Margarita Garcia.
La biblia es el jardín del amor
en el cual florece todo lo que Dios nos ha revelado para que podamos encontrar el camino que
conduce a la vida eterna. Sus páginas dan testimonio del gran amor de Dios por
su pueblo, un amor tan profundo que traspasa los límites del entendimiento. Un
amor que lo llevó a dar a su único hijo para que todo aquel que en él crea no
se pierda sino que tenga la certeza de tener en su vida el goce de todo el bien
y las misericordias que solo él puede dar.
Ese amor del padre fue manifestado
a través de su hijo quien se entregó a morir en la cruz. El mismo Jesucristo
quien al resucitar de entre los muertos después de arrebatar el dominio y el
poder terrenal de las garras del maligno se lo entregó a la Iglesia dándole
autoridad sobre todo principado, potestad, gobernadores y huestes de maldad en
las regiones celestes.
La Iglesia de Jesucristo, debe
corresponder a este gran amor y debe ataviarse como una novia que espera por su
marido. Ella debe encontrar su deleite y
entrar en una plena intimidad para que el aceite de la unción permanezca y no
se agote hasta que sea anunciado el regreso del esposo.
Una Iglesia en crecimiento es
aquella que pone prioridad y sobre todas las cosas a Cristo, que busca
primeramente su Reino y su Justicia, segura que las demás cosas serán
añadidas.Pues aún antes del nacimiento del salvador se había anunciado su
venida por medio del profeta Isaías. Profecía que le fue confirmada a José
cuando supo que María había concebido
"Pensando él en esto, he aquí un
ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas
recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu
Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a
su pueblo de sus pecados. (Mateo 1:20-21)" Revelación que trasciende en el tiempo
hasta nuestros días en los cuales seguimos siendo testigos de las constantes
manifestaciones del amor de Dios a través del Espíritu Santo.
Cristo, por medio de su iglesia,
continúa iluminando los caminos de la humanidad, llevando sanidad a los
enfermos, protección al desamparado, cobija al que tiene frío y alimento al que
tiene hambre. Ese es nuestro papel aquí en la tierra, abonar diligentemente ese
jardín de amor que Dios nos regala constantemente y, nos brinda en su palabra
todas las herramientas necesarias para que esa obra podamos realizarla a
plenitud.
Dios es amor, nosotros, la
iglesia de Cristo, también somos amor. El mundo necesita sentir el amor de Dios
en nuestro accionar, en nuestras palabras y en nosotros mismos como ejemplos de
vida cristiana. Esta, hermanos míos, es la esencia del gran amor que a cada
instante nos revela el Creador.
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