viernes, 25 de enero de 2013

Año de Duarte: ¿homenaje o falsía?



Dr. Néstor Sabiñón
Este 2013 conmemora el bicentenario del nacimiento de Juan Pablo Duarte, razón por la cual se crea una Comisión Organizadora de los fastos de esta fecha, compuesta por los más preclaros e insignes representantes de organizaciones patrióticas y del alto clero católico.

No entraré en las conmemoraciones porque desconozco el programa, por lo que mal haría opinando sobre algo de lo que no tengo la más mínima idea, aunque se han anunciado múltiples actividades en suelo patrio y en la diáspora. Otra razón me asiste, es la moral, ya que dudo si estos homenajes puedan servir como compensación a esa tan curiosa amnesia moral e histórica del dominicano y del latinoamericano. 
 
Pregúntense, primero que todo, cuántos dominicanos conocen a cabalidad a Duarte. Un porcentaje ínfimo, y si nos enfocamos en la juventud, este porciento se deprime y desploma aún más, lo cual es descorazonador.

Entre los que conocen o dicen conocer la vida y obra de Duarte, indaguen si este país cumple con lo soñado y proyectado por el patricio. La realidad, estamos a años luz de lo que él deseó para nosotros.

Continúen el ejercicio intelectual e investiguen cuántos conocen alguna frase dicha por él, y la realidad es ostensiblemente desoladora. Desconocemos, ignoramos y marginamos al ideólogo de nuestra independencia.

Como si fuera poco, para aumentar el contraste con el boato que tendrán las celebraciones oficiales, todo el Sector de Santa Bárbara, que era una tacita de cristal, está convertida en un estercolero, ya que han hecho unas reparaciones y nunca las terminaron debidamente, por lo que todo el barrio donde el Padre de la Patria se cría y fue bautizado está en unas condiciones lastimeras.

No estoy en contra de estas conmemoraciones. Al contrario, creo que sumarán algo positivo, que es el hecho de sacar a Duarte del olvido, y hacerlo humano y querible ante la población, ya que muchos lo ven como un ser lejano e inaccesible, cuando fue todo lo contrario. Un ser preñado de defectos que se sacrificó por una idea (nuestra independencia), y por la cual se privó de todo.


 Su historia se resume en tenacidad, en fe y en el poder del sueño convertido en realidad palpable. Aún muriendo de tuberculosis en Venezuela, nunca se olvidó de su patria, a pesar de que sólo después de muerto reconocimos sus méritos y gracias a uno de sus biógrafos y defensores más eficientes, el licenciado Juan Daniel Balcácer, obtuvo la posición merecida en el olimpo de los héroes nacionales.

Deseo, y esto de corazón, que el año 2013 sea el año que el inconsciente colectivo finalmente conozca a Duarte y lo haga suyo, permeándose de sus sueños e ideales, adaptándolos a las realidades del siglo XXI. Sólo así construiremos ese país deseado por todos con igualdad y justicia, o al menos, trillaremos el camino con lo que Dios y los hombres nos han legado, para que esas nuevas generaciones, imbuidas en el mensaje y acción duartianas revolucionen nuestra sociedad. 

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