Ing. Juan Betances
Al oír hablar de ejercicio del
poder, de usar el poder para gobernar, nos corresponde preguntarnos si, como
hombres, tenemos calidad para ejecutar y hacer uso de un poder sin limitaciones, conforme a nuestros
propios intereses o grupales.
Desactivando el poder de las
tinieblas (I)
La mayoría de las personas
entienden que vivir una vida consagrada para Dios le pertenece a aquellos que,
por su definida religiosidad, han optado por apartarse y agruparse en una
congregación.
Para muchos, si alguien está muy
dedicado a Dios, es un fanático. No importa cuántas veces esos críticos, ellos
mismos lean el horóscopo, consulten brujos o curanderos, prendan todo tipo de
velas, se lean cartas, tazas o utilicen todo tipo de vía para descubrir o
buscar suerte, los que se han tomado a Dios en serio son tildados de locos,
exagerados o fanáticos.
Buscar de Dios es la única vía
para el hombre satisfacer sus grandes necesidades de amor, de dar sentido a la
vida, de encontrar felicidad, de obtener seguridad, de auto realizarse y desarrollarse
como persona.
La forma de operar de Dios está
basada siempre en el amor, porque esa es su misma esencia, es Amor. La manera
de operar de las tinieblas es mediante el miedo, el temor, el engaño, la
destrucción y la muerte.
Para lograr sus propósitos, el
ciclo de control del diablo y sus demonios sobre el hombre implica el
encantamiento (atracción), la seducción, concepción y consumación del pecado
(Stg. 1:12-15). Una vez el pecado es ejecutado por el hombre, morimos espiritualmente,
porque desaparece de nosotros la vida de Dios. El poder para resistir la
tentación no reside en nosotros, porque no tenemos autoridad por nosotros
mismos sobre los demonios.
La fuente de vida es Dios. De Él
procede todo lo que existe. Sin Él, nada de lo que existe es, porque es el
hacedor de todas las cosas. Cuando Jesús dio inicio a su vida pública, anunció
que el reino de Dios había llegado a la tierra. La primera manifestación del
poder que estaba en Jesús sobre los demonios fue, según el evangelio de San
Marcos, que una persona que tenía un espíritu inmundo (estaba endemoniada), le
fue echado fuera ese espíritu. Mr. 1:23-27 dice:” Pero había en la sinagoga de
ellos un hombre con espíritu impuro, que gritó: ¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros,
Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios.
Entonces Jesús lo reprendió, diciendo: ¡Cállate y sal de él! Y el espíritu
impuro, sacudiéndolo con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos se
asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué
nueva doctrina es ésta, que con autoridad manda aun a los espíritus impuros, y
lo obedecen?”.
Dice la Biblia, en Mateo
3:13-17: “Jesús vino de Galilea al Jordán, donde estaba Juan, para ser
bautizado por él. Pero Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado
por ti, ¿y tú acudes a mí? Jesús le respondió: Permítelo ahora, porque así
conviene que cumplamos toda justicia.
Entonces se lo permitió. Y
Jesús, después que fue bautizado, subió enseguida del agua, y en ese momento
los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como
paloma y se posaba sobre él. Y se oyó una voz de los cielos que decía: «Éste es
mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.»”.
Jesús recibió toda autoridad en
los cielos cuando se sometió como hombre en obediencia a la voluntad del Padre.
Esa autoridad le fue dada cuando se somete a la autoridad de otro hombre, Juan,
para ser bautizado en las aguas. Subió enseguida de las aguas porque no tenía
nada que buscar allí, ya había disminuido, menguado, se había rebajado, para
ser exaltado por Dios y así desatar el poderío de Dios en la tierra y
arrancarle las llaves del infierno a Satanás.
El Espíritu Santo desciende,
entonces, para declarar la identidad de Jesús como Hijo del Dios viviente. Allí
fue desactivado todo el poder de los demonios sobre el hombre, ya que Jesús,
siendo Dios, se hizo igual a nosotros, menos en el pecado, para darnos derecho
legal a ejercer su autoridad del reino de Dios aquí en la tierra.
Mas que vencedores (II)
Una vez Jesús fue bautizado, fue
llevado al desierto para ser tentado. Mt. 4:1-11 dice: ”Entonces Jesús fue
llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Después de
haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, sintió hambre. Se le acercó el
tentador y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en
pan. Él respondió y dijo: Escrito está: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino
de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Entonces el diablo lo llevó a la
santa ciudad, lo puso sobre el pináculo del Templo y le dijo: Si eres Hijo de
Dios, tírate abajo, pues escrito está: “A sus ángeles mandará acerca de ti”, y
“En sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.” Jesús
le dijo: Escrito está también: “No tentarás al Señor tu Dios.” Otra vez lo
llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y la
gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adoras. Entonces
Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y
sólo a él servirás.” El diablo entonces lo dejó, y vinieron ángeles y lo
servían”. Cuando los discípulos le pidieron a Jesús que les ensenara a orar,
este les dijo que rogaran al Padre para que no cayeran en tentación y los
librara de todo mal, porque de el es la gloria y el reinado por siempre. Las
tentaciones que venció Jesús están ligadas a las raíces de toda maldad y de
todo pecado: el dinero, el orgullo y el poder.
Al dinero está ligada la
avaricia, la codicia, la envidia, el egoísmo. El apóstol Pablo dice en I
Timoteo 6:9-10:” pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y
en muchas codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y
perdición, porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual
codiciando algunos, se extraviaron de la fe y fueron atormentados con muchos
dolores”. La ambición desmedida nos puede llevar a pecar. Darle mal uso al
dinero es malo, así como no administrarlo fielmente como buenos mayordomos de
los dones de Dios que somos.
Al orgullo está unida la
soberbia, la prepotencia, la vanagloria, el deseo de engrandecimiento personal,
sin tomar en cuenta a Dios. Por el orgullo, Lucero quiso ser igual a Dios, y
fue echado del cielo con la tercera parte de la corte celestial. Ese mismo
orgullo provocó la serpiente en Eva, cuando la sedujo para que pecara junto a
Adán, haciéndole creer que la razón por la que Dios le pedía obediencia a sus
mandatos era porque sabía que serían igual a él.
Al poder están vinculadas las
pasiones de la carne, los placeres, el deseo de dominar, controlar y de
manipular a otros, manifestándose en abuso doméstico, abusos sexuales,
delincuencia, asesinatos, y más.
Dios se hizo hombre en Jesús y
venció las raíces de tentación en el hombre. Nos mostró con pruebas que tiene
autoridad para vencer los demonios, y que a través de el podemos vencer
nosotros también. La esperanza de vida que tenemos nos da garantía de que
venceremos. En Filipenses 3:20-21 dice:” Pero nuestra ciudadanía está en los
cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Él
transformará nuestro cuerpo mortal en un cuerpo glorioso semejante al suyo, por
el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”.
En Romanos 8:31-37 dice:” ¿Qué,
pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que
no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo
no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios?
Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió;
más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el
que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada? Como
está escrito: «Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero.»
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos
amó”.
El que resucitó de entre los
muertos y vive hoy nos une en su amor con él para siempre por medio de la fe en
su nombre. Ya no hay poderío que pueda oponerse sobre el dominio de Dios en
nuestras vidas, cuando aceptamos la verdad de la buena noticia de Jesucristo. Somos
vencedores por el amor que nos mostró en la cruz al morir por nosotros.
Y somos más que vencedores por
el poder manifestado en su resurrección:” Por lo cual estoy seguro de que ni la
muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni
lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá
separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Ro. 8:38-39).
COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años