Por Miguel A. Matos
Hay muchas historias de amor y
todas son interesantes cuando está de por medio este sentimiento tan hermoso
que se produce entre los seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios.
El apostol Pablo dice que "el amor es
sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se
envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda
rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre,
todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta., El amor nunca dejar de
ser", (1 Cor. 13:4-8).
La Biblia dice: "Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna", (Juan 3:16).
Se cuenta la historia de una joven que conoció
a un apuesto fotógrafo, entablaron una linda amistad y pronto nació entre ellos
un fuerte sentimiento de atracción. Un día cuando ella estaba ayudándolo a
revelar sus fotos, fue a buscar un químico que se encontraba en un estante, por
lo cual necesitó esforzarse para alcanzarlo, debido a sus escasa altura.
Al hacerlo, involuntariamente volcó la botella
mal cerrada, cayendo el líquido sobre sus ojos. Si bien fue llevada a la
clínica de manera inmediata, el esfuerzo resultó en vano, pues el químico ya
había hecho el daño, dejándola ciega. Ella estaba muy dolida, no solo por el
accidente que afectó su vista, sino también al sentirse abandonada por el
hombre que ella amaba, por lo tanto con mucha tristeza y decepción continuó su
vida habitual.
Pero había un nuevo capítulo en su vida, al
cabo de un tiempo, surgió una nueva esperanza, un trasplante, era la única
posibilidad de recuperar la vista, esta intervención se concretó con éxito y
finalmente pudo recobrar su vista.
Solucionado este tema, recordó aquella
historia de amor que había quedado pendiente y tomó la decisión de buscar a ese
joven que tanto amaba. Lamentablemente, él ya no vivía en el mismo lugar, se
había ido, sin dejar noticias, ni despedirse.
Un día caminando por el puerto, lo vio sentado
a la orilla, a su lado un perro; se acercó con la intención de pedir
explicaciones, con una mezcla de enojo e indignación por haberla dejado cuando
mas lo necesitaba. Sin embargo, al acercarse se dio cuenta que ahora era él
quien no podía ver, la amaba tanto que había sido capaz de donar sus ojos para
que ella pudiera ver.
Que historia de amor! si este hombre dio algo
tan preciado como sus ojos, imagínate ahora el sacrificio que hizo Cristo no
dando solamente su vista, sino toda su vida por ti y por mí.
Cuanto amor tiene para con nosotros que a
pesar de nuestras acciones, reacciones, pensamientos negativos, Dios no se
arrepiente de haber dado lo más preciado, a su único Hijo en rescate por todo
el mundo.
"Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de
todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue
llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y
no abrió su boca", (Isaías 53:6-7). Ahora podemos disfrutar de su gracia,
bendición y vida eterna. Si tu deseas darle algo a Dios, ¿qué le darías?,
Ámalo, dale lo mejor de ti, sin privaciones, ni reservas como Él lo hizo.
Tal vez no te sientas amado, o quizás estés
inseguro acerca de cuanto le importas a los que te rodean, o sencillamente te
sientes rechazado, puedes estar seguro, que hay un amor mas grande, el amor de
Dios, que te ama como eres y sin condiciones.
Comienza hoy a vivir en la seguridad y plenitud de reconocerte
perfectamente amado por tu Padre. Ahora tú eres el protagonista de esta
preciosa historia de amor.
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