Dr. Nestor Saviñon

El Cibao tenía especial terror por los haitianos, ya
que recordaba los desmanes de Dessalinnes y de Toussaint, y casi todas las
demarcaciones de la misma enviaron lanceros y fusileros a defender la capital
espiritual del Cibao.
En ese momento, Santiago poseía un triangulo defensivo
con tres fuertes, siendo el San Luis y
Libertad los principales. Este último, era el más vulnerable por quedar frente a la Sabana de Santiago.
Cuando acabó la primera carga con muchos haitianos
muertos, los defensores del Fuerte, comandados por Fernando Valerio hacen la
carga de los andulleros, en la que esos lanceros y macheteros se lanzas contra
tropas que no sabían luchar contra ese tipo de soldados, por ello tuvo el
ejército haitiano que tocar la generala y retirarse, además que se corrió la
falsa noticia de la muerte de Herard, el Presidente Haitiano, en Azua.
Esta batalla aseguró la independencia del norte del
país y durante los próximos 12 años,
casi no se peleó en el Norte. El frente activo fue el Sur, aportando el
Cibao hombres, vituallas y transportes, ya que la férrea vigilancia de la
frontera norte aseguró una prosperidad que no pudo alcanzar el Sur Profundo,
sumido en esas constantes escaramuzas y batallas campales.
Esta batalla es importante por otras razones, quizá
menos históricas, pero si reales y fidedignas. Muchos franceses que combatieron
a los haitianos se establecieron y formaron familias prestigiosas, como es el
caso de los Imbert, Valerio, Pelletier, Saint Hilaire, entre otros, y gracias a
sus crónicas sabemos la participación de los distintos pueblos del Cibao,
siendo en el caso de algunos de ellos, como Jarabacoa, la primera vez que se
les menciona en un documento oficial.
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