domingo, 10 de junio de 2012

Así de grande debe ser tu fe para triunfar

Pastor: Antonio Regalado

Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. 1 Jn, 5: 4.

La fe es mirar las cosas que no son como si fueran, certeza de lo que se espera, dice Dios en su palabra.

Es convicción, seguridad.

Al que cree todo es posible, es decir, al que tiene fe del tamaño del granito de mostaza que puse en mi dedo índice en la fotografía que ves en esta reflexión.

Ante cualquier circunstancia de esas complicadas y turbulentas que se nos presentan en la vida de contenido extremo y muy común en países desarrollados y naciones indigentes, por muy difícil que parezca, siempre habrá una salida, y la palabra clave es FE.

Dice la biblia que "Sin fe es imposible agradar a Dios".  El tren de la fe superará los caminos intransitables para llevarte a las metas inconmensurables.

Que nuestra fe sea tan poderosa en este día, que podamos mirar las cosas que no se ven mediante la misma, y decirle al monte que nos agobia: "Quítate y échate en el mar."

No sé cual es el monte que te estás impidiendo hacer algo en tu vida, no sé, lo que sí sé es que si no dudas en tu corazón, será hecho en el nombre de Jesús, amén.

La fe mira lo que no se ve en la dimensión de lo terrenal porque es super natural, y, comienza a trabajar cuando se agotan todas las posibilidades humanas, como pasó con la mujer del flujo de sangre, historia que habla acerca de una mujer que había gastado todo lo que tenía para curarse de ese azote y no resolvió nada, y en esa condición hace uso de la fe, y llega hasta Jesús y toca el borde de su manto, porque decía: "Si tan solo tocare el borde de su manto, seré sana".

Y fué así, puso su fe en acción, virtud salió de Cristo para bendecirla, creyó en el poder sanador de Jesús, y de acuerdo a su fe fué hecho, logró tocarlo y quedó sana.

No importa el tamaño del problema, el punto es que Dios es más grande que la angustia, que la dificultad, que el rompecabezas que sacude alrededor, que la traba, que la zancadilla, que la enfermedad, sí, acude a ÉL y verás el resultado de sus promesas, como ocurrió con la mujer que menciono en esta meditación.

No hay tiempo que perder, es el tiempo agradable para arrancar virtud de nuestra esperanza de gloria, Jesucristo.

Shalom.

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