Dr. Néstor Saviñón
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Cada doce de octubre, Europa y
América tienen que rever su historia. Desde hace más de cinco siglos, ambos
continentes se han influenciado y la historia no hubiese sido la misma sin la
gesta colombina.
¿Quién hubiese pensado que ese
genovés terco, que duró años
peregrinando por cortes, mendigando por financiamiento para ir a las
Indias, cometiendo el mayor error de navegación de la historia, descubriría el
hallazgo más increíble, que son las Américas?
Se debe reconocer que hubo algo
de genial en la tozudez de Colón, en esa persistencia que tumbó el pulso de
reyes y a pesar de la duda, a pesar del miedo, a pesar incluso de las amenazas
de motín y muerte hechas por sus marineros, siguió confiando en su buena
estrella. Y finalmente triunfó.
América recibe de Europa sus
idiomas, parte de su cultura, su religión, la base de sus ritmos musicales
y le donó, a su vez, al viejo mundo
alimentos, riquezas, y una visión del mundo muy especial, que marcó el pensamiento
occidental: el hombre posee una dignidad inherente a su naturaleza, y ese
concepto, base de los derechos humanos, fue construido por sacerdotes que
presenciaron las condiciones de sometimiento y maltrato de los indios de La
Española.
No podemos señalar que la
relación entre los habitantes autóctonos y los exploradores europeos siempre se
condujeron de manera civilizada y por los carriles del entendimiento mutuo.
Esclavitud, sangre, abusos,
desprecio, fueron la norma durante siglos, pero muchos hombres y mujeres
también construyeron canales de entendimiento
y lo que conocemos de muchas culturas se debe a aquellos europeos que
sintieron tan suya las tierras de las indias occidentales, y valorizaron a esos
indios como transmisores de saberes tan viejos como el hombre mismo.
Hoy día, América Latina es el
continente de la esperanza, y la sede de una cultura vibrante donde se mezcla
lo mejor del hidalgo español, del indígena y del esclavo africano, siendo la
sede de personas alegres, generosas y buenas. Europa se alimenta de ese
espíritu, y muchas veces emula a sus antiguas colonias, y recibe la migración
americana, ya que son éstos quienes crean riquezas en un continente de
envejecientes.
No existe un “Día de la Raza”.
Esa es una nomenclatura basada en una visión eurocéntrica donde se vende a
España como la evangelizadora y cultora de los salvajes, pero no es cierta.
Existió un encuentro de dos mundos y dos cosmovisiones, que tras 522 años de
idas, venidas, hermanamientos y desavenencias, no sabemos quién terminó
imponiéndose realmente a quien.
Este 12 de octubre les invito a que reflexionemos sobre nuestra triple herencia y cómo llegamos a ser lo que somos, una raza cósmica, como lo definió Alfonso Reyes, donde todo lo buenos de cada grupo fue adquirido por nosotros, los descendientes materiales y espirituales de esos seres humanos.
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