Tabernáculo
Prensa de Dios, en una visión de apoyo de crecimiento y desarrollo espiritual
que fortalezca la fe en el cuerpo del Señor, busca que reflexionemos el ánimo
de los pensamientos falsos de inseguridad, que disminuyen la vida de plenitud,
en la gracia del amor, la fe y esperanza, sustento del alma para los corazones
de hombres y mujeres, quienes han confiado sus vidas en las manos de Dios y
aspiran ver su nombre escrito en gloria.
Bien
es cierto, por la palabra de Dios en la Biblia, que somos objeto de un constante batallar en el proceso de
crecimiento a la estatura de un varón perfecto, para una dimensión de gloria en
gloria. En el retrato de la esperanza, vemos que la imagen del espíritu de la
paz de Dios y la concordia que debe reinar entre los hombres y mujeres casados,
solteros, viudos, separados y abandonados, permite ver el deterioro de este
retrato, como en el tiempo de la naturaleza de espíritus de viudez, que
envilecen el alma con estados emocionales de sentimiento de culpa, depresión, angustia,
de soledad, dolores por traición, frustración en duelo de parejas, conyugues,
miedo o temor en la danza del olvido.
La
viudez en una mujer puede calificarse de diversas maneras, no tratándose solo
de la ausencia del amado fenecido, sino muy bien pudiera decirse que, las
carencias de estimaciones vitales para la vida del ser humano, pudieran
enviudar la falta de sus valores de la paz, la esperanza y el amor en el corazón de un hombre y una mujer.
En
el círculo de la familia, el sustento que sosega el deseo de vivir en armonía
conyugal va a depender de la madurez que se haya alcanzado con los años de la
experiencia, que conjugan los fundamentos en un modo de vivir. Más aún, es
sabido que todos tenemos diferentes formas disfrutar la felicidad, y es amándonos,
como llegamos a la felicidad plena; porque la educación con que nos forman, va
forjando un carácter, un modo de ser, de apreciar con x valor las cosas
negativas y las cosas positivas, en el común denominador del desarrollo de
nuestro potencial, que consiste en una versatilidad, que deriva en ser
diferentes.
El
concepto de cultura nos enseña que su significado tiene sus raíces en la manera
de ser, de sentir, de hablar, pensar, ver, oír, en hacer nuestra música, en pintar nuestras pasiones, en escribir
versos. Eso es lo que somos igualmente,
en la manera de buscar el ser felices. Pero hay un común denominador en la
humanidad, y es que el valor de una persona carente de recursos, vacios para
sobrevivir, nos comunica su valor fisiológico, espiritual y emocional, por
nuestras propias experiencias, en momentos vividos en iguales condiciones. De
modo que hablamos de algunos ejemplos que envuelven el alma, el corazón, el
espíritu y la mente, robándonos el
aliento de la vida.
Cuando
una mujer enviuda la compañía del que ama su alma, ésta mujer encuentra su alma
en el luto de la danza, entre la vida y la muerte. Porque parte de ella se ha
ido sin ella misma. El dolor que cala los pálpitos de su corazón experimenta la
muerte en vida. Así mismo nos cala la vida en diferentes circunstancias
humanas, que deben comprenderse desde el hecho mismo de su realidad sufrida.
Desde
la cosmovisión de la bíblia y teológía, pudiéramos citar el caso palpable del
profeta Elías, frente a la viuda de Sarepta de Sidón, 1Reyes 17: 8-16 Vino
luego a él palabra de Jehová, diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y
mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente.
La
historia nos relata que Dios ordenó al profeta Elías ir a la casa del hogar de
aquella mujer, a ser servido con excelencia de todo corazón; pero las
condiciones económicas en ese tiempo estaban siendo castigadas, por una
profecía que leccionaba en una crisis de economía en la canasta familiar. El
mismo profeta estaba viviendo esas condiciones de hambruna, pero bajo la nube y
bajo la alianza del Espíritu de Dios.
En
un estado natural humano, aquella mujer tenía sobradas razones para creer que
se iba a comer con su hijo un último bocado, deseado, delicioso; pero, un
último bocado, para morir ella y su hijo, porque ya no tenía para más. De modo
que su esperanza estaba cifrada en un
último bocado para ella y su hijo, a fin de no morir, por este nivel de crisis,
de tempestad, que hacía difícil servirle al hombre de Dios, humanamente hablando.
Pero el profeta Elías, hablándole por el
Espíritu de Dios, y enviado por Dios, profetiza a aquella mujer diciendo:” de
cierto te digo, así te dice Jehová, que si me sirve a mi primero, que si me
cose a mi primero el cocido, no escaseará la harina, ni el aceite, ni el trigo,
pues tendrá para ti y tu hijo satisfactoriamente, y continuamente podrás vender para pagar lo que debes, y no
escaseará”.
En
los tiempos que vivimos hoy, existen muchos espíritus de viudez de diferente
naturaleza en las iglesias cristianas. La falta de buena moral en la conducta
conforme a los principios que norman las promesas de Dios para nuestras vidas,
son un tipo de viudez, cuando los ministerios en sus distintos órdenes, no
emplean su sacerdocio como lo dice la Biblia. La iglesia enviuda, por la falta
de obediencia, respeto y honra de los hijos hacia los padres; y los padres que
causan ira en los corazones de sus hijos, hablan de un tipo de viudez. La falta
de misericordia, compasión y humildad es un tipo de viudez que envilece a la
iglesia; la falta de no obedecer, como dice la Biblia, en dar ayuda a los
huérfanos, viudas y extranjeros, envilece al ministerio comunitario de la
iglesia. La falta de que, en la pareja de matrimonio, no haya detalles que
renueven el romance del AMOR entre los dos con humildad, respeto, confianza,
seguridad y verdad, envilece a la familia.
La
falta de conciencia, sensibilidad emocional, espiritual y social, en los
atuendos femeninos y masculinos,
afectando la atracción natural para
llevarlo a un derrotero en la fe, envilece a la iglesia en espíritu de
viudez. La falta de esencia espiritual en comunión de espíritu y verdad, de
humildad en la alabanza de los cantores y los músicos, y en la danza, y de
exaltar a Dios, envilece el espíritu de poder, con el espíritu de viudez en el
ministerio de los levitas. La falta de respeto a la autoridad y a los ministros
de Dios, la falla en llevar a la iglesia a creer que la prosperidad, económica,
financiera, material, es lo que representa las bendiciones del reino, y no la
comunión con el Espíritu de Dios, en espíritu y verdad; la falla de buscar
dinero de manera despiadada, sin considerar la situación personal de necesidad
del pueblo de Dios, esto es vileza de espíritu que enviuda a la iglesia. La
falta del Espíritu Santo está provocando el rechazo de Dios a la solución a las
necesidades del ser humano en la iglesia, porque lo hemos sustituido por el
amor al dinero, el culto a la personalidad y a las ambiciones desmedidas. La
falta de respeto, ética y temor de estar usando un bendito celular o BB en los
cultos, menospreciando la comunión con lo que se celebra, desdice mucho de
reverenciar en temor a Jehová, Dios de los ejércitos; y a su Santo Espíritu,
cuando estamos reunidos en la congregaciones para alabar y adorar a Dios en
espíritu y verdad, ya sea en los cánticos, recolección de diezmos y ofrendas, y
en el mensaje de la palabra de Dios que predica el ministro.
¡¡¡Basta
ya!!! De seguir creando dioses como el becerro de oro en el Antiguo Testamento,
como el tiempo de Moisés. Creando con
religiosidades, visiones falsas de la verdadera esencia del Espíritu Santo de
Dios. Creando pequeños reinos dentro del Cuerpo de Cristo, orientados a
satisfacer intereses particulares y ambiciones egoístas de sus patrocinadores,
con culto al ídolo de la personalidad, al dios dinero y buscando engrandecer a
la persona y no a Dios. De continuar las prácticas de destruirnos unos con
otros, al considerar a toda persona que no sea parte de “mi visión” como un
enemigo a quien enfrentar, porque no representa “mi grupo” particular ni
contribuye con “mis proyectos” en Dios.
¡¡¡Cristianos!!!
Hagamos un alto en el camino y decidamos la senda del Camino, la Vida y la
Verdad, Cristo Jesús, nuestro SEÑOR, el Salvador del mundo. Es tiempo, y ha
llegado la hora inminente, de asirnos de la investidura, la autoridad y el
poder que nos ha sido delegado, en nombre del Dios Padre, Dios Hijo y de su
Espíritu Santo. ¡¡¡Iglesia!!! Cristo viene ya.
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