Pastor Th. B. Samuel Que y su esposa |
Es imposible creer en Jesucristo
sin la fe, donde nos acercamos a El creyendo. Y no nos es necesaria ningún tipo
de comprobación para entregarnos a sus enseñanzas, a su ejemplo y a su persona,
por el simple hecho de que hemos decidido creer en el. Creer en El, es una
decisión que tendremos que tomar.
A fin de cuentas, ya sea que el
método de la investigación, las pruebas o la creencia misma; nos acercan a El,
siempre puede terminársele creyendo en El, por ser quien Es.
Hay otros que no creerán en Jesús,
hasta que ellos mismos lo hayan comprobado, solo que este método requerirá de
vernos en situaciones extremas, donde solo un milagro puede salvar nuestra
vida. Y quienes después de recibir ese milagro aun así desistan de creen en
Jesucristo, tal parece que no habrá nada que les permita algún día creer en El.
Pocos son los que se dedican a
buscar las pruebas en la historia del mundo acerca de la persona de Jesucristo,
literalmente se requiere toda la vida para tratar de entender, vivir y
evidenciar la vida de Jesucristo que ya muchos han intentado descifrar. Y a lo
cual si de corazón sincero queremos encontrar al Jesús de la Historia, nos será
necesario caminar sobre la historia con fe, para poder encontrarle.
Es muy fácil negar a Jesucristo,
pero se necesitan borrar muchas evidencias de la historia, para poder
comprobar que no existió.
La vida de Jesucristo ha dejado
una gran estela de de milagros a lo largo de su ministerio, que no fueron
posibles antes de El. Toda su persona esta enigmáticamente llega milagros.
Milagros que son imposibles de explicar desde el punto de vista de la ciencia,
porque ella solo trata con lo que se puede comprobar en el laboratorio.
Los milagros no se pueden
explicar desde el punto de vista de la filosofía, por ella solo tratan con los
asuntos del pensamiento que son originados en la mente de un pensador.
Pero los milagros si pueden ser
explicados desde el punto de vista de la teología, donde el mundo de aquello
que consideramos milagro esta fuera de nuestro alcance, pero dentro del actuar
de Dios, quien nos ha constituido a nosotros mismos, un milagro que no podemos
explicar.
Por esta razón; al revisar la
persona de Jesucristo tendremos que decir, que su nacimiento, su vida, muerte y
resurrección; constituyen un milagro que nunca podremos reproducir, porque esta
fuera del alcance de la facultad humana.
¿Qué probabilidad tiene una
persona de predecir el nacimiento de alguien?
Aun si la concepción se
realizara en probeta, donde los dos elementos que lo hacen posible el ovulo y
el esperma son los protagonistas, aun así, todavía no se pudiera determinar
quién o como será la persona que nacerá como producto de esa conjunción.
Pero más problemático aun si se
nos dice, que el personaje que nacerá, no tendrá la necesidad de utilizar uno
de los dos elementos necesarios para dar vida, en este caso el esperma.
Entonces por más idealista o
futurista que pueda ser ese pensamiento está sentenciado al fracaso, puesto que
sin la conjunción de estos dos elementos es literalmente imposible el
nacimiento de otra vida.
Pero en el caso de Jesucristo el
anuncio de su nacimiento ha sido una de las cosas más impresionantes de la
historia. Podemos decir que el anuncio de su nacimiento además de su alta
precisión, ha sido algo que solamente ha ocurrido en una sola ocasión en la
historia del mundo.
Una de las cosas más
impresionantes de la historia de Jesucristo son los eventos predichos en cuanto
a su persona, y que se han cumplido con estricta precisión. No es posible para
la mente humana, dar vida a una historia de esta magnitud, ni siquiera en las
pesadillas más alucinantes de la humanidad.
La condición del contexto de
Miqueas quien sería el segundo en dar con precisión el anuncio de ese Mesías
que llegaría para salvar al mundo de sus males, era un tiempo carente de
justicia, y la situación política estaba completamente amenazante al pueblo de
Israel, quien no tenía ningún tipo de esperanza de salir de su situación de
peligro a no ser por la intervención divina.
Sin embargo en medio de toda esa
confusión y necesidad, Dios otorga una profecía a un pueblo que muy probable
que no estuviera listo para escuchar la futura llegada de este Mesías, sin
embargo fue una noticia de gran valor, poder mirar la esperanza que Dios
entregaba a su pueblo.
Miqueas 5:2 Pero tú, Belén
Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que
será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de
la eternidad.
El marco histórico de Miqueas se
desarrolla aproximadamente 765 años antes de la llegada de Jesús.
El anuncio de Miqueas tiene dos
elementos de precisión, uno de ellos es el lugar donde habría de nacer el
Mesías, Belén.
Por principio de cuentas el
hecho de que el Mesías pudiera nacer en Belén y bajo el imperio Romano,
constituía todo un problema político el anuncio de un Rey o Mesías, cuando que
la imagen del emperador romano era vista como divina.
Y otro es que declara que sería
el Señor de Israel.
Esta declaración trajo revuelo al
momento de su nacimiento porque el rey Romano en turno, no vio con buenos ojos
el anuncio de los magos que llegaron buscando al Rey que había nacido. De ahí
que diera inicio aquella famosa y trágica matanza de infantes menores de dos
años.
También las palabras de Pilatos
harían incómodos a los sacerdotes judíos al escribir sobre la cruz de Jesús,
“Jesús Rey de los Judíos”
Y Juan lastimaría más todavía la
conciencia de los judíos, al acusarlos de haber matado a Jesús el hijo de Dios.
Y para muchos hoy todavía sigue
siendo un problema, aceptar que Jesús es el único camino a Dios. La declaración
de Miqueas fue y lo seguirá siendo, una comprobación de la maravilla de Dios,
de declarara al hombre con 700 años de anticipación su plan infalible.
No se puede borrar de la
historia el nacimiento sobre natural de Jesucristo. Tendremos que culpar a Roma
de su ineficacia para guardar los registros de aquellos que fueron
empadronados, por el edicto de Augusto Cesar, entre los cuales está el registro
del salvador del mundo, o tendremos que considerarlos embusteros al hacerlos
perdidizos en el tiempo.
Considerando que era la potencia
más grande de su tiempo, no pudieron guardar la evidencia que demuestra el
registro de Jesucristo en el gran imperio Romano.
Miqueas hizo un anuncio que no
viviría para verlo cumplido, pero el hecho de que el no estuviera en Belén en
el momento del nacimiento del Mesías prometido, no haría ninguna diferencia
porque la historia, las profecías, los escritores de sus tiempo y la humanidad
seguiríamos viendo su anuncio como el perfecto cumplimiento que Dios da a lo
que El establece, y que nadie puede detener.
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