lunes, 30 de mayo de 2016

LA NECESIDAD DE ADORAR A DIOS

Prácticamente en cada civilización que ha existido en la tierra, los hombres han manifestado un deseo insaciable de adorar a alguien o a algo. De este hecho innegable testifica la historia. Desde el comienzo del tiempo, la gran mayoría de la raza humana ha creído de alguna manera u otra en un ser sobrenatural y también ha participado en alguna forma de adoración, por muy primitiva (e incorrecta) que haya sido.

Aun los que rehúsan adorar al único Dios verdadero expresan su anhelo de venerar a otros supuestos dioses, a otros hombres, a los cuerpos celestiales, a los animales, a las imágenes o aun a sí mismos.

¡OJO! No digo que esté bien adorar a los hombres, a los animales, o a las cosas sino simplemente que todos los hombres desean honrar a alguien o a algo; es un anhelo universal.

En el Nuevo Testamento, la palabra "adorar" quiere decir "actuar piadosamente hacia [alguien o algo]" (EUSEBEO) o "hacer reverencia, dar obediencia a [alguien]" (PROSKUNEO) (W. E. Vine, Diccionario Expositivo De Palabras Del Nuevo Testamento, Vol. 1, p. 47).  Algunos sinónimos por la palabra "adorar" son: venerar, reverenciar, honrar, exaltar.

El hombre adora a Dios con los labios, alabándole por lo que es y dándole las gracias por lo que ha hecho, Ef. 5:19,20. Pero también le adora con todo su ser (cuerpo y mente) obedeciendo su voluntad, Ro. 12:1,2. Dios quiere que todos los hombres le adoren de esta forma.

DIOS QUIERE QUE LE ADOREMOS A ÉL, Y SÓLO A ÉL. Dios busca a verdaderos adoradores, Jn. 4:24. El punto principal de este versículo es que Dios quiere encontrar a cierta clase de adoradores. Dios busca a personas que estarán dispuestas a adorarle "en espíritu y en verdad".


En Romanos  1:20,  el apóstol Pablo indica que Dios se nos ha revelado a través de la creación, o sea, "por medio de las cosas hechas" para que deseemos adorarle. Cuando uno analiza cuidadosamente la gran complejidad del universo y de la vida, notará indicios muy claros de orden y de diseño. Los planetas del sistema solar, el cuerpo humano, y hasta las criaturas más pequeñas funcionan como máquinas muy precisas. Todas estas cosas apuntan a un Arquitecto Maestro.

¿Por qué Dios se ha esforzado por dejar sus huellas por todo el universo? ¡Porque quiere que el hombre le busque y le adore!

Sin embargo, fíjense en lo que ha pasado, Ro. 1:21-25. ¡Dios quiere que el hombre adore al Creador pero en vez de esto el hombre casi siempre ha querido adorar a lo creado! El hombre adora a dioses de su propio invento e imaginación, adora a otros hombres, adora a los cuerpos celestiales, adora a los animales, adora a las imágenes y, a veces, adora a sí mismo.

En cierta ocasión, durante su segundo viaje misionero, Pablo tuvo la oportunidad de hablar a los habitantes de Atenas, Grecia acerca de Dios. Veamos lo que les dijo en Hechos. 17:24-26. ¿Para qué hizo Dios el mundo y todas las cosas que en él hay? ¿Para qué da a todos vida y aliento y todas las cosas? ¿Para qué nos ha señalado el tiempo y el lugar en que debemos vivir? Respuesta: ¡para que busquemos a Dios! (v. 27).

Esto es lo mínimo que le podemos dar. (Él nos ha dado todo.  Cada día Dios no para de bendecirnos, que lo queramos reconocer o no. Siempre nos colma de bendiciones físicas; nos da comida, ropa, salud, trabajo, un sitio donde vivir, etc. etc. Nos da "lluvias del cielo, y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones" (Hch. 14:17). Él es quien "da a todos vida y aliento y todas las cosas" (Hch. 17:25).

¿Sabe Usted que si no fuera por Dios, no tendría ni casa, ni muebles, ni coche, ni ropa, ni comida, ni un solo céntimo en su cuenta bancaria? Pero Usted me dice: "¡Un momento! ¡Yo he ganado todo eso con mi propio sudor, con mi propia sangre!" Sin embargo, si no hubiera sido por Dios, no podría haber tomado ni siquiera un solo respiro cuando estaba trabajando por aquellas cosas.

Dios ofrece perdón de pecados a todos los que le obedezcan y toda bendición espiritual, Ef. 1:3,7.

Lo mínimo que podemos hacer es darle la adoración debida. Sal. 29:2 dice: "Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la santidad". ¿Qué es lo que Dios pide de nosotros? La gloria (adoración) debida.

Dios no quiere compartir su alabanza con ningún hombre, animal, o cosa. Is. 42:8 dice: "Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas". Dios no quiere que le adoremos a través de las imágenes porque es Dios "celoso" (Éx. 20:4,5), es decir, no quiere compartir su alabanza con ningún hombre u otra cosa creada.


Dios quiere que le adoremos públicamente. Algunos dicen: "Yo puedo adorar a Dios a solas. No necesito estar con un grupo de gente". Es verdad que se puede adorar a Dios a solas pero también es necesario adorarle con otros, o sea, públicamente, Hch. 2:42; Heb. 10:24,25. Si Usted quiere ser un siervo fiel de Dios, no puede ausentarse de la asamblea pública por cualquier razón y todavía pensar que está glorificando a Dios. Si va a estar de vacaciones, sigue siendo necesario reunirse con una iglesia fiel porque así se adora a Dios y no a solas únicamente.

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