Pastor Luis Reyes |
INTRODUCCIÓN
Se ha afirmado repetidamente que
la justicia es el valor moral que caracteriza en forma especial el folklore
socio-espiritual del Israel histórico, y el judaísmo bíblico. Las declaraciones
bíblicas de la justicia proviene del hebreo TZEDEK, que es proclamada en (Dt.
16:20), la cual dice: La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y
heredes la tierra que Jehová tu Dios te da.
La justicia, es el atributo
primordial de la acción de Dios (Gn. 18:25 y Sal. 9:5), sus mandamientos a los
hombres mediante los profetas de Israel y sobre todo del Señor Jesucristo y sus
apóstoles, son esenciales para el objetivo de establecer la justicia en el
mundo (Sal. 119:137-144). Los hombres cumplen con justicia si imitan las
cualidades divinas de justicia (Dt. 13:5). La palabra de Dios es la gran fuente
de justicia a través de los valores de ese atributo sagrado de Dios. El proceso
de establecer la justicia en el mundo, no es cosa fácil, por causa de la
condición pecaminosa del hombre caído que actúa con injusticia, avaricia y
maldad, porque es un títere de satanás; el padre de la mentira y la maldad, pero llegará el día que la justicia será establecida en el
mundo, en el Reino mesiánico universal cuando Jesucristo mismo gobierne los
pueblos. (Is. 11:3-5; Dt. 5:7). La ley de Moisés inicia con la justicia y
termina con la justicia (Ex. 30:19). En la Biblia justicia se considera unida
al concepto de misericordia o de gracia (Is. 45:19 y Sal. 103:17).
TZEDAKÁ: Llegó a significar
caridad o actos de amor. La noción de justificar se expresa con los términos
verdad, confianza e integridad; del hebreo clásico Emet, Emuná, y Yober
respectivamente. Los valores de paz y de redención están asociados con la
justicia, como sus componentes o productos (Sal. 15:1), de esto se desprende que
el conjunto de valores éticos esta comprendido en el concepto de justicia. La
justicia bíblica es esencialmente sustantiva, es decir, lo que debe ser la vida
humana. La justicia sustantiva depende de la adhesión a un valor definitivo, es
decir, mesiánico. Pensadores modernos, tales como Hernán Cobey, consideran que
la sociedad justa es la sociedad ideal de la libertad y la dignidad humana
universal.
La opinión sustantiva de la
justicia bíblica se preocupa por la completa realización de lo humano, y sobre
todo de la vida social; de esa manera cubre todas las relaciones humanas y las
instituciones sociales. El estado: la dicotomía común entre la responsabilidad
individual y la colectiva, hecho que se ilustra comparando (Ex. 20:5 y Ez. 18),
también es ilustrada (Dt. 24:16 y Lv. 19:16). En la Biblia Dios actúa a partir
de los dos atributos de “justicia y misericordia” (Sal. 101:1). El hombre esta
obligado a imitar a Dios actuando con el principio de equidad y con
misericordia (Miq. 6:8), y en la consumación final de la historia: justicia y
misericordia se identifican. Están vinculadas a la justicia social, la ética,
el respeto por la vida humana, respeto por la dignidad de la mujer, el trabajo,
el amor al prójimo, el trato digno hacia los animales, etc.
JUSTICIA COMO LEY MORAL
En el antiguo Israel Dios ordenó
a Moisés leyes morales, civiles y ceremoniales. Las morales son los diez
mandamientos, que el pueblo de Israel se comprometió a cumplir ante Dios (Ex.
20:1-21). Las civiles comprendían la aplicación de justicia por jueces
designados, llenos de la sabiduría de Dios para hacer conforme a lo ordenado
por Dios en lo relacionado a situaciones de diversas naturalezas (Dt. 16:18).
Por último, las leyes ceremoniales comprendían los rituales de carácter
religioso que eran ministrados o servidos por la familia de Aarón de la tribu
de Leví (Ex. 29:1-37) y libro de Levítico.
Los jueces impartían justicia en
lo que respecta a los esclavos (Ex. 21:6), en los casos de violencia (Ex.
21:22), sobre control de los animales (Ex. 21:28-36), sobre acciones de
ladrones (Ex. 22:8-9), en casos de homicidios sin intención (Dt. 19:1-13),
homicidios no resueltos (Dt. 21:1-9), mujeres cautivas (Dt. 21:10-14), sobre
los derechos de herencia de los primogénitos (Dt. 21:15-17), inmoralidad sexual
(Dt. 22:13-30), leyes sobre el divorcio (Dt. 24:1-4), deberes matrimoniales del
hermano sobreviviente (Dt. 25: 5-10), y leyes diversas (Dt. 21:22, 22:12,
23:15:25 y 24:5, 25:4), así como sobre la ley de testigos (Dt. 19:15-21), etc.
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
Dios dijo a Moisés: jueces y
oficiales pondrás en todas tus ciudades que Jehová tu Dios te dará en tus
tribus, los cuales juzgarán al pueblo con justo juicio. No tuerzas el derecho;
no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los
ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos. La justicia
seguirás, para que vivas y heredes la tierra que Jehová tu Dios te da. (Dt.
16:18-20). Se establecerían tribunales locales en todas sus ciudades. Las
sentencias de estos tribunales de primera instancia podían ser apeladas ante el
alto tribunal radicado en el santuario principal, cuyo veredicto era definitivo
(Dt. 17:10-11).
También dice: “No injuriarás a
los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo” (Ex. 22:28), significa que
los representantes de la autoridad de Dios en el pueblo, debían ser tratados
con respeto y honor. En cuanto a los jueces, ayer como hoy deben juzgar
justamente, sin torcer el derecho, sin hacer acepción de personas ni tomar
soborno, porque ciega los ojos de los sabios y pervierte las palabras de los
justos. La demanda es hacer justicia verdadera para prolongar la vida en la
tierra, evitar la maldición y recibir las bendiciones de Dios por generaciones.
EN LOS LIBROS PROFÉTICOS
En el mesianismo tardío dice
Isaías: restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran
antes; entonces te llamarán ciudad de justicia, ciudad fiel (Is. 1:26). En
tanto, que Jeremías dice: él es el juez de toda carne (Je. 25:31), ruge el
profeta Miqueas: para completar la maldad con sus manos, el príncipe demanda, y
el juez juzga por recompensa; el grande habla el antojo de su alma, y lo
confirman. El mejor de ellos es como el espino; el más recto, como zarzal (Miq.
7:3-4). sus príncipes en medio de ella son leones rugientes; sus jueces, lobos
nocturnos que no dejan hueso para la mañana. Jehová en medio de ella es justo,
no hará iniquidad; de mañana sacara a luz juicio, nunca faltará; pero el
perverso no conoce la vergüenza (Sof. 3:3 y 5).
JESÚS Y LA JUSTICIA DEL REINO
El Señor vino a traer un nuevo
Reino cuyo fundamento es el amor, la justicia, misericordia y paz. Predicó y enseñó de la justicia del
Reino de Dios. En San Mateo proclamó: Mas buscad primeramente el Reino de Dios
y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mt. 6:33). La justicia
del Reino son las leyes, principios y valores que rigen en el Reino de Dios, o
Reino de los cielos y que tienen preponderancia con relación a la justicia de
los hombres. Jesús, nos guía a un pedestal mucho mas alto que la justicia
terrenal ejercida por hombres y mujeres que generalmente viven de espalda a
Dios y viven sin su temor. A sus discípulos dijo el Señor: si vuestra justicia
no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de
los cielos (Mt. 5:20).
Aunque el propósito de Dios era
que Jesús muriera de muerte de cruz por nuestros pecados (Hch. 2:23), los
cuatro jueces que intervinieron en su juicio, dos del ámbito religioso, Caifás
y Anás, y dos del ámbito político, Poncio Pilato y Herodes Antipas, dos lacayos
de Roma, hicieron un papel vergonzoso y cobarde porque violaron el derecho
judío y el romano en un juicio plagado de vicios, fallas e irregularidades. Ese
circo de juicio es el estereotipo de la justicia de los hombres marcada por los
intereses políticos, económicos, de posiciones de poder en la sociedad y de
celos religiosos. Todo deriva en que Jesús es el gran inocente de la historia,
condenado por la manipulación de dos mafias, la religiosa y la política en
procura de defender sus intereses. Ayer como hoy se condena al inocente y se
declara inocente al culpable. Se vive el relativismo de la justicia en pleno
siglo XXI. Es una vergüenza acuciante que glorifica la miseria humana.
En el caso del apóstol Pablo,
por causa del evangelio tuvo que comparecer ante tribunales judíos y romanos.
Presentó él mismo su defensa como abogado con el privilegio de la época, ser
“ciudadano romano”. Compareció ante el sanedrín en Jerusalén (Hch. 22:30,
23:10). Ante Félix, el gobernador romano de Judea, en la ciudad de Cesárea. Fue
acusado de sedición por un abogado lacayo del sanedrín (Hch. 23:23-25 y 24:
1-27). Este Félix, era un juez corrupto porque mantenía a Pablo preso esperando
que el apóstol le diera dinero para soltarlo, por lo cual lo hacia venir muchas
veces, y hablaba con él. (Hch. 24:25-26). Claro, que el apóstol Pablo no le dio
ni la hora a ese juez corrupto. En el capítulo 25 Pablo apeló a Cesar,
ejerciendo su derecho como ciudadano romano, no obstante fue escuchado por el
Rey Agripa I, nieto de Herodes, y Festo el gobernador romano que sustituyó a
Félix. En Roma no se conocieron cargos contra Pablo porque no llegaron los
acusadores ni los cargos contra él. El Señor usó la ciudadanía romana de Pablo
para alejarlo de jueces injustos en la Judea de entonces (Hch. 28:17-21).
LA JUSTICIA EN LA REPÚBLICA
DOMINICANA
Cuando la justicia se coloca de
espaldas a los reclamos del pueblo arrodillándose para servir a los intereses
políticos partidistas, dictando resoluciones y sentencias que establecen la
impunidad, es amenazada la “seguridad jurídica de la nación”, pues entierra con
ello la esperanza del país que ha confiado y delegado en los hombres y mujeres
que manejan las instituciones del sistema judicial. Continuar permitiendo la
impunidad en la nación implica que la deuda social siga en aumento. De hecho ya
es muy grande. ¿Y a quien afecta? A las clases mas vulnerables, olvidadas y
desposeídas del pueblo. Esos recursos del estado que deben ser destinados a las
políticas sociales, se los están llevando el flagelo de la corrupción.
Lo que sucede en estas naciones
latinoamericanas carente de justicia lo declaró el profeta Isaías cuando dijo:
el derecho se retiró y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en
la plaza, y la equidad no pudo venir y la verdad fue detenida, y el que se
apartó del mal fue puesto en prisión (Is. 59:14-15).
REFLEXIÓN FINAL
Los cristianos sinceros debemos
de luchar activamente para que el poder judicial de la República Dominicana y
américa latina cumpla con el sagrado deber frente a Dios, el pueblo y las
leyes, de impartir justicia de manera transparente sin tener vacas sagradas, ya
que todos somos iguales ante la ley.
Estamos consciente que mientras
estemos en este mundo habrán jueces corruptos y complacientes, que a lo malo le
dicen bueno, y a lo bueno le dicen malo; que hacen de la luz tinieblas, y de
las tinieblas luz, que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo. (Is.
5:20). Seguiremos luchando para que esos demonios no tengan espacio en los
tribunales de la República Dominicana y Latinoamérica Tenemos la esperanza viva
de que la justicia será ideal en el Reino universal del Mesías. Dice el profeta
que dispondrá y confirmará su Reino en juicio y justicia (Is. 9:7). y será la
justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura (Is. 11:5).
Hago un llamado a voz en cuello
a todos aquellos que aman la justicia para que se unan a Jesucristo, el Señor
de la justicia y la paz, y se hagan cristianos profesantes mediante la limpieza
del pecado en su sangre purísima, a fin de disfrutar de su presencia en este
mundo, su Reino universal en el milenio bíblico y el don incomparable de la
vida eterna. Gracia,
misericordia y paz
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