Ing. Juan Bentances
1. Una voz a la
conciencia
Cuando el rey David
presentó delante de Dios su propósito de edificar una casa en la cual reposara
el arca del pacto del Señor, y había preparado todo para edificar, Dios le
dijo:” Tú no edificarás casa a mi nombre, porque eres hombre de guerra, y has
derramado mucha sangre” (I Cr. 28:3). Dios le instruyó para que su hijo Salomón
edificara, y le dijo:” yo confirmaré su trono para siempre, si él se esfuerza
en poner por obra mis mandamientos y mis decretos como lo hace hoy”(7).
Delante de todo el
pueblo de Israel y de toda la congregación, David le dijo:” Y tú, Salomón, hijo
mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón entero y con ánimo
generoso, porque el Señor escudriña los corazones de todos, y entiende todo
intento de los pensamientos. Si tú le buscas, lo hallarás; mas si lo dejas, él
te desechará para siempre”. (9)
En la dedicación del
templo, cuando acabó Salomón de orar y suplicar, “ se levantó de estar de
rodillas delante del altar del Señor, con sus manos extendidas al cielo, y
puesto en pie, bendijo a toda la congregación de Israel, diciendo en voz alta:”
(…) Sea, pues, perfecto vuestro corazón para con el Señor nuestro Dios” (I R.
8:54-55 y 61). Observemos que el deseo de Salomón era que el corazón de todos
los que allí estaban fueran perfectos delante de Dios. Es lo que Dios
exige cuando vamos a su presencia a
buscar su rostro: un corazón puro, recto y santo; que nosotros podamos ser un
reflejo de su gloria. El es Santo, tres veces santo, perfecto. El es el único
que viniendo a la tierra nunca cometió pecado, no hubo engaño en su boca, y
tenia toda la autoridad sobre todos los principados, potestades, gobernadores,
huestes de las tinieblas, y todos los demonios.
La conciencia es una
voz interior que define el bien y el mal, es esa voz que discierne lo agradable
y desagradable a Dios. La Palabra de Dios nos habla de justo juicio de Dios y
dice en Ro. 2:” Pero por tu dureza y tu corazón no arrepentido, atesoras para
ti mismo para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el
cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que,
perseverando en hacer bien, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y
enojo a los que son contenciosos, y no obedecen a la verdad, sino que obedecen
a la injusticia”. (5-8) “ porque ante Dios no hay acepción de personas (…)
(porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los cumplidores
de la ley serán justificados. Porque cuando los gentiles que no tienen ley,
hacen por naturaleza lo que es de la ley, estos aunque no tengan ley, son ley
para si mismos, los cuales muestran la obra de la ley escrita en sus corazones,
dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus
razonamientos)” (11 y 13-16). Si usted hace el bien, si es una persona que hace
lo que a Dios le agrada y demuestra que El está con usted, usted es una persona
que tiene vida eterna, asegurada para aquellos que se apropian de la obra
redentora de Jesucristo, y Dios no hace acepción de personas.
La voz de la
conciencia nos ayuda a hacer el bien. II Co. 1:12 dice: “Porque nuestra gloria
es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de
Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido
en el mundo, y mucho más con ustedes”. Dios nos habla al espíritu por medio de
su Espíritu. El Espíritu de Dios nos convence de pecado. No es nuestra propia
sabiduría la que da testimonio, sino la gracia de Dios puesta en nosotros. La
voz a nuestra conciencia es la voz de Dios.
¿Como viene la
gracia? Cuando nos conectamos con Dios a través de Jesucristo, nuestro espíritu
se conecta con su Espíritu; Dios nos conecta con la fuente que lo une a El: el
Espíritu Santo, el cual habla a nuestra conciencia.
2. La buena
conciencia (II)
Jesús es la prueba
del amor de Dios para con nosotros. "Porque de tal manera nos amó Dios, que
envió su Hijo unigénito al mundo, para que el mundo no se pierda, sino que sea
salvo por medio de El." (Jn. 3:16)
Jesucristo es la
imagen del Dios invisible, la manifestación de Dios a los hombres. El mundo
visible fue hecho por lo invisible, pero el Dios invisible, creador de todas
las cosas, se dio a conocer a los hombres, es Dios conocido: su nombre es
Jesús. Es decir, que nosotros no proclamamos una creencia en una doctrina
solamente, sino que proclamamos una fe en un Dios que se manifestó a los
hombres, un Dios conocido, cuyo nombre es Jesús de Nazaret. El Espíritu de Dios
estaba por completo sobre El, residía en El. Ese mismo Espíritu lo pone en
nuestros corazones, cuando lo confesamos y creemos en su nombre.
Dice el apóstol
Pablo que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el
Espíritu Santo que nos ha sido dado. Dios pone su Espíritu en nosotros para que
tengamos una relación personal, cercana y directa con él, para proveer
instrucción permanente a nuestra conciencia, para ensenarnos, para instruirnos,
para que no nos desviemos, para caminar junto a nosotros y guiarnos a toda
verdad, algo que no gozaban los santos en el A.T., porque ahora el Espíritu
Santo viene a morar dentro de nosotros. Si, esa influencia permanente dentro de
nosotros es que transforma esa mala conciencia, la conciencia cauterizada por
el pecado, El la restaura, la regenera, la transforma y ahora nos hace vivir
una buena conciencia en el Señor. Es decir, que el Espíritu nos instruye, nos
dirige, nos enseña lo que debemos de
hacer, podemos nosotros caminar junto a El, ser guiados por El, y guiados a
toda verdad. Porque los espíritus demoniacos nos llevan a la mentira, a la
destrucción, al engaño, a la confusión, pero el Espíritu de Dios nos lleva a la
vida, a la verdad, al amor de Dios.
Ro. 8:10-11 dice”
Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo en verdad está muerto a causa del
pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquél
que levantó de los muertos a Jesús mora en ustedes, el que levantó de los
muertos a Cristo Jesús vivificará también sus cuerpos mortales por su Espíritu
que mora en ustedes”. Y más adelante dice:” Porque todos los que son guiados
por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios”. (14)
Nos convertimos en
hijos de Dios cuando creemos en Jesús y lo confesamos. Si somos guiados por El,
somos sus verdaderos hijos. Mucha gente dice ” voz del pueblo, voz de Dios”,
pero la verdadera voz de Dios es la de su Espíritu, el que no vemos, como el
aire, pero sentimos, como la brisa. El Espíritu Santo es una persona, es el
Espíritu que habitaba en la persona de Jesús de Nazaret, que era Dios: es el
Espíritu de Dios. “ El Espíritu mismo da juntamente testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios” (16). “Y de igual manera, también el
Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene,
no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
indecibles. Y el que escudriña los corazones, sabe cuál es la mentalidad del
Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”
(26-27). Los santos son los vivos, los que pueden alabar a Dios en vida; los
muertos están ya muertos y no pueden alabar a Dios. Los santos son aquellos que
santifican con su vida a Dios cada día y mueren cada día, para que Jesucristo
florezca en ellos.
El apóstol Pablo nos
habla de la buena conciencia. Le dijo a Timoteo:” (…) te encargo, para que
conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, pelees por ellas
la buena batalla, manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual
naufragaron en cuanto a la fe algunos” (I Ti. 1:18-19). La conciencia se limpia
en nosotros por el sacrificio de Jesucristo en la cruz, por el derramamiento de
su sangre. Cuando pecamos de manera sistemática, escuchamos espíritus
engañadores. Cuando renegamos de la fe, nos inclinamos a doctrinas de demonios,
“ que con hipocresía hablarán mentiras, teniendo cauterizada la conciencia,
(…)” (4:1-2).
Una conciencia
cauterizada es aquella que no resiste reparaciones, que ha cerrado sus heridas
de manera desviada y descontrolada, no uniforme. La mentira, la murmuración, el
chisme, los celos, las contiendas, los falsos testimonios, los engaños, los
robos, la falsedad cauterizan nuestra conciencia. Una conciencia cauterizada es
aquella que está dañada, afectada, y que
no se puede restaurar, que no soporta reparaciones. Es cuando la gente se ha
encerrado en su maldad y pecado, cuando no dispone su corazón para ser tratado
por Dios
Un cristiano débil
tiene una conciencia débil. La fe de un cristiano débil puede ser destruida. El
apóstol Pablo habla del testimonio de su buena conciencia. Su fe era firme,
había aprendido a depender de Dios en todo. Dijo:“ ya no vivo yo, Cristo vive
en mi”. Y también dijo:” les aseguro (…) que cada día muero” (I Co. 15:31).
3. Corazón puro para
Dios (III)
En Ro. 8:38-39 el
apóstol Pablo dijo:” Porque estoy persuadido de que ni la muerte, ni la vida,
ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni
lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor
de Dios, que es en Cristo Jesús nuestro Señor”. Y a seguidas añadió:” Verdad
digo en Cristo, no miento, y mi conciencia da testimonio conmigo en el Espíritu
Santo”.
El testimonio de una
buena conciencia está basado en el amor de Dios. Si Dios no esta en nuestro
corazón, nuestra naturaleza carnal nos induce al pecado. Si el Espíritu de Dios
no está en nosotros, para interceder en nuestras debilidades, caeremos
fácilmente en las garras del Enemigo. Pero cuando el Espíritu de Dios camina
con nosotros, está siempre a nuestro lado, damos potestad al alfarero para que
nos moldee conforme a una conciencia limpia, nuestra masa de barro se convierte
en vaso de honra en sus manos; somos refinados como el oro, transformados por
el fuego de su poder; somos luz que resplandece en medio de la oscuridad, que
brilla conforme al resplandor de la gloria misma de Dios.
El salmista David
oró diciendo:” Oh, Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con
espíritu firme. No me eches delante de ti; y no me retires de mi tu Santo
Espíritu” (Salm. 51:10-11).
Los hábitos, las
costumbres y las actitudes equivocadas ensucian nuestra conciencia y pueden
cauterizarla. Los pensamientos de bien, pensamientos de paz, los propósitos
correctos, la integridad y rectitud de corazón, producen frutos de bendición.
Hoy es el día para
levantar el altar de Dios en nuestros corazones, para construir un tabernáculo
de adoración permanente a su presencia. Hoy es el día para edificar una casa,
con manos limpias, con corazón puro para Dios. Hoy es el día para esforzarnos
en poner por obra los mandamientos y decretos del Señor, en obedecerle, y
levantarnos delante de todo el pueblo, y como Salomón, con nuestras manos
extendidas al cielo, y puestos en pie de batalla, proclamar en voz alta:” será
perfecto mi corazón para el Señor mi Dios”.
Como el salmista,
diremos:” Señor, tú me escudriñas y me conoces, conoces mi sentarme y mi
levantarme, percibes desde lejos mis pensamientos, escudriñas mi andar y mi
reposo, y todos mis caminos te son conocidos, Pues aún no esta mi palabra en mi
boca, ya tú la conoces. Tu conocimiento es demasiado maravilloso para mi, no lo
alcanzo a comprender. Te alabo, porque prodigiosas son tus obras, formidables
son. Y mi alma lo sabe muy bien”. (Cf. Salmo 139)
¡Qué maravilloso tener un corazón para Dios, puro
y limpio!, porque ellos disfrutaran de vida plena y abundante en la tierra,
“bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”.
COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años