jueves, 2 de febrero de 2017

SER FRANCO

Es sencillamente importante esta mención para el creyente. A veces, pensamos que Dios se queda estático en una esquina; o se estabiliza en un cuarto, no está viendo lo que está pasando. Sin embargo, Dios es omni-presente; Él está en todos los lugares a la vez. Asimismo, es omni-sapiente; Él sabe todo lo que está sucediendo en la humanidad y en la vida de cada uno de nosotros.

Asimismo, el mal, como guerrero espiritual, sabe en qué área de nuestras vidas estamos débiles; y esa área de nuestra debilidad es el punto estratégico que el mal usa para atacarnos y vencernos. El mal que sabe esto, usas la parte de nuestra debilidad para destruirnos. Por eso, el creyente debe ser franco con Dios.

“Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” Hebreos 10:22 

“Para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo” Filipenses 1:10

No escondamos nuestras debilidades ante Dios. Busca en que área estas débil y exponlo ante Dios, clamándole socorro. Declara tu debilidad delante de Dios. No la esconda porque Dios se la sabe ya.

La franqueza ante Dios se puede definir “como, el modo de expresarse libre de fingimiento y sin hipocresía” La franqueza se relaciona con el corazón.
No se puede expresar lo correcto si no se tiene un corazón franco. Nadie puede hablar la verdad mientras tiene un corazón engañoso. Definimos el Corazón como la fuente de pensamientos positivos y negativos del ser humano.

Todo lo que maquina la mente y todo lo que habla la boca viene del corazón. Fíjese, “el paciente más difícil de curar es aquel que no reconoce que está enfermo” Asimismo, la persona más difícil de ser salvo por Dios, es aquel que no reconoce que él es un pecador; de hecho está sujeto a irse con el mal al infierno.


Dios  está extendiéndonos su mano. Pero, debemos reconocer que somos débiles. Por tanto, necesitamos la ayuda de Dios cada día en nuestra vida y ser francos de nuestra incapacidad. 

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