Pastor Luis Reyes |
DOS CLASES DE
CUERPOS
Tanto el
Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento le otorgan un gran valor al cuerpo
humano. En el Hebreo antiguo, se usaba para cuerpo el término “Basar”; y en el
griego del Nuevo Testamento, “Soma”. En la teología del apóstol Pablo solo
existen dos cuerpos. “Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrenales” 1Co. 15:40.
También les llama cuerpo animal y cuerpo espiritual. “Hay cuerpo animal, y
cuerpo espiritual” 1Co. 15:44. Uno es la gloria de los celestiales, y otra la
de los terrenales (1Co. 15:40). Cuerpo corruptible y cuerpo incorruptible (1Co.
15:42). Cuerpo de debilidad y cuerpo de
gloria y poder (1Co. 15:43). Cuerpo de deshonra y cuerpo de gloria (1Co.
15:43). Al cuerpo de la vieja creación en Adán se le llama cuerpo terrenal,
cuerpo animal, cuerpo corruptible, cuerpo de debilidad y cuerpo de deshonra. En
tanto que, al cuerpo de la nueva creación de la resurrección en Cristo, se le
llama: cuerpo celestial, cuerpo espiritual, cuerpo incorruptible y cuerpo de
gloria y poder. Las dos clases de cuerpos son de una naturaleza completamente
diferente: uno es débil y perecedero, y el otro glorioso y eterno.
Cristo tuvo
un cuerpo físico y terrenal con las limitaciones de los humanos, ya que fue
ciento por ciento hombre. En ese cuerpo fue crucificado en el Calvario, sufrió
fuera de la puerta de Jerusalén. (Mc. 20:20-47; Heb. 13:11-12). En el libro de
Hebreos dice: “sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo”
(Heb. 10:5), El cuerpo de Jesús es el cuerpo de la ofrenda verdadera, el cuerpo
del cordero de la expiación eterna. Cristo, al resucitar, inauguró el cuerpo de
gloria, el cuerpo celestial, el cuerpo del mundo del mañana, el cual es el
resultado del poder de Dios en su multiforme sabiduría y poder (1Co. 15:35-49).
RESURRECCIÓN
DE JESÚS
La resurrección
de Cristo y el testimonio de la resurrección de Jesús en los evangelios es
evidente (Mt. 28:1-8; Mc. 16:1-8; Lc. 24:1-49 y Jn. 20, 21:21), y el testimonio
de aquellos que le vieron. Lista de apariciones del Señor a sus discípulos; a
Jacobo, su hermano y a Saulo de Tarso. En su impresivo a los corintios, el
apóstol Pablo dice: “porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí:
que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que
apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos
hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después
apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a
un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el mas pequeño de los apóstoles,
que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de
Dios.” (1Co. 15:3-9). El apóstol afirma:
Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también
vuestra fe. Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros
pecados. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que
durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también
por un hombre la resurrección de los muertos. (1Co. 15:14, 17 y 20-21).
CARACTERÍSTICAS
DEL CUERPO DE GLORIA
Jesús se
levantó de la tumba con un cuerpo con las siguientes características: a)
Capacidad de aparecer y desaparecer de cualquier lugar (el Sudario y los
lienzos aparecieron en la tumba enrollados aparte, Jn. 20:6-7). b) Hacerse
visible e invisible frente a testigos oculares. c) No necesita el sueño, ni
alimentarse; no necesita descansar, tampoco necesita para transportarse ni
vehículos modernos, ni animales como en la generación de Jesús. d) Es un cuerpo
que no se enferma, ni envejece, ni se oxidan los órganos; no muere jamás, pues
es un cuerpo preparado por Dios para vivir por toda la eternidad. e) Un cuerpo
que se distingue de un espíritu, en que tiene carne y hueso, no menciona la
sangre (Lc. 24:39). f) Es un cuerpo que no tiene necesidades fisiológicas como
el cuerpo terrenal. g) No está ligado a la barrera del tiempo y el espacio. h)
Se mueve con una libertad desconocida en este mundo. i) Aún a sus amigos más
íntimos le cuesta reconocerlo. j) Es
bello y perfecto, tendrá capacidades ilimitadas desconocidas en este mundo. k)
Está adaptado para la vida en el reino espiritual. Adaptado a las realidades de
la era por venir. l) El cuerpo glorificado será nuestro verdadero cuerpo
transformado, porque lo que se siembra es lo que resucitará (1Co. 15:35-38 y
44). m) Como espíritu vivificante, el Cristo resucitado es el origen de la
nueva creación (1Co. 15:45). El cuerpo de Adán y el nuestro es la vieja
creación “alma viviente” de (Gn. 2:7). n) El cuerpo de gloria de Jesús manejó
actividades muy de la tierra con absoluta normalidad durante los 40 días que
apareció a los discípulos. o) Comía, aparecía y desaparecía, hablaba con ellos,
llegó a reprenderlos, partió el pan, etc. p) Veremos a Dios tal como él es, sin
ser afectados por la potencia del resplandor de su gloria. Ya que en el cuerpo
terrenal no hay quien le vea y viva (Ex. 33:20 y 1Jn 3:2).
EL CUERPO DE
GLORIA
El cuerpo de
gloria expresa el profundo sentido de la redención y el sublime plan de Dios
con mira a la eternidad. No podemos ignorar el modo en que los evangelistas
puntualizan la corporeidad del Cristo resucitado, sobre todo el apóstol Juan.
Insisten que la Magdalena no lo conoció, lo confundió con el que cuidaba el
jardín de la tumba (Jn. 20:15-16). Los discípulos lo vieron con asombro cuando
apareció en su reunión: él tuvo que decirle que no era un fantasma, ni un
espíritu (Lc. 24:39).
En el mar de
Galilea, ellos no lo reconocían, hasta que por su palabra pescaron 153 peces
(Jn. 21:1-14); tenia dominio sobre la naturaleza. Sin embargo, era el mismo
Jesús de Nazaret, su maestro, que había comido, andado y servido a la gente con
ellos. Su naturaleza parece tener algo de extranjería, sus discípulos cercanos
no le reconocían aunque era el mismo Jesús, pero en la condición de exaltación
“mediante la resurrección”. Cleofás y el otro hermano camino a Emaus tampoco le
conocieron, sino cuando el partió el pan y dio gracias como solía hacerlo (Lc.
24:13-49). Se insiste que es el mismo, el de siempre, es el Señor. Conserva las
heridas del cuerpo terrenal (Jn. 20:24-29). Le responde a Tomas que pidió tres
cosas: 1. Ver en sus manos la señal de los clavos, 2. Meter su dedo en el lugar
de los clavos, 3. Meter su mano en su costado para creer en su resurrección
(Jn. 20:25). El apóstol incrédulo fue caminando a tocar sus heridas al ser
reprendido por el Señor, quien se humilló y reconoció su señorío y divinidad
(Jn. 20:28). En tanto, el Señor acreditó como bienaventurados a los que creen
sin ver sus heridas (Jn.20:29).
Cristo habla
de su pasado como algo que le pertenece, usa el lenguaje de siempre, parte el
pan como siempre y gusta del pescado a la parilla como siempre (Jn. 21:8-14).
Es, al mismo tiempo, tangible y transfigurado, pero con una gloria amainada.
Durante 40 días aparece a sus discípulos y la alta erudición cree que por tal
razón la glorificación se produjo en la ascensión, porque los discípulos no
hubiesen resistido mirar el cuerpo de la resurrección en su esplendor de
gloria.
Los apóstoles
sabían que su presencia sobrenatural y majestuosa no era invento ni fantasía;
tampoco era una simple presencia espiritual. Más adelante, los primeros
cristianos experimentaron la presencia espiritual del Cristo exaltado en medio
de ellos, distinto al Jesús histórico que conocieron los apóstoles y que narran
los evangelios. El cuerpo de la resurrección del Hijo de Dios, implica una
transformación de la vida completa. Vive mediante el poder de una vida
indestructible, el cuerpo de gloria es más que resucitar, es más que volver a
vivir, es más que no morir; el cuerpo de gloria es donde el propósito de Dios
para el hombre redimido llega a su máxima expresión en Cristo.
El Señor
ascendió a los cielos desde Betania (Lc. 24:50-51), con promesa de que
regresará por su pueblo (Hch. 1:11). Una vez presentó la sangre al Padre para
sellar la nueva alianza (Heb. 10:19). En el fulgor de majestad del cuerpo
glorificado se sentó a la diestra de Dios (Heb. 1:1-3), y vendrá a regir las
naciones con vara de hierro (Ap. 2:26-27). En el año 36 se manifestó con
resplandor que sobrepasaba la luz del sol cuando apareció a Saulo de Tarso
camino a Damasco (Hch. 26:13). En el 96 el Señor de gloria se manifestó al
apóstol Juan en la isla de Patmos, quien declara:
“Yo estaba en
el espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mi una gran voz como de
trompeta, que decía: yo soy el alfa y la omega, el principio y el último… y me
volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de
oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al hijo del hombre,
vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un
cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve;
sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce; y su voz como
estruendo de muchas aguas. Tenia en su diestra siete estrellas; de su boca
salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando
resplandece en su fuerza. Cuando le vi, caí como muerto a sus pies, y él puso
su diestra sobre mí, diciendo: no temas; yo soy el primero y el último; y el
que vino, y estuve muerto.; más he aquí que vivo por los siglos de los siglos,
amen. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.” (Ap. 1:10-18). La majestad,
hermosura y presencia del Señor glorificado, como se manifestó a Juan en (Ap.
Cap. 1), es absolutamente sublime y maravilloso. Es el soberano vencedor, Señor
de las tres esferas, cielo, tierra e inframundo. (Fil. 2:8-11).
ESPERANZA DE
LA IGLESIA EN EL CUERPO DE GLORIA
El cuerpo de
gloria de Cristo también será el nuestro, porque como el Padre lo levantó de la
tumba con el cuerpo de gloria, así resucitará a los justos que han dormido con
el Señor (Jn. 5:28-29), y transformará a los que vivan el día del
arrebatamiento (1Te. 4:16-17). Se unirán con el Señor en las nubes, los Santos
del Antiguo Testamento, la iglesia triunfante y la iglesia militante. Será
maravilloso, porque tendremos el cuerpo de gloria, a semejanza del cuerpo de
gloria del Señor, que es el cuerpo con el cual viviremos por toda la eternidad.
Se cumplirá, pues, lo que dice el profeta Daniel: “los entendidos
resplandecerán como el resplandor del firmamento, y los que enseñan la justicia
a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. “(Dn.
12:3)
REFLEXIÓN FINAL
Sigamos
perseverando, continuemos siendo fieles, sirviendo al Señor y al prójimo de
todo corazón. Porque Dios es serio, honesto y fiel. Por el nuevo pacto en
Cristo Jesús, nos ha prometido su protección, cuidado y provisión para el mundo
presente, y manifestar en la iglesia la mayor expresión de su propósito para
con el hombre, vivir en su presencia por toda la eternidad en el cuerpo de
gloria a la imagen de Cristo el vencedor. ¡Soberana esperanza para el creyente
fiel. Aquellos que vagan lejos de Dios tienen la oportunidad de lavar sus
pecados en la sangre santísima del Hijo de Dios, a fin de disfrutar su
presencia en este mundo y el don inigualable de la vida eterna en el cuerpo de
gloria. Gracia misericordia y paz de Dios.
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