Y esta es la victoria que ha
vencido al mundo, nuestra fe”. 1 Jn, 5: 4.
La fe es mirar las cosas que no
son como si fueran, certeza de lo que se espera, dice Dios en su palabra.
Es convicción, seguridad.
Al que cree todo es posible, es
decir, al que tiene fe del tamaño del granito de mostaza que puse en mi dedo
índice en la fotografía que ves en esta reflexión.
Ante cualquier circunstancia de
esas complicadas y turbulentas que se nos presentan en la vida de contenido
extremo y muy común en países desarrollados y naciones indigentes, por muy
difícil que parezca, siempre habrá una salida, y la palabra clave es FE.
Dice la biblia que "Sin fe
es imposible agradar a Dios". El
tren de la fe superará los caminos intransitables para llevarte a las metas
inconmensurables.
Que nuestra fe sea tan poderosa
en este día, que podamos mirar las cosas que no se ven mediante la misma, y
decirle al monte que nos agobia: "Quítate y échate en el mar."
No sé cual es el monte que te
estás impidiendo hacer algo en tu vida, no sé, lo que sí sé es que si no dudas
en tu corazón, será hecho en el nombre de Jesús, amén.
La fe mira lo que no se ve en la
dimensión de lo terrenal porque es super natural, y, comienza a trabajar cuando
se agotan todas las posibilidades humanas, como pasó con la mujer del flujo de
sangre, historia que habla acerca de una mujer que había gastado todo lo que
tenía para curarse de ese azote y no resolvió nada, y en esa condición hace uso
de la fe, y llega hasta Jesús y toca el borde de su manto, porque decía:
"Si tan solo tocare el borde de su manto, seré sana".
Y fué así, puso su fe en acción,
virtud salió de Cristo para bendecirla, creyó en el poder sanador de Jesús, y
de acuerdo a su fe fué hecho, logró tocarlo y quedó sana.
No importa el tamaño del
problema, el punto es que Dios es más grande que la angustia, que la
dificultad, que el rompecabezas que sacude alrededor, que la traba, que la
zancadilla, que la enfermedad, sí, acude a ÉL y verás el resultado de sus
promesas, como ocurrió con la mujer que menciono en esta meditación.
No hay tiempo que perder, es el
tiempo agradable para arrancar virtud de nuestra esperanza de gloria,
Jesucristo.
Shalom.
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