A través de
la historia, el aspirar a tener poder ha sido visto por algunos como algo
erróneo; pero, cuando Dios creó al hombre, lo primero que hizo fue darle
dominio.
“28 Y los
bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y
sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en
todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” Génesis 1:28
Ahora bien,
Dios le dice al hombre que ejerciera dominio, sobre todo aquello que había
fructificado. Tú no puedes tener dominio
y autoridad sobre algo que tú no has fructificado, multiplicado; de lo
contrario, estarías tratando de dominar algo que otro ha hecho. Tú tienes que aspirar a tener poder; y es
necesario que tú aspires al poder innato de Dios en tu vida porque, de lo
contrario, estarás tratando de vivir controlando las cosas. Y, cuando tratas de ejercer control, cometes
errores, porque no te das cuenta de que, cuando “controlas”, el controlado eres
tú. Pero, si tú caminas en autoridad, en
el poder de Dios, tienes control, puedes controlar, pero la finalidad es otra.
El hombre
pierde autoridad, no cuando peca, sino cuando llegan las consecuencias del
pecado, vergüenza, condenación y culpa.
Pero, a aquellos que amamos a Dios, no hay quien nos condene; tú has
sido justificado por la sangre de Cristo; hay alguien que intercede por
ti. Tú eres libre de la culpa, de la
condenación. Cuando Cristo resucitó,
buscó a Pedro, para quitarle la culpa, la condenación, y que pudiera entrar en
el propósito de Dios para su vida.
Dios quiere
darte poder. Él quiere remover tu
sentido de culpa, de condenación. No
debe haber en tu mente pensamientos de condenación que te detengan de ser todo
lo que Dios quiere que tú seas y de cargar la presencia del Espíritu
Santo. Deja de escuchar a aquellos que
te condenan, y vive en la libertad a la que Dios te ha llamado. De lo contrario, no aspirarás a ser todo lo
que Dios quiere que tú seas.
Hay quienes
llegan a la iglesia, entregan su vida al Señor, pero, por la culpabilidad del
pasado, viven por debajo del potencial que Dios ha puesto en ellos. Esa mentalidad te hace vivir en frustración. Entiende que eres salvo, y también puedes
vivir tu máximo potencial aquí en la tierra.
De hecho, Dios siempre ha dicho que el hombre debe aspirar.
18 Sino
acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas,
a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.” Deuteronomio 8:18
Dios no da
dinero. Él te da el poder para hacer las
riquezas. Riquezas es más que
dinero. Las riquezas no se pueden medir
única y exclusivamente en dinero.
Riquezas son los contactos que tienes, las puertas que se abren, es el
inventario, son muchas cosas. Y Dios
dice que Él te da el poder para hacer las riquezas. Dios te da el poder para que tú puedas
manifestar su abundancia. Si Dios te da
poder, entonces el poder no puede ser malo.
Si Dios te da poder para dominar, entonces el dominar no puede ser
malo. Si Dios te da el poder para hacer
las riquezas, entonces las riquezas no pueden ser malas, porque el poder que
las produce te lo dio Dios. En Mateo 6,
Jesús dice que las cosas que otros buscan, él te las va a añadir. Si Dios te añade las cosas que el mundo
busca, entonces esas cosas que el mundo busca no son malas. Lo que Dios establece es que tú no las vas a
buscar de la misma manera en que el mundo las busca. En vez de tú buscar las cosas, las cosas te
buscan a ti, cuando tú buscas primeramente el reino de Dios y su justicia.
En
Deuteronomio 8, Dios dice que es Él quien te da el poder para hacer las
riquezas, y dice específicamente: Acuérdate.
¿Por qué? Porque, cuando el
hombre prospera, comienza a pensar: Mi poder y la fuerza de mi mano me han
traído esta riqueza. (Deuteronomio
8:17) El problema de alcanzar muchas
riquezas es olvidar quién fue quien nos las dio. Y, lamentablemente, hay quienes olvidan de
dónde Dios los sacó y cómo los levantó.
Tú no
estarías donde estás hoy, de no ser por la mano providente del Dios
Todopoderoso. Cuando piensas que tienes
lo que tienes porque tu mano lo produjo, entonces piensas que eres tú quien
tienes que impulsarte al próximo nivel; pero el mismo Dios que te trajo a este
nivel, es el que te puede llevar a una nueva dimensión. Lo único que Él te pide es que te acuerdes
que es Él quien te da el poder.
El poder
proviene de Dios. Y Dios no tiene
problema en darte poder; Él te quiere dar el poder. Él lo que no quiere es que tú te olvides
quién fue quien te dio el poder.
Fuente:
Pastor Otoniel Font
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