Pastor José Alexis Cedeño G |
Por años la
Iglesia ha esperado un avivamiento final como una esperanza escondida que avise
al mundo y sobre todo a la Iglesia la inminente segunda venida de Nuestro Señor
Jesucristo.
Un
avivamiento lo podemos definir como un mover fresco que sopla sobre las cenizas
de un fuego que se está extinguiendo y que produce un efecto sobrenatural entre
aquellos sobre los cuales viene. Han de verse todo los frutos del Espíritu
Santo en los creyentes, conversiones, gozo inenarrable, milagros
impresionantes, arrepentimiento profundo a creyentes y no creyentes, sobre todo
un amor sin fingimientos.
Tenemos que
confesar que todos queremos eso, Dios está preparado para llenar su Iglesia de
Su Gloria, la iglesia tiene un anhelo insuficiente para producirlo en sí misma,
por desgracia de manera indirecta culpamos a Dios que ese avivamiento no se
esté dando al usar frases que suenan tan espirituales “Estamos esperando que
Dios nos de el avivamiento final” Dios quiere, Dios puede…pero nosotros
decidimos.
Escuchamos
voces que con razón dicen; es necesario que la Iglesia sea corregida antes de
tener un avivamiento, Dios no dará un avivamiento con la Iglesia en el estado
de pecado en que se encuentra. Aunque esto es razonable, no es cierto que Dios
necesite que nosotros pongamos nada para cumplir con ese derramamiento, ya que
el propósito del avivamiento es precisamente traer arrepentimiento, trato de
purificación a la desposada del Cordero.
Otra cosa que
me hace reflexionar es que la mayor parte de la gente cristiana que dice que la
Iglesia tiene que mejorar, se excluye del grupo, se olvida que “la Iglesia” soy
yo, es usted somos todos y cada uno de nosotros, es decir si la Iglesia anda
mal, yo ando mal, si la Iglesia no tiene amor, yo no tengo amor. Si la Iglesia
tiene que corregirse, yo tengo que corregirme, si la Iglesia necesita un
avivamiento…que comience conmigo, YO SOY LA IGLESIA, toque su pecho ahora y
diga, YO SOY LA IGLESIA.
La biblia
dice: Joel 2: 28, 29 Y después de esto
derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y
vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán
visiones. Y también sobre los siervos y
sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.
En el
contexto del Libro de Joel y particularmente en éste capítulo, Dios nos permite
ver un movimiento en el “Kairos” (tiempo de Dios) hablando al profeta de los
tiempos finales, al final de la historia del hombre sobre el planeta tierra tal
y como la conocemos y aunque para el “kronos” (tiempo de los hombres) de Joel
aún era en el futuro, también se refirió a un “kairos” que hoy para nosotros ha
llegado; el tiempo de la lluvia tardía en lo que al derramamiento del Espíritu
Santo se refiere.
Lo que Dios
ha determinado en su “Kairos” sin importar las condiciones humanas, Dios las
cumple. Jesús dijo: No ha llegado mi “kairos” (tiempo). En otros lugares leemos, cuando llegó el
“Kairós” (tiempo). Esto no enseña que Dios tiene un tiempo determinado para que
todas las cosas caigan dentro de Sus planes, en su Kairós.
Claro que el
hombre puede por la oración ante El Dueño del “kairos” pedir que llegue ya o
pronto, siempre la decisión final, es de Dios.
Si queremos
un avivamiento de la Iglesia, oremos por eso, no en un sentido genérico, sino
diciendo al Señor Espíritu Santo, si vas a comenzar un avivamiento en ésta
época en la Iglesia, si va a ser hoy, comienza conmigo. (YO SOY LA IGLESIA)
Encendamos el
fuego del avivamiento iniciando con cada uno de nosotros, prendamos esta Isla
en el Fuego de Dios hoy, ahora, esa es la Voluntad de Dios. Un abrazo y
bienvenido al avivamiento.
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