José Miguel Tejada
Medina
|
Mateo 24:7 “Porque se levantará nación contra nación, y reino contra
reino y habrá pestes y hambre; y terremotos en muchos lugares.”
En la
actualidad la República Dominicana, está siendo afectada por una peste que las
autoridades de salud pública han denominado Chikungunya, la cual es una fiebre
viral, producida por un alfa virus, que tiene como vector principal al mosquito
de la fiebre amarilla y el dengue, conocido por su nombre científico: Aedes
aegypti, aunque investigaciones recientes del instituto Pasteur de Paris dan
cuenta de que este virus ha sufrido una mutación que lo hace susceptible de ser
transmitido por el mosquito tigre asiático, cuyo nombre científico es Aedes
albopictus. Esta maléfica enfermedad se presenta con diferentes y variados
síntomas, al menos como se ha presentado en el país, tales como: fiebre por
encima de 40 grados, fuertes dolores en las articulaciones, hinchazón en las extremidades,
vómitos, diarreas, erupciones cutáneas y picazón, conjuntivitis, entre otras.
Dadas estas
características y la rápida expansión en la población y los distintos
territorios del país, han surgido voces que cuestionan, si se trata
efectivamente de esa enfermedad o es una peste diferente con otros orígenes,
como por ejemplo daños al medio ambiente en el manejo inadecuado de desechos
tóxicos en algunos puertos. Hay quienes señalan que por las dimensiones que ha
tomado, no parecen indicar que la transmisión de la enfermedad sea por medio
del mosquito, incluso algunos médicos
así lo han externado hasta públicamente, lo cierto es que muchas
actividades empresariales, religiosas, sociales y personales se han visto afectadas
por esta terrible enfermedad o peste como usted quiera llamarle que nos azota.
Al pueblo de
Dios, no debería sorprenderle, todo esto que está aconteciendo, pues ya nuestro
Señor Jesucristo nos advirtió en su Palabra, las cosas que han de manifestarse
como señales, como principio de dolores, antes que sea manifestado el día del
Señor, por lo que como discípulos suyos estamos llamados a llevar el mensaje de
salvación a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo; Enseñándoles todas las cosas que Él ha mandado y
como le dice Pablo a Timoteo: “Que prediques la Palabra, que instes a tiempo y
fuera de tiempo, redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.”
(2da. Timoteo 4:2)
Gracias al
Dios Todopoderoso mi núcleo familiar no ha sido afectado por esta peste, sin
embargo viví una experiencia traumática la pasada semana, que he denominado:
Espanto Ocular en tiempos de Chikungunya, pues resulta que de manera accidental
se resbaló a mi ojo izquierdo una crema cicatrizante de heridas en la noche del
martes, pero esta no manifestó sus daños hasta el miércoles a partir del
mediodía, donde en principio parecía una manifestación de conjuntivitis, por la
comezón y el dolor en los ojos, sobre todo el afectado, por lo que se pensó que
la peste había entrado por vía de los ojos, pero no fue así, sino que el
enemigo creyó que podía dejarme con un ojo menos, equivocándose nueva vez, de
que como dice la Palabra en Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios,
todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito
son llamados.”
Allí estaba
viviendo todo un espanto, pues le relato que esos síntomas iniciales llegaron a
un nivel de manifestación, que las lágrimas y abundante agua salía además por
la nariz, que empapaba el pañuelo y el dolor se incrementaba que pareciera que
el ojo iba a explotar y era un verdadero espanto, visto ese cuadro aterrador,
mi esposa decide ir a Otorrino e hizo una cita con un oftalmólogo y regresa a
buscarme, pero me encuentra aún peor y entiende que lo correcto es ir a
emergencia, mas a pesar del mal, le digo: sigamos con la cita porque eso es del
ojo, del cual ya no puedo ver y solo la misericordia de Dios me calmaba por
momentos el insoportable dolor, hasta que al fin llegamos donde el médico, que
me observa y me dice: pero varón y que usted se hizo en este ojo, porque ha
dañado el epitelio y su cornea esta dislocada y a la verdad que no se ¿cómo
usted soporta?.
En medio del
dolor y la difícil situación, clamaba a Dios: Dios mío, dice tu Palabra en Jeremías
33:3 “Clama a mí, y yo te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que
tu no conoces” sabes yo he hecho mía esta palabra, porque en mi proceso de
caminar en la fe, he visto las maravillas de Dios en mi vida y cada vez estoy
más dispuesto a depender de mi Cristo Jesús, convencido que el propósito de
Dios, no hay diablo que lo cambie, y si hemos aceptado al Señor de corazón y
estamos dispuestos a depender de su eterno poder y deidad, seremos victoriosos
en Cristo.
El doctor
hizo su procedimiento, terminó de retirar la membrana dañada, me aplicó los
antibióticos y tapo el ojo, para chequearme el viernes en la tarde, diciéndome
que eso se regeneraría de manera natural a su tiempo, pero mis amados, ya el
jueves en la noche yo sentía que Dios había hecho la obra, de manera que cuando
fui a chequearme le dije al doctor que estaba bien, pero él dijo: no espere
deje que le cheque, para cuando lo hizo quedo sorprendido, porque dice la
Palabra: “Pero fiel es el señor que os afirmará y guardará del mal.” (2
Tesalonicenses 3:3). Se equivocó Satanás, otra vez. Gloria a Dios, Vive mi
Cristo y viene pronto. Maranatha.
Dios es maravilloso
ResponderEliminarSi, muy buen testimonio, para la honra de nuestro Padre Celestial. HalleluYAH!
Eliminar