Estas
palabras fueron dichas por nuestro Señor Jesús a la mujer samaritana.
Hoy, el
mismo Señor nos esta diciendo a cada uno de los que somos Su cuerpo, esa misma
palabra: "Si conocieras el don de Dios".
Conocer el
don de Dios es conocer el regalo que el Padre nos dio luego de la resurrección
del Señor. El mismo Jesús dijo que era necesario que El se fuera para que el
Padre enviara al Consolador.
Este
Consolador, el Espíritu Santo es el regalo, el don que El Padre nos daría para
que estuviera en nosotros, con nosotros y por nosotros.
Este don lo
recibimos no por esfuerzo propio sino que es algo que el mismo Padre lo da y a
lo cual debemos someternos. Es por eso que la escritura dice "Sed llenos
del Espíritu"; experiencia en la que lo ALTO alcanza a lo bajo y se une
con EL en intima comunión para entonces empezar a hacer Su obra a favor
de los que le reciben.
La obra del Espíritu
Santo en nuestras vidas es establecer el gobierno de Dios en ellas. El y solo
El tiene el poder de convencernos de pecado de justicia y de juicio. De
guiarnos a toda verdad, revelarnos la persona del Padre y del Hijo cada día mas
y traer a memoria las palabras que Jesús hablo.
Al conocer
el don de Dios y ser llenos de El, nuestras vidas son empoderadas y
provistas de la unción que deshace las obras del diablo pues el Espíritu Santo
nos equipa con Su fruto que es Amor derramándolo en nuestros corazones para
andar como Jesús anduvo. En Hechos 10:38 la Palabra así nos lo dice:
"Como Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y
como este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con El.
Rindamos
nuestras vidas a la obra y guianza del Santo Espíritu de Dios. No sigamos resistiéndolo.
Fluyamos en Su Rio (Presencia), pues por donde el Rio de Dios pasa, todo se
sana y todo se restaura.
La unción
trae los resultados que Dios ya ha dicho de antemano.
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