Pastora Omayra Font. Iglesia Fuente de Agua Viva / Puerto Rico |
Muy probablemente, en algún
momento de tu vida, hiciste alguna oración y te sentiste ignorado por Dios. La
fórmula para este tipo de casos es la misma que usó la mujer cananea: Sigue
insistiendo; sigue clamando.
Aun cuando sentimos que el
cielo está ignorando nuestra oración, y que nada está cambiando, tienes que
volver a clamar, y clamar con la palabra.
A nosostros también nos sucede
lo que le sucedió a esta mujer, porque el problema era que su hija estaba
siendo atormentada por un demonio, pero delante del Señor no fue el demonio el
que vino a interrumpir la oración de aquella mujer.
Hay personas que ven un diablo
en todo. Se les explota una goma, y resulta que es el diablo que ha querido
interponerse en su camino. Le desconectan la luz, y piensan que es el diablo
que no les ha permitido sacar los pies del hoyo, cuando en realidad es que
simplemente no pagaron la electricidad.
Nuestras más grandes peleas no
son con el diablo. Cristo terminó con él en la cruz del Calvario.
La oración de aquella mujer sí
quería ser interrumpida, pero no por el diablo o por el demonio que asechaba a
su hija, sino por los discípulos. No hacía falta que se levantara un diablo,
cuando había unos discípulos que estaban diciendo: Saca a esta mujer de nuestro
lado.
Muchas veces la interferencia
que encontramos en nuestra oración es a consecuencia de la opinión de la gente.
En el caso de los discípulos,
ellos no se dieron por enterados de que no era con ellos el asunto. No se
dieron por enterados de que en la historia lucieron como la interferencia de la
oración de una mujer, cuya boca no iba a callar.
Pero gloria a Dios que aquella
mujer no se dejó llevar por las palabras de los discípulos. Hay personas que
llegan a la iglesia con todo el ánimo de orar y porque un ujier les dijo que no
se podían sentar en tal lugar, se van sin su contestación.
El pueblo de Dios tiene que
aprender a insistir, y a no permitir que ninguna interferencia en nuestra vida,
quite la bendición de Dios de nosotros.
A veces la religión es la
interferencia. Sentimientos de culpa que te hacen pensar que no mereces algo de
parte del Señor, o te hacen pensar que hay gente que tiene más necesidad que
tú, y tú estás pidiendo por más, y eso trae culpa a tu vida.
No hay religión que deba
detener el que tú creas que Dios va a suplir todas tus necesidades conforme a
sus riquezas en gloria.
La mujer cananea ni tan
siquiera respondió a lo que dijeron los discípulos. Ella tiene que haber
escuchado lo que ellos dijeron, pero ella no prestó atención absoluta a eso.
Ella siguió enfocada, y su boca no calló.
Ante la interferencia, que tu
boca no calle. Ante los comentarios negativos, que tu boca no calle. Ante lo
que diga la gente a tu alrededor, que tu boca no calle. Ante la falta de fe de
otro, que tu boca no calle.
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