Lic. Dieubon A. Francois |
Los besos son
probablemente la primera forma de expresar el amor a otro ser amado. Los besos
describen el tipo de relación que lleva con una persona de acuerdo a las
culturas de esa o esas personas. Para nosotros en el occidente, hay distintas
formas de expresar el amor según el tipo de vínculo del que se trate. En nuestra cultura no es común saludar a
desconocidos o amigos con un beso en la boca. Los besos en la boca sólo están
reservados para el vínculo de pareja con relaciones conyugales. Sin embargo,
hay muchos padres que se acostumbran a dar los “piquitos” o “besitos” en la
boca a sus hijos/as.
Se puede crear
muchas confusiones cuando ocurre ese tipo de conducta de los padres hacia sus
hijos. El amor de los padres hacia sus
hijos debe ser expresado por medio de besos en la mejilla, abrazos, caricias y
mimos. Está vedado todo tipo de contacto
sexual-erótico entre padres e hijos en nuestra cultura occidental. Nos
regimos bajo la ley de la prohibición del incesto. Entre padres e hijos no debe
haber ningún contacto sexual, ni mucho menos relaciones de pareja.
Tenemos que tener
bien claro que los niños también se sienten sensaciones sexuales al igual que
cualquier otro ser humano. La sexualidad infantil está presente. Todos los
niños/as la llevan en sus venas al igual que los adultos.
Sigmund Freud
desarrolló cinco etapas por las que atraviesa cada niño en su desarrollo
psicosexual:
1. Etapa oral. En el
primer año de vida el placer de un niño se centra en la boca. Todo lo que
encuentra lo lleva a la boca. Aprende solo a succionar el pecho y a chupetear.
2. Etapa anal. A los
dos años la sexualidad se relaciona con la zona anal. Se lo puede observar en el proceso del control de esfínteres donde
el placer está centrado en lo que hace
el niño con el “excremento” o la “ese fecal”. Lo retiene, o lo expulsa. Prueba
en otros lugares donde defecar. Ya no defeca en el pañal. Allí es donde el
excremento se transforma en un regalo para la familia, lo felicitan, o saludan
al excremento cuando se va por el inodoro.
3. Etapa fálica. A
partir de los tres años los niños ingresan a esa etapa. Allí es donde los niños atraviesan por
el complejo de Edipo. Es decir, los chicos se “enamoran” de la madre, teniendo
a su principal rival el padre y las chicas se enamoran del padre, convirtiendo
a la madre como su principal rival. Ellos se divierten cuando ven a otros nenes
desnudos. Disfrutan, muestran y tocan sus órganos sexuales. Comienzan la curiosidad
y las típicas preguntas sexuales sobre las diferencias sexuales, sobre el
embarazo, entre otros.
4. Etapa de
latencia. Alrededor de los seis años, los niños entran en esa etapa. Allí
empieza a aparecer el pudor y la vergüenza. Los niños ponen mayormente su
energía en el aprendizaje. La sexualidad vuelve a aparecer con más fuerza al
principio de la pubertad.
5. Etapa sexual. En
la pubertad y adolescencia comienzan a aparecer las fantasías sexuales
consientes, la actividad masturbatoria y el interés sexual genital por el otro
sexo.
Los padres no deben
convertirse en las personas con que sus hijos satisfacen su curiosidad sexual a
través de besos y toques incontrolables.
Más bien, deben acompañarse a sus
hijos en la evolución de su sexualidad y en el fortalecimiento emocional
de ellos mismos.
Los padres deben procurar de contribuir en la
buena educación sexual de sus hijos. Deben enseñarles el nombre correcto de cada órgano reproductor
de sus hijos, la función de cada uno de esos órganos, cuándo y cómo hacer buen
uso de los mismos.
Además, deben
enseñarles a sus hijos a tener privacidad de dichos órganos. Enseñarles a
evitar que otras personas lo puedan tocar o hacer uso de ellos para sus
conveniencias.
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