lunes, 28 de enero de 2013

LA BUENA CONCIENCIA


Ing. Juan Bentances

1. Una voz a la conciencia
Cuando el rey David presentó delante de Dios su propósito de edificar una casa en la cual reposara el arca del pacto del Señor, y había preparado todo para edificar, Dios le dijo:” Tú no edificarás casa a mi nombre, porque eres hombre de guerra, y has derramado mucha sangre” (I Cr. 28:3). Dios le instruyó para que su hijo Salomón edificara, y le dijo:” yo confirmaré su trono para siempre, si él se esfuerza en poner por obra mis mandamientos y mis decretos como lo hace hoy”(7).

Delante de todo el pueblo de Israel y de toda la congregación, David le dijo:” Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón entero y con ánimo generoso, porque el Señor escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscas, lo hallarás; mas si lo dejas, él te desechará para siempre”. (9)

En la dedicación del templo, cuando acabó Salomón de orar y suplicar, “ se levantó de estar de rodillas delante del altar del Señor, con sus manos extendidas al cielo, y puesto en pie, bendijo a toda la congregación de Israel, diciendo en voz alta:” (…) Sea, pues, perfecto vuestro corazón para con el Señor nuestro Dios” (I R. 8:54-55 y 61). Observemos que el deseo de Salomón era que el corazón de todos los que allí estaban fueran perfectos delante de Dios. Es lo que Dios exige  cuando vamos a su presencia a buscar su rostro: un corazón puro, recto y santo; que nosotros podamos ser un reflejo de su gloria. El es Santo, tres veces santo, perfecto. El es el único que viniendo a la tierra nunca cometió pecado, no hubo engaño en su boca, y tenia toda la autoridad sobre todos los principados, potestades, gobernadores, huestes de las tinieblas, y todos los demonios.

La conciencia es una voz interior que define el bien y el mal, es esa voz que discierne lo agradable y desagradable a Dios. La Palabra de Dios nos habla de justo juicio de Dios y dice en Ro. 2:” Pero por tu dureza y tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en hacer bien, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos, y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia”. (5-8) “ porque ante Dios no hay acepción de personas (…) (porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los cumplidores de la ley serán justificados. Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, estos aunque no tengan ley, son ley para si mismos, los cuales muestran la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos)” (11 y 13-16). Si usted hace el bien, si es una persona que hace lo que a Dios le agrada y demuestra que El está con usted, usted es una persona que tiene vida eterna, asegurada para aquellos que se apropian de la obra redentora de Jesucristo, y Dios no hace acepción de personas. 

La voz de la conciencia nos ayuda a hacer el bien. II Co. 1:12 dice: “Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con ustedes”. Dios nos habla al espíritu por medio de su Espíritu. El Espíritu de Dios nos convence de pecado. No es nuestra propia sabiduría la que da testimonio, sino la gracia de Dios puesta en nosotros. La voz a nuestra conciencia es la voz de Dios.

¿Como viene la gracia? Cuando nos conectamos con Dios a través de Jesucristo, nuestro espíritu se conecta con su Espíritu; Dios nos conecta con la fuente que lo une a El: el Espíritu Santo, el cual habla a nuestra conciencia.

2. La buena conciencia (II)
Jesús es la prueba del amor de Dios para con nosotros. "Porque de tal manera nos amó Dios, que envió su Hijo unigénito al mundo, para que el mundo no se pierda, sino que sea salvo por medio de El." (Jn. 3:16)

Jesucristo es la imagen del Dios invisible, la manifestación de Dios a los hombres. El mundo visible fue hecho por lo invisible, pero el Dios invisible, creador de todas las cosas, se dio a conocer a los hombres, es Dios conocido: su nombre es Jesús. Es decir, que nosotros no proclamamos una creencia en una doctrina solamente, sino que proclamamos una fe en un Dios que se manifestó a los hombres, un Dios conocido, cuyo nombre es Jesús de Nazaret. El Espíritu de Dios estaba por completo sobre El, residía en El. Ese mismo Espíritu lo pone en nuestros corazones, cuando lo confesamos y creemos en su nombre.

Dice el apóstol Pablo que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. Dios pone su Espíritu en nosotros para que tengamos una relación personal, cercana y directa con él, para proveer instrucción permanente a nuestra conciencia, para ensenarnos, para instruirnos, para que no nos desviemos, para caminar junto a nosotros y guiarnos a toda verdad, algo que no gozaban los santos en el A.T., porque ahora el Espíritu Santo viene a morar dentro de nosotros. Si, esa influencia permanente dentro de nosotros es que transforma esa mala conciencia, la conciencia cauterizada por el pecado, El la restaura, la regenera, la transforma y ahora nos hace vivir una buena conciencia en el Señor. Es decir, que el Espíritu nos instruye, nos dirige, nos enseña  lo que debemos de hacer, podemos nosotros caminar junto a El, ser guiados por El, y guiados a toda verdad. Porque los espíritus demoniacos nos llevan a la mentira, a la destrucción, al engaño, a la confusión, pero el Espíritu de Dios nos lleva a la vida, a la verdad, al amor de Dios.

Ro. 8:10-11 dice” Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquél que levantó de los muertos a Jesús mora en ustedes, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también sus cuerpos mortales por su Espíritu que mora en ustedes”. Y más adelante dice:” Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios”. (14)

Nos convertimos en hijos de Dios cuando creemos en Jesús y lo confesamos. Si somos guiados por El, somos sus verdaderos hijos. Mucha gente dice ” voz del pueblo, voz de Dios”, pero la verdadera voz de Dios es la de su Espíritu, el que no vemos, como el aire, pero sentimos, como la brisa. El Espíritu Santo es una persona, es el Espíritu que habitaba en la persona de Jesús de Nazaret, que era Dios: es el Espíritu de Dios. “ El Espíritu mismo da juntamente testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (16). “Y de igual manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Y el que escudriña los corazones, sabe cuál es la mentalidad del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (26-27). Los santos son los vivos, los que pueden alabar a Dios en vida; los muertos están ya muertos y no pueden alabar a Dios. Los santos son aquellos que santifican con su vida a Dios cada día y mueren cada día, para que Jesucristo florezca en ellos.

El apóstol Pablo nos habla de la buena conciencia. Le dijo a Timoteo:” (…) te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, pelees por ellas la buena batalla, manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos” (I Ti. 1:18-19). La conciencia se limpia en nosotros por el sacrificio de Jesucristo en la cruz, por el derramamiento de su sangre. Cuando pecamos de manera sistemática, escuchamos espíritus engañadores. Cuando renegamos de la fe, nos inclinamos a doctrinas de demonios, “ que con hipocresía hablarán mentiras, teniendo cauterizada la conciencia, (…)” (4:1-2). 

Una conciencia cauterizada es aquella que no resiste reparaciones, que ha cerrado sus heridas de manera desviada y descontrolada, no uniforme. La mentira, la murmuración, el chisme, los celos, las contiendas, los falsos testimonios, los engaños, los robos, la falsedad cauterizan nuestra conciencia. Una conciencia cauterizada es aquella  que está dañada, afectada, y que no se puede restaurar, que no soporta reparaciones. Es cuando la gente se ha encerrado en su maldad y pecado, cuando no dispone su corazón para ser tratado por Dios 

Un cristiano débil tiene una conciencia débil. La fe de un cristiano débil puede ser destruida. El apóstol Pablo habla del testimonio de su buena conciencia. Su fe era firme, había aprendido a depender de Dios en todo. Dijo:“ ya no vivo yo, Cristo vive en mi”. Y también dijo:” les aseguro (…) que cada día muero” (I Co. 15:31).

3. Corazón puro para Dios (III)
En Ro. 8:38-39 el apóstol Pablo dijo:” Porque estoy persuadido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús nuestro Señor”. Y a seguidas añadió:” Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia da testimonio conmigo en el Espíritu Santo”.

El testimonio de una buena conciencia está basado en el amor de Dios. Si Dios no esta en nuestro corazón, nuestra naturaleza carnal nos induce al pecado. Si el Espíritu de Dios no está en nosotros, para interceder en nuestras debilidades, caeremos fácilmente en las garras del Enemigo. Pero cuando el Espíritu de Dios camina con nosotros, está siempre a nuestro lado, damos potestad al alfarero para que nos moldee conforme a una conciencia limpia, nuestra masa de barro se convierte en vaso de honra en sus manos; somos refinados como el oro, transformados por el fuego de su poder; somos luz que resplandece en medio de la oscuridad, que brilla conforme al resplandor de la gloria misma de Dios.

El salmista David oró diciendo:” Oh, Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme. No me eches delante de ti; y no me retires de mi tu Santo Espíritu” (Salm. 51:10-11).

Los hábitos, las costumbres y las actitudes equivocadas ensucian nuestra conciencia y pueden cauterizarla. Los pensamientos de bien, pensamientos de paz, los propósitos correctos, la integridad y rectitud de corazón, producen frutos de bendición.

Hoy es el día para levantar el altar de Dios en nuestros corazones, para construir un tabernáculo de adoración permanente a su presencia. Hoy es el día para edificar una casa, con manos limpias, con corazón puro para Dios. Hoy es el día para esforzarnos en poner por obra los mandamientos y decretos del Señor, en obedecerle, y levantarnos delante de todo el pueblo, y como Salomón, con nuestras manos extendidas al cielo, y puestos en pie de batalla, proclamar en voz alta:” será perfecto mi corazón para el Señor mi Dios”.

Como el salmista, diremos:” Señor, tú me escudriñas y me conoces, conoces mi sentarme y mi levantarme, percibes desde lejos mis pensamientos, escudriñas mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos, Pues aún no esta mi palabra en mi boca, ya tú la conoces. Tu conocimiento es demasiado maravilloso para mi, no lo alcanzo a comprender. Te alabo, porque prodigiosas son tus obras, formidables son. Y mi alma lo sabe muy bien”. (Cf. Salmo 139) 

¡Qué  maravilloso tener un corazón para Dios, puro y limpio!, porque ellos disfrutaran de vida plena y abundante en la tierra, “bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”.

1 comentario:

  1. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
    EN LA CONDUCCION DIARIA

    Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

    Ejemplo:

    Ceder el paso a un peatón.

    Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

    Poner un intermitente

    Cada vez que cedes el paso a un peatón

    o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


    Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


    Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


    Atentamente:
    Joaquin Gorreta 55 años

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