Pastor
Luis Alberto Reyes
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La alta erudición dice que la
Biblia revela en sus páginas sagradas el sublime propósito de Dios y que su
gran tema es el Señor Jesucristo, que está presente en cada generación de la
historia. El Antiguo Testamento constituye la anunciación del ungido del Señor,
los evangelios comprenden la manifestación del Hijo de Dios, hechos de los
apóstoles manifiesta al Cristo coronado, triunfante y glorioso, obrando a
través de su iglesia con manifestaciones de sobrenaturalidad. En tanto, que las
epístolas explican el fundamento doctrinal y como es que debe vivirse la vida
cristiana. En cuanto al apocalipsis, es la puerta de salida y el clímax del
propósito de Dios, de cara a la eternidad, de cómo los reinos vendrán a ser del
Señor y el goce bienaventurado de los santos en la eternidad con Dios y los
ángeles de luz.
Figuras De Sacrificio Y
Resurrección
Como todo comienza por el
principio tenemos en Adán la metáfora de la muerte y resurrección de Cristo,
cuando Dios le hizo caer en un sueño profundo, y mientras dormía tomó una de
sus costillas, e hizo una mujer, y la trajo al hombre (Gn. 2:21-22). El sueño
profundo es figura de la muerte del redentor por nuestros pecados, el despertar
es figura de la resurrección del Señor. A Adán Dios le entregó a Eva cuando
volvió del sueño, el Padre le entregó la iglesia al Señor Jesús después que
resucitó (Hechos 2).
Otro pasaje emblemático de
sacrificio y resurrección lo encontramos en (Gn. 22:1-18), donde Dios le dijo a
Abraham que tomara a su hijo Isaac y lo llevara al monte Moriah, y lo ofreciera
en sacrificio. Abraham obedeció, preparó el altar, la leña, ató a su hijo y lo
puso sobre el altar. Tomó el cuchillo para degollarlo cuando el ángel del Señor
dio voces desde el cielo para que no lo hiciera. Fue reconocido por no haber rehusado
a Dios el hijo de la promesa. Dios proveyó un carnero, el cual ofreció en lugar
de su hijo. El escritor a los hebreos trae una palabra de claridad en este
pasaje cuando dice: “Por la fe de Abraham, cuando fue probado, ofreció a
Isaac”, y el que había recibido las
promesas ofrecía a su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada
descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los
muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. (Heb.
11:17-19), Isaac es un tipo muy emblemático de Cristo, su muerte y resurrección
figurada en el monte Moriah, sucedió literalmente con Jesús de Nazaret, el
ungido del Señor. En el monte Calvario y en la tumba del huerto (Mt. 27:32-56,
28:1-10).
José, es otro tipo muy vivido de
Cristo (Gn. Caps. 37-45), y para su Padre Jacob estuvo muerto por 22 años,
quien creyó la falsa historia de sus hijos con relación a José a lo que el
mismo Jacob concluyó: alguna mala bestia lo devoró; José ha sido despedazado
(Gn. 37:33), pero cuando sus propios hijos le dieron las nuevas de que José
vivía y era Señor de Egipto, Jacob se afligió porque no lo creía. Al ver los
carros tirados por caballos que José le había mandado llenos de regalos su
espíritu revivió (Gn. 45:25-27). Para Jacob fue como si José, el que había
creído muerto, hubiera vuelto a la vida. Hermosa figura anunciando la muerte y
resurrección del Señor Jesucristo el Hijo de Dios.
En el candelero de oro del
tabernáculo de Moisés (Ex. 25:31-40), tenemos un precioso símbolo de la muerte
y resurrección del mesías. El caso de que haya sido hecho a martillo habla de
su muerte dolorosa por el pecado de la humanidad en cada generación y las tres
copas en forma de flor de almendro en cada uno de sus brazos es un símbolo de la resurrección
de Jesús de Nazaret, debido a que el almendro es el primero que florece de
todos los arboles del campo cuando llega la primavera, por eso le llaman
despertador en el medio oriente, el Señor es la primicias, el primero que
resucita para no morir mas, luego resucitarán lo que son de Cristo (1Co.
15:20-23).
Después de la rebelión de Coré
en (Nm. 17:1-12), Dios ordenó a Moisés que cada príncipe de las 12 tribus
trajera una vara de almendro, así como el sumo sacerdote Aarón de la tribu de
Levi. La vara que reverdeciera, era el servicio ministerial que Dios aprobaba y
de la noche a la mañana solo reverdeció la vara de Aarón, la cual echó
almendras en horas. De igual manera Jesús de Nazaret, resucitó al tercer día
con el cuerpo de gloria. Es diferente a los demás hombres que mueren y sus
cuerpos quedan en la tumba fría hasta los días de las resurrección de justos y pecadores en los postreros días
(Jn. 5:28-29). El Señor es el único cuya vara ha reverdecido y dado fruto. El
primero en resucitar para no morir mas, el Señor de vida eterna.
El patriarca Job dice: “Yo sé
que mi redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo” (Job. 19:25). Una
alusión profética que alude a la muerte y resurrección del mesías. Y que
alcanza al mismo Job con la esperanza de resurrección cuando declara: “Y
después de desecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por
mí mismo, y mis ojos los verán y no otro” (Job. 19:26-27).
Por otro lado, los salmos
mesiánicos declara también palabras proféticas alusivas al sacrificio y
resurrección del Santo de Dios. En el Salmo 16:10-11 dice: “Porque no dejaras
mi alma en el seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción. Me mostrarás la
senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra
para siempre”. La mejor interpretación de este pasaje la da el apóstol Pedro en
el mensaje de pentecostés cuando declara: “Varones hermanos, se os puede decir
libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está
con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que con
juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne,
levantaría al Cristo para que se sentase en su trono. Viéndolo antes, hablo de
la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el hades, ni su carne
vio corrupción. A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos
testigos” (Hch. 2:29-32).
Cantar de los Cantares, es un
ramillete de cánticos primaverales que encuentran expresión en el lenguaje de
la estación del verdor y el florecimiento. En los cuales el soberano declara
sus amores a su amada y ella expresa sus mas puros y profundos afectos por su
amado. Es la metáfora sublime de los amores de Dios y su pueblo, de Cristo y su
iglesia y del esposo y la esposa. El símbolo de su sacrificio esta expresado en
las palabras de la amada: “Mi amado es para mí un manojito de mirra, que reposa
entre mis pechos” (Can. 1:13), la mirra es símbolo de dolor, tristeza y
aflicción, esta expresión metafórica de la amada significa que el amado vive en
su corazón con el distintivo de la marca y la estampa de la cruz.
Y la resurrección es proclamada
por la amada cuando declara: “La voz de mi amado. He aquí él viene saltando
sobre los montes, brincando sobre los collados. Mi amado es semejante al corzo,
o al cervatillo” (Can. 2:8-9). La expresión alude a la vitalidad de la vida
resucitada de Cristo, la cual se expresa en abundancia, plenitud y belleza (Jn.
10:10). La expresión de esa vida se manifiesta saltando y brincando sobre
montes y collados (sobre cualquier situación adversa). Ella dice que su amado
es semejante al corzo o cervatillo, que es familia de la gacela, la cual se
distingue por la agilidad de saltar con ligereza. Es la metáfora del poder de
la vida resucitada del Señor Jesús, el amado de nuestras almas.
Anunciado Por Los Profetas
Isaías es el profeta mesiánico,
el Señor le mostró su gloria para usar una vasija con marcas de la
manifestación de su sublime gloria (Is. 6:1-13). Produce un detalle profético
de belleza en la segunda mitad del siglo VIII a.C., del nacimiento, ministerio
público, muerte, resurrección y reino del mesías (Is. 9, 11, 32, 35, 42, 49,
50, 52:13, 53:12 y 65:17-25).
El quinto cántico del siervo de
Jehová, comprende (Is. 52:13 al 53:12), se trata de uno de los grande pasajes
de la Biblia , el punto culminante del libro de Isaías, el más sublime mensaje
profético del Antiguo Testamento relacionado con varios aspectos de la obra
redentora de Cristo. Aludiendo a su muerte vicaria dice: “Despreciado y
desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y
como escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y
nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Más él herido
fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra
paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Is. 53:3-5).
En cuanto a su resurrección dice
el profeta: “Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá
linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano
prosperada” (Is. 53:10-11). Son pasajes que hablan por si solos.
Una palabra profética mesiánica
fue declarada por el profeta Oseas: “Nos dará vida después de dos días; en el
tercer día nos resucitara y viviremos delante de él” (Os. 6:2). Evoca
magistralmente 8 siglos antes de suceder, la resurrección de Cristo. En cuanto
a Jonás, tenemos un símil emblemático declarado por el mismo hijo de Dios, en
el sentido de que lo ocurrido a Jonás es señal profética de su muerte y
resurrección. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y
tres noches, así estará el hijo del hombre en el corazón de la tierra, tres
días y tres noches (Mt. 12:40). Alude a su muerte expiatoria y cuando después
de orar, Jonás fue vomitado por el gran pez cercano a Nínive, es figura de la
resurrección del Señor Jesucristo.
En Los Evangelios
Como evidencia fehaciente de su
conciencia mesiánica el Señor declaró previamente que el hijo del hombre sería
entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenaran a
muerte; le entregaran a los gentiles
para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; más al tercer día
resucitará (Mt. 20:17-19; Lc. 24:44-46; Jn. 20:9). Palabra profética que se
cumplió con su muerte de cruz y resurrección al tercer día (Mt. 27:32-56 y Lc.
24:1-49).
Las 11 apariciones del Señor son
pruebas innegable de que resucitó corporalmente. El Señor apareció a María
Magdalena (Jn. 20:11-17). A las mujeres que volvieron a la tumba (Mt. 28:8-10).
Apareció al apóstol Pedro (Lc. 24:34). A los discípulos de Emaús (Lc.
24:13-31). A los discípulos, cuando Tomás estaba ausente (Jn. 20:19). Después
apareció a los discípulos con Tomás presente (Jn. 20:26-28). A los siete
discípulos, junto al mar de Galilea (Jn. 21). Apareció a mas de quinientos
hermanos en Galilea (1Co. 15:6). A su hermano carnal, Santiago (1Co.15:7). Le
vieron sus discípulos cuando ascendió al cielo (Lc. 24:50-51). Luego apareció a
Saulo de Tarso camino a Damasco (Hch. 9:1-19 y 1Co. 15:8).
En Los Hechos De Los Apóstoles
Aludiendo a Jesús, el apóstol
Pedro dice en su primer mensaje en pentecostés: “A éste, entregado por el
determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis
por manos de inicuos, crucificándole, al cual Dios levantó, sueltos los dolores
de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella". A este
Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos (Hch. 2:23-24 y
32). Y en el pórtico de Salomón dice: “Matasteis al autor de la vida, a quien
Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos" (Hch.
3:15). En la sinagoga de Antioquia de Pisidia, Pablo dice: “Pidieron a Pilato
que se le matase. Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban
escritas, quitándolo del madero, lo pusieron en el sepulcro. Mas Dios le
levantó de los muertos” (Hch. 13:28-30), Y a los atenienses dijo: “Dios juzgará
al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó dando fe a todos con
haberle levantado de los muertos” (Hch. 17:31).
En Las Epístolas
Pablo dice a los romanos:
“Acerca de su hijo, nuestro Señor Jesucristo,… que fue declarado hijo de Dios
con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los
muertos” (Rm. 1:3-4). “Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos
ya no muere; la muerte no se enseñorea mas de él” (Rm. 6:9).
Y a los Corintios dice: “Porque
primeramente os he enseñado lo que así mismo recibí: que Cristo murió por
nuestros pecados, conforme a las escrituras; y que fue sepultado, y que
resucitó al tercer día, conforme a las escrituras” (1Co. 15:3-4). Y reitera “Si
Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados… mas
ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es
hecho” (1Co. 15:17 y 20). A los creyentes de la región de Galacia dice: “Pablo
apóstol; no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre
que lo resucitó de los muertos” (Ga. 1:1). Por otra parte dice el apóstol Pedro
a los judíos creyentes de la dispersión: “Bendito el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una
esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos” (1 P. 1:3).
En Apocalipsis
El Señor exaltado se le presenta
a Juan diciéndole: “Yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve
muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las
llaves de la muerte y el hades” (Ap. 1:17-18). El Señor mismo dice: “Y escribe
al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y postrero, el que estuvo muerto
y vivió” (Ap. 2:8). Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin, el
primero y el ultimo. Y reitera; yo soy la raíz y el linaje de David, la
estrella resplandeciente de la mañana (Ap. 22:13 y 16).
Reflexión Final
Jesús de Nazaret es el mesías
del Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Fue enviado por su padre y el quiso venir a
este mundo con una gran misión, para realizar la obra de redención del hombre
descarriado y apartado del amor de Dios. Para reconciliarnos con el Padre, el
Señor Jesús puso su vida sagrada para ser crucificado por nuestros pecados, el
padeció y murió por todo lo que hemos hecho mal y resucitó al tercer día para
nuestra justificación y triunfo. Ascendió a los cielos y se sentó a la diestra
del Padre con promesa de que regresará por su pueblo.
En cada generación se predica el
evangelio del reino, que proclama el perdón de los pecados mediante el
arrepentimiento sincero, y la fe en su nombre para la esperanza bienaventurada
de vida eterna, y recibir en este mundo los beneficios del nuevo pacto. La
sangre purísima del hijo de Dios, sigue caliente y viva para limpiar toda
conciencia manchada; une el corazón con la boca, porque con el corazón se cree
para justicia y con la boca se confiesa para salvación (Rm. 10:9-10). Echa mano
del don inigualable de la “Vida eterna”, ¡Recibe a Cristo hoy! Gracia y paz.
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