Lic. Emilia de la Cruz |
Ando por las calles cabizbaja,
arrastro una carga muy pesada, me aferro a mis propias fuerzas, manejo mis
propios criterios; insisto en el sufrimiento, me caracteriza el cansancio
extremo, me encierro en mi misma, busco en mi interior razones, no entiendo todo
lo que pasa, continuo avanzando con esfuerzo extremo.
Siento sed, estoy agotada, camino insistentemente sin
rumbo, solo se que no estoy bien, miro a mi alrededor, quiero respuestas,
necesito descanso; ya mis pies marcan un camino muy incierto, no puedo parar,
no veo como retornar, todo se torna oscuro… auxilio!!!!!!!!!!
Así es la vida sin Dios, sin su
dirección, sin su control; una vida hacia la confusión, hacia el vacio,
llevando cargas pesadas, haciendo esfuerzos y concentrando energías sin que haya
solución humana a tu situación.
Aun habiendo conocido al Señor
Jesucristo, teniendo sus promesas, lucimos ansiosos y desconfiados, queriendo
solucionar situaciones con nuestras propias manos, a nuestro modo; pensando que
Dios se ha olvidado de nosotros o que necesita
nuestra intervención para responder nuestras peticiones.
Dios es fiel, El tiene control
de tu vida; sabe el momento preciso que ha de darte lo que tanto esperas. A pesar de sus muchos hijos, trabaja de
manera individual cada caso; siempre llega a tiempo y siempre ha de darte lo
mejor.
¿Qué padre de vosotros, si su
hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le
dará una serpiente? 12 O si le pide un Huevo, le dará un escorpión? 13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar
buenas dádivas a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el
Espíritu Santo a los que se lo Pidan? Lucas 11:13
No busques solucionar
situaciones con tus propias fuerzas, no cargues innecesariamente una cruz tan
pesada, acércate a Jesús y confía en El.
El puede sanar tus heridas, llenar tu vacio, guiar tus pasos a sendas
seguras, dar respuestas a tus interrogantes, responder tus inquietudes.
No depende de tus esfuerzos, de
tu sacrificio hallar respuestas, solo confía en Dios, espera en El y El hará;
confiar es abandonarse en sus manos, es esperar todo el tiempo que sea
necesario, es descansar confiadamente, sabiendo que Dios está trabajando en tu
lugar; mientras esperas ocúpate de sus cosas, El se está ocupando de las tuyas.
Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro. Hebreros 4:16
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