lunes, 19 de diciembre de 2011

Bienaventurados los limpios de corazón pues ellos verán a Dios



Pastora Rosalía Jiménez

“Bienaventurados los limpios de corazón pues ellos verán a Dios” (Mat. 5:8).
 Para ver a Dios tenemos que entrar a Su presencia por la Sangre derramada de Jesús,  despojándonos de todo peso que nos asedia y de todo lo que nos contamina.

La Palabra de Dios nos enseña que nada de afuera  contamina. Lo que sale del corazón es lo que contamina, ensucia y enferma.

Hoy quiero compartir contigo un ejemplo muy claro que la Biblia nos da como ilustración para que nos demos cuenta de lo que contamina y enferma. Este ejemplo esta en (Num. 12:1). Es la historia de Aaron y Miriam; ellos hablaron mal contra el varón de Dios, el ungido de Dios y lo murmuraron y criticaron por algo que en lo natural aparentaba que tenía que ser criticado.  Pero no, Dios no los llamo a ellos a murmurar al hombre de Dios, los escogió para ayudarle.  La envidia en ellos se vistió de espiritualidad diciendo que si Dios hablaba a través de Moisés lo podía también hacer a través de ellos. Y criticaron y murmuraron a Moisés, no con buena intención, a causa de la mujer Cusita con quien se había casado.

El resultado de todo esto fue que María enfermo de lepra. !Cuanta lepra hay hoy en el pueblo de Dios! No hemos sido lavados por la Sangre del Cordero para contaminar el cuerpo de Cristo hablando mal de aquellos que el Señor ha puesto por autoridad en el Reino, si no para ser de ayuda y bendición.

Dios no puede ser visto ni manifiesto por nadie que no tenga un corazón limpio de impurezas. Es tiempo de limpieza y de descontaminación.  Hablemos dichos agradables y pensemos en todo lo que es verdadero, honesto, justo, puro, amable, de buen nombre, en la virtud y en lo que es digno de alabanza.  Leer mas.....

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