Por: Margarita Garcia.
¡Oh, si él me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino. Estas eran las palabras de la sunamita en el primer capitulo del libro de (Cantares 1-2).
¡Oh, si él me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino. Estas eran las palabras de la sunamita en el primer capitulo del libro de (Cantares 1-2).
El vino en la antigüedad era expresión del gozo, sugería
regocijo. placer, fiesta, en el Nuevo Testamento, Cristo se nos presenta como
un nuevo gozo superior a ese vino tradicional que envolvía a Israel en placeres
pasajeros y temporales, el declara ser un vino nuevo para su pueblo, don que
produce plenitud de gozo y delicias a su diestra.
Muchos pensarán que este relato sólo se trataba de la relación natural entre Salomón y la sunamita, históricamente es así, pero espiritualmente era más que un enlace físico entre un hombre y una mujer natural. ¡Ah si me besara con besos de su boca! El beso nos habla de aliento, de intimidad, de revelación, del mismo aliento de Dios, estos versos de cantares son el espejo de la Iglesia de Dios. Esta sunamita representa una Iglesia que se rasga los vestidos de lo viejo para ponerse la vestidura nueva. Es la mujer, La iglesia espiritual, una alma diferente, esta sunamita es la que Jesús esta buscando, que no se conforma con una sola experiencias espiritual momentánea, sino tener constantemente una relación de intimidad con su amado.
Hemos sido creados por Dios para que tuviéramos
relaciones: primero con él y después unos con otros. Lo primero es tener una
buena relación con Dios es nuestra primera prioridad amarlo a él sobre todas
las cosas. Así lo estableció Jesús; el
mandato estaba basado en amar a Dios con toda tu mente, con toda tu alma y con
todo tu corazón (San Juan 13:34-35) “Un
mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros, como yo os he amado, que
también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos,
si tuviereis amor los unos con los otros”.
Para amar a Dios debe emplear todas tus fuerzas y luego amar a tu prójimo como a ti mismo,
amar es el inicio de una buena relación. El primero que nos amo con un amor
eterno fue nuestro Dios dándolo todo, quien no escatimo ni a su propio hijo
entregándolo a morir en una cruz por toda la humanidad.
Dios es amor y
el que no ama no ha conocido a Dios porque Dios es amor. Decimos amar a Dios y no
amamos a nuestros hermanos entonces el amor de Dios no está en nosotros porque
hemos dejado que los deseos personales y las frustraciones empiecen
hablarnos más convincentemente que la
voz de la sabiduría. Si miramos a nuestro alrededor, lo veremos por todas
partes: Familias separadas engañadas por las mentiras de Satanás haciéndoles
creer que ya el amor murió sin saber que el amor nunca deja de ser, la
infidelidad y la pornografía son de los muchos males que están afectando las
relaciones matrimoniales cuando es en este donde se debe mantener una buena
comunicación franca y sincera entre ambos conyugue.
Tanto el hombre como la mujer deben de permitir que Dios abra su corazón y toque lo más profundo de su ser dejando que el amor fluya de las profundidades de todo su ser. En el libro del (Cantar de los Cantares en el capítulo 1:-2). Vemos aquí como la sunamita abre su corazón anhelando ser besada por su amado con besos de su boca.
Ella anhelaba una intimidad, estar con el ser amado, ser
mimada, atendida, acariciada por el que amaba su alma.
Muchos hombres hoy en día se han olvida del trato que un
hombre le debe dar a su mujer, han dejado que los años pasen olvidando que esa
mujer que un día ellos conquistaron siguen siendo princesas que siempre buscan
el rescate de su don quijote.
Que mujer no anhela ser besada por la boca de su amado,
que mujer no se siente identificada con la sunamita, que mujer no está sedienta
por el amor de su amado. No hay otro deleite para una mujer que el amor de su
marido, es mejor el amor de su amado que el vino.
Esta mujer anhelaba entrar en intimidad con su amado pero una intimidad donde sus perfumes quedaran impregnados en su piel, llevar su nombre era como el mejor de los perfumes, ella sabía que él era admirado por las doncellas, pero a pesar de esto ella deseaba ser atraída hacia él.
Había un deleite que ella no quería perder, vamos a
correr hacia la recamara, vamos a intimar porque nos vamos a gozar y voy a
recordar tu amor. Ese es mi deleite entrar en su presencia y disfrutar del amor
del Padre. Es el tiempo de que la iglesia de Jesucristo entre en la intimidad
con el amado, con el deseado de todas las gentes.
Enamorémonos de Jesús que tan solo al pronunciar su
nombre él será muy cuidadoso. Dígale palabras de amor y llenas de expresión,
pronuncie su Nombre y deje que su fragancia llene su alma, su habitación.
Cuando la fragancia de Cristo llena un lugar hay una profunda sensación de la Gloria
de Dios.
El ha de tocar lo más profundo de nuestro ser, así como la sunamita lo anhelaba con el más profundo de los besos para sí permitirnos ser los que los adoremos en Espíritu y en verdad. Dios quiere que lo conozca tan íntimamente que hoy puedas presentárselo a alguien más describiendo tu propia experiencia personal. Ya lo viste, lo pudiste oír diciéndote palabras de amor, has sentido su toque.
Ahora comienza a mirar su rostro, y comienza a
contemplar sus ojos. El quiere ver esas lágrimas de amor en tus mejillas. El Señor
quiere que le conozca de la manera que no lo has conocido hasta ahora.
Dios quiere
despertar tu corazón al amor, vamos date otra oportunidad y déjate amar y
comienza amar percibe el perfume del Señor que esta inundando tu habitación
ahora. El Señor quiere despertar tu corazón a la adoración. El ha despertado en
ti la capacidad de adorarlo. No pierda esta gran oportunidad de entrar a tus
cámaras y entrar en las aguas profunda de la adoración a él. Jesucristo Rey de
Reyes y Señor de Señores.
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