Ing. Juan Betances
El ser humano nace en el momento
en que el espermatozoide del hombre alcanza el óvulo de la mujer y comienza a
gestarse una nueva vida.Desde ese momento, se inicia un proceso de formación de
la persona. Los sicólogos hablan de que con la personalidad se nace y que el
carácter se va formando conforme a las circunstancias, el medio ambiente y la
herencia, Esa nueva vida va adquiriendo rasgos que la individualizan, desde el
vientre materno, que la hacen única y diferente a las demás, con sus
características propias que definen como uno piensa, como actúa y como
reacciona.
1. ¿Persecución o muerte?
Cuando el hombre decide aceptar
la verdad de Jesucristo como el Dios hecho hombre, que murió y resucitó para
darnos vida, y decide entregarle todo su ser por completo a él, se produce en
nosotros un nuevo nacimiento. El nuevo nacimiento no se da en nuestro carácter,
que está compuesto de mente, emociones y voluntad, sino que toma lugar en
nuestro espíritu, convirtiéndonos en nueva criatura.
El espíritu es el que da la
vida. Al adquirir vida, surge nuestra alma, que es lo que somos, nuestro ser
carnal, con un cuerpo formado por la unión de un varón y una hembra, y un
alma.Al morir, nuestra alma y nuestro espíritu van al cielo: nuestra alma para
ser juzgada conforme a nuestras obras y nuestro espíritu vuelve a Dios de donde
salió y a quien le pertenece.
Haber confesado a Jesús como Salvador y haberlo recibido como Señor
de nuestras vidas no cambia nuestra mente ni nuestras emociones. Nuestras
actitudes, recuerdos, intenciones, propósitos y pensamientos no cambian.El
factor iniciador del cambio es la renovación de nuestra mente, la
transformación de nuestro ser por la renovación de nuestro entendimiento.
Al convertirnos en sus hijos,
damos derecho legal a Dios a que nos persiga con su amor hasta la muerte. Dios
nos llama y la respuesta del hombre a Dios no es para muerte, ES PARA VIDA.
2. Un paso necesario
El proceso de cambio en la vida
del cristiano se inicia con el nuevo nacimiento. Dios se conecta con nuestro
espíritu por su Espíritu.Para que la conversión verdadera, el cambio de actitud
se produzca, el cristiano tiene que despojarse del viejo hombre hecho conforme
a los deseos de este mundo y revestirse del hombre nuevo hecho a semejanza del
varón perfecto que es Cristo Jesús.
Nuestro ser completo es espíritu
con un alma alojados en un cuerpo. Somos imagen y semejanza de Dios porque
somos tripartitos al igual que El. Dice I Juan 5:7:” Porque tres son los que
dan testimonio en el cielo; el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos
tres son uno”.
Dios habla al hombre a su
espíritu y no a su mente ni a sus emociones. Dios habla al corazón, a la
conciencia del hombre, por su Espíritu.Para nuestro crecimiento espiritual,
Dios permite que el hombre pase por situaciones y procesos, para cumplir su
propósito en nuestras vidas. El nos eligió desde el seno materno y nos llamó
con lazos de amor por su gran misericordia.
Si el hombre lo tuviera todo en
este mundo, ¿pensaría en Dios? Si todo lo que necesitamos para vivir lo obtuviéramos
sin esfuerzo, ¿estaríamos dispuestos a considerar a Dios? Para llegar a la
madurez espiritual, hay que esforzarse. Para ser bendecidos con una vida
abundante, hay que renunciar a lo que nos gusta para agradar a Dios, hay que
despojarse de lo que nos separa de Dios para consagrarnos por completo a El.
La Biblia nos dice en Ez. 4:8:”
Y he aquí que pongo sobre ti ataduras, y no te volverás de un lado para otro,
hasta que hayas cumplido los días de tu asedio”.Dios permite las trabas y las
circunstancias adversas, no porque quiere mal para sus hijos, sino para
permitirles crecer. Es un paso necesario.
No te volverás de un lado para
otro significa que nos mantiene enfocados en él, en necesidad diaria y
permanente (de comida, de vestido, de afecto,…) y todo hasta que hayas cumplido
los días de tu asedio
3. El alimento de bendición
Ez. 4:9 dice:” Toma también
trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y avena, y ponlos en una vasija, y hazte
pan de ellos; según el número de días que te acuestes sobre tu lado, trecientos
noventa días comerás de él”.
Decíamos que el ser completo del
hombre está formado de tres partes, porque Dios es Trino, y es ahí donde reside
el hecho de que somos imagen y semejanza de Dios.
El cuerpo del hombre tiene tres
partes: cabeza, troco y extremidades. El alma tiene tres: mente, emociones y
voluntad, y el espíritu tiene comunión, intuición y conciencia. En numerología,
el numero nueve (9) significa bendición, multiplicación, es 3x3. El tres es la
manifestación de Dios, conforme a su propia naturaleza. Si Dios habla dos veces
confirma, pero si lo hace tres actúa.
En la historia bíblica, el tres
es el número de la manifestación de Dios: tres días esperó Abraham para salir
hacia el monte al sacrificio de su hijo Isaac; tres días duraron los israelitas
en cruzar el Jordán; tres días duró Jonás en el vientre del pez.
Cuando los fariseos le pidieron
a Jesús una señal que probara lo que decía, les dijo que si no creían lo que
les decía, al menos le creyeran por las obras que hacia, porque ellas daban
testimonio de El. Y les dijo que no le daría otra señal mas que la de Jonás,
porque en tres días podía destruir el templo y en tres levantarlo de nuevo, en
referencia a su muerte y resurrección.
Tres veces negó Pedro a Jesús y
tres veces lo afirmó luego. A los tres días resucitó Jesús porque era la
consumación de su naturaleza de Trino y Uno, tres personas en una sola, la
Divinidad; porque todo lo perfecto, lo sublime y puro, ocurrió en tres: 30 años
de vida oculta, 3 que es Dios y 0 que es el inicio de la “llegada de la hora”;
3 es el período de su predicación; 33
años de vida, Dios culmina a los 3 años y medio su manifestación pública a los
hombres y en 3 días resucita.
Arrestado al amanecer el día,
condenado tres horas más tarde, crucificado tres horas después, muere tres
horas posterior y es bajado de la cruz al atardecer, tres horas más tarde. ¿Y
cuántos fueron al sepulcro y dieron testimonio de su resurrección?
Según el numero de días que te
pongas sobre tu lado, trescientos noventa días comerás de elsignifica que
cuando nos hacemos vasija para que el pan de vida alimente nuestras vidas, hay
bendición de Dios, hay multiplicación, hay prosperidad, hay abundancia, pues
podemos comer de los mejores y abundantes frutos, porque hay una cosecha grande
preparada por Dios para darnos alimento de bendición.
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