jueves, 19 de enero de 2012

La Promesa de Prosperidad para tu Familia



Pastor Otoniel Font
 

Ser hijos de Abraham significa que tenemos la consciencia de que hemos sido justificados por fe. Significa que hemos aprendido que nuestra fe es la que hace que seamos justos, y no nuestras obras. Significa además que, más que recibir bendiciones de parte del Señor, Dios nos ha hecho bendecidos.


La promesa que Dios hizo a Abraham de que en él serían benditas todas las familias de la tierra, iba acompañada de una instrucción. Abraham tendría que irse de su casa, y de su parentela.

Abraham salió sin saber a donde iba, teniendo por única certeza en su vida la presencia de Dios.


Una persona bendecida sabe manejar incertidumbre en su vida, porque entiende que lo único cierto que tiene en su caminar es Dios. Mientras más incertidumbre seamos capaces de manejar, mayor éxito tendremos. No es ser irresponsables, tenemos que prepararnos, pero si esperamos a tener todos los detalles perfectamente en orden, nunca haremos nada.


Cada vez que Dios le daba una experiencia a Abraham, Abraham levantaba un altar donde pudiera adorar a Dios. Cuando Dios le promete entregarle a su descendencia la tierra de Canaán, Abraham edificó allí un altar. Luego Abraham pasa a un monte al oriente de Be-tel, y edificó allí otro altar. Más adelante, en el capítulo 13, vemos que Abraham regresa al lugar donde edificó este segundo altar, e invocó allí el nombre de Jehová.


De la misma manera, en nuestras vidas, debemos edificar altares, donde podamos adorar a Dios, lugares que podamos recordar, lugares a los que podamos regresar cuando más lo necesitemos. Y de la misma manera, debemos sembrar en nuestras familias altares a los que ellos puedan regresar cuando más lo necesiten. 

Lleva a tus hijos a la iglesia. Siembra en ellos la semilla de un altar al que ellos puedan volverse en el momento en el que más lo necesiten. 


Asegúrate de que tu familia entienda que habrá momentos en que lo único cierto en sus vida será Dios, y que en esos momentos tengan un altar al que puedan recurrir a invocar el nombre de Dios.

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