Dra. Susana Sánchez |
En
todo el texto bíblico hay una gran
preocupación de Dios por las próximas
generaciones. Dios toma en cuenta a la
niñez, se observa un énfasis deliberado de Dios en que sus grandes obras debían
ser compartidas sistemáticamente desde el seno de la familia y de generación en
generación Éxodo 10. De esa manera las
nuevas generaciones eran incluidas de manera creativa en el plan de Dios y la
nación.
En
el profeta Isaías capítulo 9, el uso de la metáfora “niño” como categoría
mesiánica será utilizada y re-significada por generaciones posteriores a partir
de contextos distintos. En este capítulo el niño nace. Nace en una situación de
promesa de paz y superación de la opresión. El texto retoma el anuncio del
Emanuel y apuesta por un período que estará definido por el derecho y la
justicia. El compromiso con los niños - contenido y forma - es la dinámica
programática, criterio de evaluación y de apoyo político (Isaías 11,1-2).
Luego nos encontramos en el NT con el anuncio de Salvación “Nos ha nacido un
niño en la ciudad de Belén”. Aquí, la propuesta es que el Mesías siempre debe
ser niño. Es claro que aquel niño que genera la expectativa mesiánica
crecerá... Será necesario rehacer el ejercicio y afirmar nuevamente la
salvación a partir de otros niños nacidos en medio de nosotros y nosotras. El
Mesías niño no crece. Cada generación está invitada a dejarse iluminar por la
nueva generación que llega. La novedad está, justamente, en la necesidad de
hacerse siempre como niños y colocarlos en medio nuestro, contenido y forma del
ejercicio siempre necesario de conversión de cada generación a la niñez.
“El hecho de que el Dios eterno, todopoderoso,
Señor del universo, decidiera irrumpir en la historia humana como un niño se
convierte en declaración teológica de cómo definir, de principio a fin el
proyecto salvador de Dios. En los evangelios de la infancia Mateo y Lucas, el mesías es niño y pobre,
nacido de mujer en situación de marginalidad. La escena del nacimiento puede
ser entendida como parte del carácter trágico de la existencia humana por sus
situaciones de precariedad e improvisación, tan parecida a la realidad
dominicana. Por un lado Heredes y todo
su sistema imperial que quiere matar el niño y por el otro la miseria y la
pobreza. Pero vemos también como el
cuidado y el amor de Dios se imponen en la
protección al Niño. Lo mismo
ocurre en el caso de Moisés tenia como destino final la muerte en mano del
faraón, como cada niño que nacía allí en medio del imperio opresor
Egipcio. Pero Dios preservó su vida y
Moisés llego a ser el libertador de su pueblo.
La
iglesia Evangélica en República Dominicana y cada uno de sus lideres, apostamos frente los signos
de muerte y destrucción, al derecho a vivir dignamente que tienen nuestros
niños y niñas, a revertir los poderes del faraón y de Herodes por signo de
esperanza y vida abundante. República Dominicana, con sus miles de niños y niñas por las calles de ciudades y
pueblos, trabajando en situación de esclavitud, lejos de cualquier servicio
digno de salud, educación y alimentación...
familias destruidas, cuya consecuencia es la suma de 2 millones de niños y niñas en condiciones
de vulnerabilidad y por consiguiente sometidos a todo tipo de
riesgo. Frente a esta realidad proteger
y cuidar a nuestros niños y niñas es
mucho más que una alternativa: es una necesidad y una exigencia a la cual Dios
nos está llamando.
Lo
que expresamos es más que un dato teológico interesante sobre la
niñez o un ingrediente para la discusión a la ley 136-03, no, lo que
expresamos es en un no innegociable al aumento de la pena. Pretender modificar
una Ley que no ha sido implementada, que no se ha invertido en procura de
hacerla funcionar, es seguir vulnerando a los
que históricamente han sido victimas de la negligencia y los falta de
oportunidades. Duplicar la privación de
libertad provisional y definitiva a los adolescentes que infringe la ley penal
le niega la oportunidad de los adolescentes a la reducación y reinserción. De
igual manera quisiéramos llamar la atención en la vulneración del derecho a la
defensa y los medios para hacerla valer.
Además de hacer un fuerte llamado de atención para todos
aquellos que ven, valoran y tratan a estos niños que delinquen como simples
"despojos" sociales, abandonándolos a un futuro incierto.
Expresamos
nuestra indignación al aumento de la pena igual como lo haría Jesús en estas circunstancias. Nuestro
trabajo con la niñez como pueblo evangélico, nos convoca a denunciar esta falta
de amor y compasión que muestran las autoridades legislativas, al no asumir su
responsabilidad con el contenido de esta ley vigente. Dios por su parte nos convoca a levantar la
voz por lo que no tienen, a tener un compromiso concreto en esta tarea impostergable como la defensa de los
indefensos y de los frágiles de la sociedad. Esto es así, porque la vocación
histórica de los discípulos de Jesús no es ser como los demás, sino ser
distintos, tanto en la forma de pensar como en la práctica de vida.
Consideramos
también que con este anteproyecto de Ley, los diputados van en contra de los
principios generales de protección de la niñez recogidos en la Convención sobre los Derechos del Niño, cuyo artículo 37, dice que la privación de
libertad debe considerarse como el último recurso en los casos de menores de
edad en conflicto con las leyes y durante el período más breve que se pueda.
Los
interesados en modificar la Ley están de acuerdo, y así lo expresan en el
anteproyecto, en que la delincuencia es el resultado de diversos factores de
riesgo y de la falta de respuesta social para los niños. Las teorías del
desarrollo social plantean que el comportamiento de los jóvenes se ve altamente influenciado por los vínculos que
desarrollan con los grupos sociales significativos (familia, escuela, grupo de amigos y
comunidad, siendo esta una etapa sumamente critica).
Queremos
dejar claro, que nosotros y nosotras, no estamos de acuerdo ni apoyamos el
hecho de que los adolescentes infrinjan las leyes, sino que apelamos a que se
tome en cuenta que la adolescencia es una etapa donde el individuo transita
entre la infancia y la adultez, y por tanto, es vulnerable a ser manipulado por
los adultos que los incitan a cometer delitos, quienes deben pagar. Una
evidencia de que la mayoría de los casos de violación de la Ley realmente no
son cometidos por los adolescentes es que, según el Informe de la Situación
Penitenciaria en la República Dominicana, de 22,330 personas que actualmente se
encuentran privadas de su libertad por cometer crímenes graves, sólo 575 son
adolescentes, lo que representa un 2%, mientras los adultos son un 98% de los
presos en el país, en este sentido proponemos: Que funcionen los sistemas
locales de protección en cada municipio del país, incluyendo a profesionales en
el área de la psicología, trabajadores sociales y maestros, en coordinación con
CONANI y que las iglesias sean incluidas en plan de transformación de las
comunidades en favor de la niñez.
Que
se ponga atención a la protección de la familia, pues la crisis social es el
resultado del deterioro de la misma.
c)
Que el Ministerio de Educación implemente programas para trabajar con niños,
niñas y adolescentes que presenten problemas de conducta, en lugar de que sean expulsados de las escuelas.
d)
La iglesia evangélica junta toda la sociedad se comprometa a ayudar a
implementar todo lo que esta contenido en la vigente Ley 136-03 y a que el Estado invierta más en
programas que aseguren el bienestar integral de la niñez.
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