Mt. 17:20), perfecta (Stg. 2:22), preciosa (2P. 1:1), santa (Jud. 20), sin
fundamento (Lc. 8:13), vana (1Co. 15:14 y 17), verdadera (Tit. 1:5), y fe unida
(Mr. 2:5).
La fe que produce es la fe
pequeña en un Dios grande (Mt. 17:20). Debe ser confesada. Debemos operar en fe
en un nivel de revelación espiritual de estatura. Esta fe fluye con facilidad
por la acción del Espíritu Santo en la palabra, el cual convierte la verdad de
las promesas de Dios en realidad. Es una fe que beneficia a los pecadores,
enfermos físicos y emocionales, los endeudados, los que están afectados por
problemas familiares, de relaciones de trabajo y de estudios, conflictos
personales y aquellos que tienen una visión de progreso en procura de alcanzar
sus metas y objetivos en la vida.
LA FE QUE OBRA POR EL AMOR
El consagrado apóstol Pablo dice
a los Gálatas “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la
incircuncisión, sino la fe que obra por el amor” (Gá. 5:6). Puntualiza que en
Cristo ni el ritual del pacto con Abraham, ni su omisión vale algo, sino la fe
que obra por el amor. Significa que el amor es la virtud mayor del reino de
Dios y fundamento, no solo de la fe, sino de todo accionar, leyes y principios
del Reino de Dios. El apóstol le dirige el impresivo a los Corintios: “y si
tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y tuviese toda la fe, de la
manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy (…), el amor nunca
deja de ser; pero el mayor de ellos es el amor. (1Co. 2, 8 y 13).
De mayor peso teológico es que Dios
mismo es amor (Jn. 4:8), y Jesús es la esencia y expresión misma del amor. Por
eso, en su ministerio público, sanó a los enfermos, alimentó a los hambrientos,
liberó a los endemoniados, resucitó a los muertos, no discriminó a los
publicanos y pecadores, alentó a los marginados. En fin, actuó libremente en el
ámbito de la fe que opera por el amor. Su profunda compasión le llevó a premiar
la fe de muchos, (los evangelios). Ojala que todo ejercicio de nuestra fe esté
enfocado en el amor, que toda operatividad en la fe que produce milagros y
sobrenaturalidad sea ministrado sobre la base del amor, para que sea revelada
en nuestras vidas y ministerios la palabra profética y de ciencia que nos
cautiva: “el valor en Cristo Jesús de la fe que obra por amor”.
REFLEXIÓN FINAL
También, en este nuevo año, tenemos que seguir la voz
de Dios en su palabra, a fin de continuar desarrollando absoluta confianza en
él a través de Cristo; la fe escritural, que nos lleva a la dependencia de
Dios, que por la operatividad del Espíritu Santo trae el descanso y la paz que
necesitamos en nuestros corazones para el diario vivir. Por la fe de Dios en
Cristo, veremos nuestras familias florecer, el negocio prosperar, las deudas
ser canceladas, la estabilidad del empleo, balance emocional, comprensión de la
pareja, unidad familiar, bendiciones espirituales en desarrollo de
ministerios y dones.
Jesús dijo:” si tuviereis fe
como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se
pasará; y nada os será imposible. (Mt. 17:20). Háblale a tu montaña y muévela,
que Dios está a tu lado. El cantor sangrado dice: “no hay montaña tan alta que
Dios no la mueva”, no hay problema tan grande que Dios no resuelva. En este año
y siempre, pon tu confianza en
Jesucristo: él no te fallará. Quizás no tengamos la fe de los grandes héroes de
la galería de Hebreos 11, pero sí la fe como medio de gracia en Cristo Jesús.
Esta fe genuina que obra por el amor. A los cristianos les digo: sigamos
profesando fe genuina en Jesucristo, el Hijo de Dios; nuestro compromiso es
confiar en él, y los que no tienen pacto de fe con el Señor, recíbanle como
Salvador personal y laven sus pecados en su sangre purísima para disfrutar su
presencia en este mundo, y el don inigualable de la vida eterna. ¡Dios te bendiga!
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