lunes, 31 de diciembre de 2012

DONDE EL CIELO BESÓ LA TIERRA


Pastor Luis Reyes.
Dios, en su majestad y grandeza, en su infinita sabiduría e insospechada creatividad ideó el soberano acontecimiento del universo, el nacimiento de su hijo eterno en la aldea de Belén. Es la expresión del Padre, de lo majestuoso y lo sencillo, lo glorioso  y lo simple. El cielo con todas sus riquezas besó a la empobrecida y humilde aldea de Belén, para lo cual, el gran ideólogo de la historia de la salvación, preparó un escenario muy ordinario y sencillo, de escasos elementos, donde mezcló lo celestial con pinceladas humanas y terrenales.

Qué vimos en Belén: a la razón de la navidad, el niño Rey. María y José, los pastores de Belén, el ángel Gabriel mensajero del Reino, el coro angelical en su cántico Ingloris Excelsis, los sabios del oriente, el mesón, el pesebre, el rebaño de los pastores en los campos de Belén, la estrella que guió a los sabios del oriente, Herodes el rey usurpador y su ejercito sacrificando a los inocentes de Belén y, por último, el silencio de Dios a María y Jesús, que no vieron ángeles, ni visiones, ni luces, ni escucharon voces sobrenaturales en Belén. El ángel que anunció al niño Rey a los pastores y luego la aparición ante ellos del coro angelical, es como si únicamente los pastores de los campos de Belén necesitaran manifestaciones de ángeles.

Jesús vino a un mundo injusto, aburrido, violento y complejo; por tal razón, su presencia gráficamente en el mundo de entonces es muy emblemática, porque el coro celestial cantó al unísono “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres”, anunciando al universo que iniciaba una nueva manera de vivir. La manifestación del libertador de los pueblos a quien el mundo antiguo había esperado por tantos siglos. Dejó su trono de gloria, adorado por los angelitos para constituir por  trono un humilde pesebre de Belén. Gran contraste: del trono de gloria, al pesebre por trono. ¡Hijo de Dios, cuan inexplicable es tu manifestación entre los hombres! ¡Si tan solo pudiéramos entender los reflejos de tu infinito amor! Oh Padre, ¿por qué introdujiste al hijo por la parte trasera del mundo? Por lo menos así pensaban de Judea, romanos y griegos del mundo de entonces.

SUS ANTEPASADOS
El niño Rey tiene antepasados de gran honor en la historia de la salvación, pero también de origen pagano, con un pasado pecaminoso, hasta que amaron al Dios de Abraham, tales como Adán, Enoc, Matusalén, Noé, Abraham, David; además, Tamar, Betsabé, Rahab y Ruth. Los evangelistas Mateo y Lucas en la genealogía de Jesús en (Mt. 1:1-17 y Lc.3:23-38) producen el detalle sin limpiar la estirpe generacional del niño Rey. Adán, el primer hombre de Yaweh. Enoc, el gran consagrado del periodo pre-diluviano arrebatado por Dios. Matusalén, el anciano de la humanidad que vivió 969 años. Noé, el pregonero de justicia y héroe del diluvio. Abraham, el hebreo padre de la fe y del pueblo de Dios. David, el guerrero de la historia de Israel. Fares, hijo incestuoso de Judá y Salomón, hijo adulterino de David. Además, Mateo menciona cuatro mujeres: Tamar, la que hizo el papel de ramera sin serlo frente a Judá, para se vindicada. Betsabé mujer de Urías de origen Hitita, con la que David adulteró. Rahab, la ramera de Jericó de origen cananeo que profesó fe al Dios de Abraham. Ruth, mujer moabita adoradora del dios Quemós, que confesó su amor al Dios de Abraham.

NACIDO DE MUJER
La aparición de un ángel, como con Isaac y Sansón, rompió con el dicho: ¿de Nazaret puede salir algo bueno? (Jn. 1:46), Gabriel significa Dios se ha mostrado fuerte y le anunció a María de Nazaret: le pondrás por nombre Jesús, éste será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David  su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin (Lc. 1:33-35). Dios inició la aventura de nacer como humano de una joven virtuosa, María de Nazaret. Después que el hijo de Dios se hizo hombre, comprendemos y valoramos más nuestra condición humana. El cielo dijo que su nombre sería Yeshua, que traducido es Jesús, y significa: Yaweh, es salvación, Yaweh salva o salvación. En la cultura sagrada, el nombre esta vinculado a la naturaleza, esencia y carácter de la persona, por lo cual el Hijo de Dios es el hombre y el nombre salvación que es la esencia de su misión en la primera venida.

En cuanto a los derechos de reinar, en el trono de David sobre la casa de Jacob para siempre en un reino sin fin. Así como su reino justo sobre las naciones gentiles por mil años (Ap. 20:1-10), alude a su reino escatológico a partir de su 2da. venida (Ap. 1:7 y 19:11-15), de manera que en el anuncio de la 1ra. venida del niño Rey se anuncia su reino eterno en el trono de David. En la 1ra. venida vino como el Cordero de la expiación eterna, pero en su 2da. venida como rey y soberano, a tomar con autoridad y poder, el reino que los hombres le negaron en su 1ra. venida.


BELÉN CUNA DEL SALVADOR
Un pensador cristiano dijo que Dios es como el sol agradable, mientras estamos lejos de él para aprovechar su calor ¿pero quien soportará el calor del sol de cerca? ¿quién podrá resistir a Dios cuando se mete en la de los hombres? El profeta Malaquías dice: mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia, y sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada (Mal. 4:2). El niño Rey es el sol de justicia que nació en Belén para irradiar su luz y calor a los corazones de los hombres de cada generación. Belén, es símbolo de la hoguera perenne que aún sigue alumbrando las conciencias de los hombres con el conocimiento que a vida eterna permanece. Belén es el salto de Dios de la eternidad, a la temporalidad humana. El Hijo de Dios nació desde la plenitud de Dios a la mortalidad de los hombres. Cuando el cielo se abrió en Belén, mostró que no es tan almidonado, como en nuestro aburrimiento le habíamos imaginado.

Jesús no nació en un alegre pórtico; tampoco en el pesebre de confitería, color rosa, y crema de los nacimientos de hoy. Nació en una cueva de las tantas que había alrededor de Belén, porque no había lugar ni condiciones para María en el mesón. Si Dios  quería venir al mundo, ¿por qué entrar por la puerta trasera? ¿Por qué entró por la puerta de la pobreza? ¿Por qué nació en esa inmensa soledad? En esa cueva no hubo luces, ni ángeles, ni voz profética, ni rayos celestiales que indicaron el lugar del nacimiento. Sin embargo, la presencia del niño Rey es la expresión más alta de la autentica espiritualidad de Belén. Jesús es quien le da la infinita significación a la noche de paz. Sin él, Belén está vacía, sería de mención ocasional, como la aldea de David, pero desconocida en cada generación por naciones gentiles. La navidad es Jesús.

El cielo besó la tierra en Belén. Con el más alto sentimiento de amor y humildad, el cielo se inclinó y abrazó la tierra. En Belén quedó la huella del enlace eterno. El judaísmo ofreció al niño Rey la riqueza de su cultura de sagrada y verdadera espiritualidad. Los romanos ofrecieron la paz romana en todo el imperio, la seguridad de transito de los caminos y carreteras, la institucionalidad de sus leyes. En tanto, que los griegos le ofrecieron la riqueza de su idioma, el griego KOINÉ, en cuya lengua se contaría el propósito de la misión y el mensaje del niño del pesebre.

LOS INVITADOS AL NACIMINETO
Los pastores de los campos de Belén (Lc. 2:8-20) Un pastor de ovejas de pésima reputación en la generación de Jesús, despreciable, de túnica sucia, solitario, errante en las montañas, de vida forzada, que veía a su familia en ocasiones, dedicado a las ovejas, considerado profano por la élite religiosa de la época por considerarlo violador del Sabbat y su dedicación al ritual del templo de Jerusalén. Se decía en Palestina: que tu hijo no sea conductor de camellos, cuidador de asnos, no buhonero, ni pastor de ovejas, porque son oficios de ladrones. Y pensar que los pastores de Belén fueron los invitados primerísimos del Padre al nacimiento de su hijo eterno. A ellos eligió Dios como testigos del niño del pesebre, lo contaron a los vecinos de Belén los cuales se maravillaron, pero no trascendió.

Los magos del oriente (Mt. 2:1-12) Mago: es una palabra de origen ario de la raíz “Mag” de donde viene el término griego “Megas” y latino “Magnus”, que significa “grande e ilustre”. Connotados eruditos consideran que los magos procedían de Media y Persia, y se habían educado en medicina, matemática, astronomía, ciencias naturales, astrología y liturgia religiosa. Se cree que fueron discípulos de Zoroastro, líder fundador del Zoroastrismo en el siglo VI A.C.

La estrella se encendió en el cielo y movió a los ilustres del oriente a la sagrada cita que el cielo había convocado en Belén. En tanto, que, el palacio de Herodes y toda Jerusalén, estaban ajenos al nacimiento del Mesías Rey. Herodes oiría el asunto de los ilustres con escepticismo y temor, como una locura. En otro orden, como humano, los sabios llegaron a Belén dirigidos por la estrella muda y brillante. Vieron el panorama en la casa donde ya vivía la familia sagrada en Belén y quedarían absortos del escenario que vieron para un Rey. Y como ante los reyes no se podía entrar con las manos vacías, ellos ofrecieron lo mejor de Persia, oro, incienso y mirra. La estrella muda fue su señal de sobrenaturalidad una vez los ilustres adoraron al niño Rey, desaparecieron del escenario por siempre, pero la estrella sigue brillando en el horizonte de manera perenne.

SACRIFICIO DE LOS INOCENTES
Al no ser informado por los ilustres de su viaje a Belén, Herodes mandó a matar a los niños menores de dos año en Belén y sus alrededores (Mt. 2:13-23), con el propósito de matar al niño Rey. Pero se equivocó de victima, porque, avisado en sueño la familia sagrada, escapó a la ciudad de On, en Egipto. ¿Por qué Dios permitió eso, si él podía tener una palestina sin Herodes, sin soldados asesinos, sin esas madres traspasadas de dolor, sin familias quebrantadas de tristeza? Es como si la sombra de la cruz estuviera presente aún en la cuna del unigénito del Padre. Esta vez le tocó a los inocentes de Belén; 33 años después a Jesús le tocaría lo mismo.

REFLEXION FINAL
Cuando llegó la plenitud de los tiempos, el Padre mandó a su hijo a nacer de mujer y el cielo se inclinó y besó la tierra en Belén. El Rey dejó su trono de gloria adorado por los angelitos, para tener por trono un pesebre, infinita expresión de amor y humildad. ¿Cómo describir la insondable manifestación del amor del Padre? ¡Porque toda la riqueza del cielo nos la entregó en este pequeño indefenso ser humano del pesebre!. Sublime gracia, excelso amor, al que debemos responder con entregar nuestros corazones a él para reciprocar en algo tal expresión.

Como los pastores y sabios del oriente, vayamos a él, adorémosle, rindamos ante él voluntad, sentimientos, emociones, anhelos, expectativas, pasión y deseo. Rindamos todo lo que somos y él nos perdonará y nos levantará a una vida nueva y de poder. Jesús ya no es un niño, es el soberano vencedor y Señor de cielo, tierra e inframundo y, lo que decidas sobre él en tu vida, determina si gozarás la vida eterna o sufrirás la muerte eterna. Dios te bendiga.

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