Pastor Juan Betances |
La palabra
del testimonio (I)
Los capítulos
1 y 2 de Génesis nos narran el principio y la creación del mundo existente.
¿Cómo lo hizo Dios? Por medio de la palabra. Una palabra es la expresión de una
idea o concepto que se concibe en nuestro interior y se hace visible en lo
exterior. El verbo, según los filólogos,
es el centro de toda expresión completa de una idea, que es la oración,
y expresa acción, es la palabra conjugada.
Dios se
mostró como el Creador y Hacedor, exhibiendo todo su poder por medio de la
palabra. La manera de Dios hacer que las cosas fueran fue mediante el poder de
la palabra.
En el primer
libro de la Biblia, el de Génesis, se nos relata la creación como el resultado
de que “Dijo Dios”, “Llamó Dios”, “Los bendijo Dios”, “Y vio Dios”,…;
expresiones todas que marcan el obrar y accionar hacedor de Dios. El último
libro, el de Apocalipsis, dice:” Entonces oí una gran voz en el cielo, que
decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la
autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros
hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le
han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio
de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alégrense,
cielos, y los que moran en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar!
porque el diablo ha descendido a ustedes con gran ira, sabiendo que tiene poco
tiempo.” (Apocalipsis
12:10-12) En el verso 10 dice oí una gran voz en el cielo, que decía. Hay
palabra declarada en los cielos: ha venido la salvación, el poder, y el reino
de nuestro Dios, y se ha establecido la autoridad de su Enviado, el Salvador,
su Cristo.
Dice que el
acusador ha sido lanzado fuera. El que acusa, el enemigo, el diablo, ¿cómo
acusa? Declarando una palabra en contra nuestra delante de nuestro Dios día y
noche, todo el tiempo y en todo tiempo. Jesús nos dio el poder para vencer a
Satanás mediante su obra redentora de la cruz. La sangre derramada por Jesús
puso el sello sobre la cabeza del diablo para aplastarlo y destruir toda obra
suya.
Y ellos le
han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio
de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Somos vencedores porque
Jesucristo venció por nosotros. El principal enemigo nuestro que El destruyó
fue la muerte. Ya la muerte no tiene
poder sobre él. La venció una vez para siempre al resucitar.
Hay una
palabra de vida establecida para todo aquel que recibe a Jesús y confiesa su
nombre. “Tampoco queremos, hermanos, que ignoren acerca de los que duermen,
para que no se entristezcan como los otros que no tienen esperanza. Porque si
creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que
durmieron en él. Por lo cual les decimos esto en palabra del Señor: que
nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no
precederemos a los que durmieron.” (I Tesalonicenses 4:13-15)
La palabra
del testimonio. La manera de hablar de Dios es por el testimonio. Jesús dijo a
los fariseos que si no creían por lo que les decía, al menos creyeran por lo
que hacía, porque las obras que hacia daban testimonio de que era el Cristo, el
Enviado de Dios para salvación. El es testigo fiel de la existencia de Dios y
vino a dar testimonio a la verdad, para que nosotros también hablemos por la
palabra del testimonio. Pero la palabra tiene dos vertientes para lo cual puede
ser usada:
1) Para bendecir:” Y los bendijo Dios…”
(Génesis 1:22); o para sembrar malicia o maldad, duda e incredulidad, para
envenenar el alma:“Pero la serpiente era astuta (…) la cual dijo a la mujer:
Con que Dios les ha dicho: No coman de todo árbol del huerto? (…) No morirán,
sino que sabe Dios que el día que coman de él, serán abiertos sus ojos, y serán
como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:1-4)
2) Para declarar bondad y maldad, bendición
y maldición:
” ¡Generación
de víboras! ¿Cómo pueden hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia
del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca
buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo les
digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en
el día del juicio.” (Mateo 12:34-36)
“Y mandó
Moisés al pueblo en aquel día, diciendo: Cuando hayas pasado el Jordán, éstos
estarán sobre el monte Gerizim para bendecir al pueblo: Simeón, Leví, Judá,
Isacar, José y Benjamín. Y éstos estarán sobre el monte Ebal para pronunciar la
maldición: Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí.” (Deuteronomio 27:11-13)
En la Biblia,
hay diferentes formas en que la palabra puede ser usada:
1) Como clamor de justicia:”Y él le dijo:
¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.”
(Gen. 4:10)
2) Para declarar en el corazón y bajo
palabra de juramento:” (…) y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi
mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate del Señor tu Dios, porque él te
da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus
padres, como en este día.” (Deuteronomio 8:17-18)
3) Para declarar sanidad:“Y Jesús le
dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de
que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.” (Mateo
8:7-8) “Pero
clamaron al Señor en su angustia, y los libró de sus aflicciones. Envió su
palabra, y los sanó, y los libró de su ruina.” (Salmos 107:19-20)
4) Para blasfemar:“A cualquiera
que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al
que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni
en el venidero.” (Mateo 12:32)
5) Para confesión de fe:“Les digo que
todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre
le confesará delante de los ángeles de Dios; mas el que me negare delante de
los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.” (Lucas 12:8-9)
“Mas ¿qué
dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la
palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el
Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás
salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se
confiesa para salvación." (Romanos 10:8-10)
6) Para declarar guerra y paz.
Por medio de
la palabra, decidimos lo que atraemos a nuestras vidas. Las palabras que
pronunciamos llegan primero a nuestros oídos. Es el más cercano de todos los
receptores de sonido, cuando emitimos la palabra. El impacto de las palabras
(hablada o escrita) nos afecta a nosotros mismos primeramente. Si continuamente
declaramos palabras negativas, nos quejamos continuamente, murmuramos,
criticamos, emitimos juicio sobre los demás, es una semilla agria o salada que
es sembrada y no dará frutos buenos.
Un fruto
bueno es agradable al paladar. Los higos dulces, las uvas frescas, las fresas
jugosas hacen delicioso y sabroso el alimento que comemos. Si el fruto es
amargo, dará mala sensación al gusto. Así son las palabras que salen de nuestra
boca. Son un reflejo del fruto que hay en nuestro interior. Lo negativo,
destructivo y poco edificante, nos conducen a muerte. Los pensamientos de bien,
las palabras positivas, las declaraciones de bendición son una semilla de
vida.
Tú decides lo
que comes. Tus palabras son alimento del alma. Hay que aprender a escoger
comida con cuidado. Piensa antes de hablar, piensa en lo que hablas. Hablar palabras
edificantes no hace daño. Proclamar palabras negativas no te hará cambiar la
realidad. Tu realidad no varía porque la declares. Más si declaras lo que
anhelas o deseas, y lo haces frente a Dios, abres las ventanas de los cielos al
poder de la vid verdadera. En él está la vida y tú escoges la Palabra de vida o
la letra muerta.
El poder de
la vida y la muerte (II)
Cuando Jesús
fue tentado, dice en Lucas y Mateo 4, que la respuesta de El al diablo fue:
Escrito está. Las Escrituras dan testimonio de Jesús. Él dijo a los judíos,
según Juan 5:39-40: ”Escudriñen las Escrituras; porque a ustedes les parece que
en ellas tienen la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no
quieren venir a mí para que tengan vida.”
El poder de
la vida y la muerte está en el Verbo encarnado, Jesucristo hombre. Sus palabras
son espíritu y son vida. Por la fe en su nombre, al confesarle con nuestra boca
como Señor y Salvador, tenemos salvación. Hay poder de vida y de muerte en
nuestra lengua. Proverbios 18:20-21 dice:”Del fruto de la boca del hombre se
llenará su vientre; se saciará del producto de sus labios. La muerte y la vida
están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.” Si
alimentas tu vientre con lengua mentirosa, serás aborrecido por Dios. Si das
testimonio falso, te tragaras tus propias mentiras. Si usas tu lengua para lo
indebido, para matar reputaciones, declarar juicio sobre los demás, para
maldecir y no para bendecir, te saciaras de destrucción y oprobio.
Lo que
siembras, cosechas. Una semilla de vida levanta un árbol de vida. Proverbios
15:4 dice: "La lengua apacible es árbol de vida; más la perversidad de ella es
quebrantamiento de espíritu.” Y en 12:14 dice:”El hombre será saciado de bien
del fruto de su boca; y le será pagado según la obra de sus manos.” Y también
dice: ”Del fruto de su boca el hombre comerá el bien; mas el alma de los
prevaricadores hallará el mal.” (13:2)
Comes tus
palabras. Ellas te indigestaran si no son aceptables a tu alma o si tu cuerpo
las rechaza. Te servirán de alimento si contienen ingredientes buenos,
nutrientes de calidad. No subestimes el poder de la palabra. El silencio es una
expresión de la fe. Salmos 37:7 dice:” Guarda silencio y espera en el Señor”.
Tu palabra puede ser usada para impactar a otros. Si cambiamos nuestras
palabras, podemos cambiar nuestras vidas. Escoge lo que bendice: destila agua
dulce de tus labios, no amarga ni agria ni salada.
El apóstol
Santiago, Cap. 3:1-12, nos hace una descripción de las características de la
lengua: “Hermanos
míos, no se hagan maestros muchos de ustedes, sabiendo que recibiremos mayor
condenación. Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en
palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. He
aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan,
y dirigimos así todo su cuerpo. Miren también las naves; aunque tan grandes, y
llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por
donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño,
pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un
pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está
puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda
de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda
naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma
y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la
lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con
ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están
hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y
maldición. Hermanos míos, esto no debe ser ¿Acaso alguna fuente echa por una
misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera
producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua
salada y dulce.”
1) Porque todos ofendemos muchas veces. La
lengua es ofensora.
2) La lengua es un miembro pequeño, pero se
jacta de grandes cosas. Es altanera.
3) He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un
pequeño fuego. Es llama expansiva.
4) Y la lengua es un fuego, un mundo de
maldad. Es un mundo de iniquidad y de maldad.
5) La lengua está puesta entre nuestros
miembros, y contamina todo el cuerpo. Es contaminante.
6) Inflama la rueda de la creación, y ella
misma es inflamada por el infierno. Inflama el curso de la existencia para
llevarnos al infierno. Ella misma es inflamada por el infierno.
7) Pero ningún hombre puede domar la lengua,
que es un mal que no puede ser refrenado.
Es indomable. Un mal que no puede ser refrenado.
8) Llena de veneno mortal. Con ella
bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están
hechos a la semejanza de Dios. Está llena veneno mortífero. Con ella,
bendecimos a Dios, y maldecimos a los hombres hechos a su semejanza.
El poder de
la vida y la muerte está en el poder de tu lengua. Si confiesas tus pecados,
Dios es fiel y justo para perdonar. Si le dices a la montaña que se mueva, él
lo haces con fe, la montaña se moverá. No hay montaña tan alta que no pueda ser
removida. Alza tus ojos hacia los montes, tu socorro viene del Señor, que hizo
los cielos y la tierra. ( Ver Salmos
121:1-2)
No eches
basura a tu vientre. Escoges lo que dices. Lo que dices,
recibes.
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